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Euskal Herria insólita

Arri-kilinka: mitología que baila

Allí donde las dos navarras se saben una sola hay un hermoso valle al que domina el capricho de una mole de 30 toneladas que hace equilibrios sobre una escasa base; es la excusa para nuestra ruta de hoy

Arri-kilinka: mitología que bailaAitor Ventureira San Miguel

No podía ser en otro lugar más que aquí, en el valle encantado de Aldude, donde encontrar una piedra igual de mágica que las tierras que la cobijan; hablamos de “La piedra que baila”, la Arri-kilinka, también conocida como Arrikulunka. Cerrando el valle por su vertiente W., una suave y delicada sucesión de montañas y collados guarda el secreto milenario del antiguo culto a esta piedra. Desde las alturas que dominan el bosque de Quinto Real, un cordal mantiene decididamente la componente N., hasta el magnífico pico Hauza, ya en las estribaciones del puerto de Izpegi. Allí, en la seguridad arcaica de los collados de altura, encontramos esta piedra, mecida por todos los vientos pirenaicos, impresionante, magnífica, portentosa. Hoy caminaremos por la vieja tierra de los vascones, la tribu pirenaica que vivía en estas montañas.

Pasearemos por una zona de belleza sobrecogedora, a caballo entre los herrialdes de Nafarroa y Nafarroa Garaia; quizás una de las zonas más bellas de Euskal Herria.

Para empezar a disfrutar de sus encantos, debemos llegar al pueblo bajonavarro de Aldude, donde aparcamos junto a la iglesia de Sainte-Marie. Estamos en uno de los valles más intrincados e interesantes de Euskal Herria, agazapado bajo las cimas pirenaicas y bañado por el río Aldude. Una dilatada cultura se acurruca entre sus pastos de verde inmaculado mientras resuenan los ecos de la bella canción escrita por Xabier Lete “Xalbadorren Heriotzean”. La copla es un homenaje al bertsolari Fernando Aire Etxart, más conocido como Xalbador, por su casa natal Xalbador-Enea, ubicada en la localidad de Urepel. Xalbador ganó muchos premios en su faceta como bertsolari, entre los años 1946 y 1960 y llegó a escribir varios libros con sus versos. Falleció en 1976, tras un homenaje que le brindó su localidad natal.

Dando la espalda al templo, seguimos de frente, caminando entre las casas del pueblo para abandonar el núcleo urbano acompañados de prados, con unas vistas impresionantes de las cumbres pirenaicas. Tras pasar por el caserío Gortairubehera, llegamos a un marcado cruce con tres alternativas; optamos por la central. En ascenso, alcanzamos un caserío donde la pista se convierte en sendero. Seguimos por él un tramo, hasta volver a salir a una carretera secundaria, donde giramos a la derecha. Tras dos marcadas curvas, alcanzamos otra bifurcación, donde tomamos hacia la izquierda. Encontramos un sendero entre el bosque que sale a nuestra derecha y por donde alcanzamos el collado de Belaun, desde donde tomamos un sendero que llanea en dirección SW., hasta el collado de Eyharza, a donde llega la pista asfaltada.

Ficha práctica

  • ACCESO: Hasta Aldudes, llega la carretera D-948, tomando un desvío en la D-918 que une Donibane Garazi con Baiona. Esta misma vía D-948 llega desde la localidad navarra de Zubiri, por la NA-138.
  • DISTANCIA: 12 kilómetros.
  • DESNIVEL: 900 metros.
  • DIFICULTAD: Media.

La mole en equilibrio

Encima de nosotros, tenemos la cota de Hargibel; en sus faldas, entre un laberinto de rocas desgajadas de la cumbre, destaca la piedra mágica, la Arri-kilinka, a la que llegamos rápidamente. Estamos ante una gigantesca mole de 30 toneladas de peso que bascula sobre la base en que se asienta. Esto, sin duda, no pasó desapercibido a nuestros antepasados, que probablemente establecieron un antiquísimo culto vinculado a la piedra. La mitología de los vascos tampoco dejó pasar un elemento tan destacado y ubicó en ella una leyenda que nos habla de los gigantes míticos, en este caso de Roldán. Personaje a caballo entre la leyenda y la historia, que fue sobrino del emperador Carlomagno y muerto en la batalla de Roncesvalles y que está muy presente en la mitología vasca. Se cuenta que fue este genio de fuerza descomunal quien arrojó la piedra de Arri-kilinka, desde el monte Hauza, que se abre frente a ella.

Nuestra misteriosa piedra pertenece a un ciclo mítico común de gran parte en la vieja Europa, desde sus costas bañadas por la magia oceánica hasta el magnífico Mediterráneo. Vinculadas a los cultos antiquísimos que nuestros ancestros dedicaron a las piedras, en las que veían deidades, son muchos los ritos que se practicaron en ellas, pero también son muchos los enigmas que esconden, los porqués primigenios que seguramente nunca lleguemos a descifrar. Piedras como la Arri-kilinka en nuestras alturas pirenaicas; A Pedra de Abalar, en el antiguo santuario celta de la Virgen de la Barca de Muxía, en Galicia; la asturiana Penedo Aballón, en Boal; la Piedra Andadera, en Salduero, Soria; Pedralta, en Sant Feliu de Guíxols, Catalunya; la piedra de Land’s End en Cornualles; la Roche Temblante en la localidad bretona de Huelgoat, son tan solo algunos de los múltiples ejemplos de estas piedras oscilantes.

Tras disfrutar de la magia de la piedra que baila, continuamos caminando, pudiendo alcanzar la cercana cima de Hargibel de 991 metros de altura, con sus formaciones rocosas, que nos regala unas impresionantes vistas: el Hauza, el Adi, los valles de Urepel, las montañas de Roncesvalles, Larrun… El descenso lo realizaremos alcanzando nuevamente el collado de Belaun y descender a Aldude, por el mismo camino.