Beber agua a diario es un requisito indispensable para que nuestro organismo funcione de la manera correcta. El cuerpo humano es alrededor de un 60% agua, por lo que debe estar bien hidratado para desempeñar perfectamente todas sus funciones vitales. El agua tiene un papel esencial en el organismo puesto que contribuye a regular la temperatura corporal, elimina toxinas, previene enfermedades, regula los niveles de energía, ayuda a la regeneración de las células, combate el envejecimiento y mejora el aspecto de la piel.

Factores como la edad, el sexo, el estado de salud, la temperatura ambiente o la actividad física e intelectual de una persona van a determinar la cantidad de agua que necesita beber a diario. Los expertos aconsejan consumir alrededor de dos litros de agua al día, entre los que se incluyen la leche, los zumos naturales, los caldos y las infusiones, así como el líquido que nos proporcionan indirectamente otros alimentos como las frutas o las verduras.

Ahora bien, casi nadie tiene claro en qué momento del día es mejor beber el agua: antes, durante o después de las comidas. Existe la creencia popular de que no es necesario beber agua mientras comemos puesto que muchos de los alimentos que consumimos ya nos aportan cierta cantidad de líquido. El contenido de agua de estos varía mucho y puede suponer un 20% de la ingesta total, siendo casi inexistente en azúcares y aceites, bajo en cereales y derivados y legumbres y elevado en carnes y pescados y, sobre todo, en frutas y verduras.

Frutas frescas expuestas en un comercio. Unai Beroiz

Adiós al mito

Así las cosas, el Ministerio de Sanidad ha salido al paso para zanjar de una vez por todas esta cuestión y ha subrayado la importancia de satisfacer la sed durante las comidas. "La sed que aparece durante las comidas debe ser saciada, tanto para nuestra correcta hidratación, como para ayudarnos a percibir mejor los sabores de los alimentos que ingerimos", señala en su página web. Por ello, desde el Ministerio concluyen que es indiferente beber agua durante las comidas o fuera de ellas yque lo realmente importante es beber la cantidad diaria necesaria.

Los expertos defienden que beber dos o tres vasos de agua cuando comemos, siempre poco a poco y nunca de golpe, ayuda a tragar los alimentos y a disolver los nutrientes. Además favorece la digestión, la absorción y la excreción porque es el medio de transporte de multitud de sustancias, así como de productos tóxicos y de desecho. 

¿El agua engorda?

Otro de los mitos más extendidos acerca de beber agua en las comidas es que esta engorda. Sin embargo, los expertos aseguran que esta afirmación no tiene ningún fundamento, puesto que el agua al no tener calorías no puede engordar. Siguiendo con el tema de mantener la línea hay que subrayar otra bondad del agua y es que es saciante, lo que hará que, al sentirnos llenos antes, comamos menos.

Quienes defienden que no es bueno ingerir grandes cantidades de agua durante la comida señalan que puede favorecer la disolución de los jugos gástricos, cuya principal función es la de eliminar las bacterias de los alimentos. Sin embargo, expertos aseguran que para que esto pase haría falta una cantidad desmedida de agua porque con cantidades moderadas no ocurre.

En resumen, beber agua mientras comemos es una opción tan válida como no hacerlo, ya que dependerá de lo que nos pida el cuerpo. Lo importante es tomar durante el día todo el agua que necesitamos para garantizar a nuestro organismo la hidratación correcta, fundamental para gozar de un buen estado de salud.