La Historia no marca atodas las ciudades porigual. En algunas parececomo si pasara depuntillas, mientras queen otras está presenteen cada esquina. Hayalgunas que tratan dedarle la espalda o sacudírsela, y otras que,por mucho que lo intenten, nunca lo conseguirán.Nanjing es un buen ejemplo deello. La capital de la provincia de Jiangsu,en el este de China, está marcada a fuegopor uno de los episodios más sangrientosde la Segunda Guerra Mundial: la matanzaa la que prestó su nombre la ciudadcuando todavía se la conocía como Nankín.

Resulta difícil de creer que la extensaexplanada que da acceso al principalmuseo de la ciudad estuvo un día cubiertade sangre.Pero es lo que sucedió en diciembre de 1937, cuando la antigua capital delpaís cayó en manos de los japoneses.En lassiguiente seis semanas los soldados delImperio del Sol Naciente se dedicaron alasesinato de casi 300.000 personas (más quelos muertos que causaron las bombas atómicasque Estados Unidos lanzó sobreHiroshima y Nagasaki), y la violación deunas 50.000 mujeres. Sin duda, lamatanzafue uno de los peores episodios de crueldadde la Segunda Guerra Mundial.

Es imposible caminar por los pasillos delMemorial de la Masacre sin sentir un nudoen el estómago. Crudas fotografías y espeluznantestestimonios traen a flor de piellos acontecimientos de hace siete décadas.

A uno le vienen a la cabeza las imágenesde Ciudad de vida y muerte, dirigida por LuChuan, y las palabras deTheRape of Nanking(La violación de Nankín) de la escritoraIris Chan.Yla pared que contiene loscasos de todas las víctimas en miles de carpetasprovoca un escalofrío que acompañaal visitante de nuevo hasta la luz exterior.Afortunadamente, afuera el bullicio dejaen evidencia que las heridas de Nanjinghan cicatrizado, y que la ciudad está inmersapor completo en la batalla de la globalización.Basta con un paseo por Xinjiekoupara convencerse de que el tiempo no pasaen vano en China. De hecho, cada segundoequivale a una hora en cualquier otropaís. Solo así se entiende el desarrollo queChina ha experimentado desde que DengXiaoping la abrió al mundo, en 1979.

SUNYAT SEN

Sin embargo, Nanjing no hace tributo ni aMao Zedong ni al padre de las reformaseconómicas. Su ídolo es el fundador de laChina republicana, Sun Yat Sen, que,curiosamente, fue cofundador del partidonacionalista Kuomintang, actual regidorde la provincia rebelde,Taiwán.Ya él estádedicado el gran mausoleo de la montañaZijin, un lugar extraordinario para escapardel mundanal ruido del centro y elacongojo del memorial de la masacre.Claroque hay que estar en forma, porque esnecesario subir 392 escaleras hasta llegara la escultura de mármol italiano que guardalos restos del líder chino.

No muy lejos de allí se puede retrocederun poco más en el tiempo. Otra tumba, en este caso la de Ming Xiaoling, transportaal visitante hasta el siglo XV. No obstante,como sucede siempre en China, edificios yesculturas tienen olor a recién pintado.Esrara la ocasión en la que un monumentohistórico chino es capaz de reflejar lossiglos que han pasado desde que fue concebido.La turbulenta historia del país, quese ha cebado con símbolos de períodosanteriores, unida al afán actual de que todoparezca nuevo, le restan credibilidad alugares como este que, en demasiadas ocasiones,terminan asemejándose más a unparque temático.

EXCURSIÓN AL MONTE

Claro que la montaña Zijin tiene bastantemás que ofrecer, y supone una excelenteexcursión para pasar el día en la naturaleza,algo complicado en cualquier parte delpaís. El templo de Linggu, por ejemplo, esuna de esas construcciones en las que nofalta ninguno de los atributos que el ideariocolectivo occidental atribuye a la arquitecturaclásica china. Los tejados de curvascaprichosas tocados con dragones y jinetes,los farolillos rojos y las delicadas filigranasde la madera, todo ello salpicado delos ideogramas dorados sobre fondo rojosangre que tantas imágenes evocan, y delas brillantes aldabas adornadas siemprecon la figura de algún animal beligerante.

En cualquier caso, no es necesario viajarhasta la montaña Zijin para encontrar unoasis de tranquilidad. En el centro de laciudad está el lago Xuanwu, un parque enel que las antiguas murallas de la ciudad,de la dinastía Ming, se encargan de mantener a raya el tráfico motorizado y degarantizar un paseo tranquilo que permiteechar un vistazo furtivo a los arrumacosque se profesan las nuevas generacionesa pocos pasos de donde la tercera edadpractica tai chi, pasea a los nietos, o juegaal mahjong. Sin duda, es un lugar excelentepara ver algunas de las caras de la Chinadel siglo XXI, aunque para descubrir lasmás provocativas lo mejor es acabar el díacon una copa en la zona de 1912, año en elque Sun Yat Sen fundó la República.

Aquí es donde se concentran los bares ypubs de moda. Desde locales que imitan elambiente dublinés, hasta nightclubs demúsica techno en los que la masa esquivalos haces de láser y salta al ritmo del DJde turno. Claro que, aunque en lo externomuchos elementos son idénticos, la atmósferaesmuydiferente a la occidental.Aquílo principal no es el baile, sino la compañía.Por eso, la mayoría prefiere jugar alos dados para ver quién se emborrachaprimero con la combinación de whiskyChivas de 12 años y refresco de té verdeque mover el esqueleto.

Y, a pesar de los cambios en la sociedadchina, el karaoke sigue disfrutando de unestatus preferencial entre las opciones deocio. Así que nada mejor que desgañitarsecon una canción de Enrique Iglesiaspara romper el hielo que suele separar achinos y occidentales. Eso y unos largostragos de baijiu, claro.En un par de horas,Sun Yat Sen y los encantos tradicionalesde Nanjing se disipan para dar paso a larealidad de una noche muy viva. Y traicionera.

GUÍA PRÁCTICA

? Cuándo ir: La primavera y el otoño, que en Nanjing son más cortos de lo habitual, sonlas estaciones más adecuadas para visitar la ciudad. En invierno el frío es intenso y enverano el calor resulta sofocante.

? Cómo llegar: Actualmente, Lufthansa es la única compañía europea que enlaza Nanjingcon Bilbao utilizando una única escala, en Frankfurt. El billete, eso sí, no es barato, yronda los 900 euros ida y vuelta. Más económico resulta volar a Shanghai y coger allí eltren de alta velocidad que une la capital económica de China y Nanjing en solo 90 minutos.Esta segunda opción puede resultar hasta 200 euros más barata. Nanjing tambiénestá conectada por aire con la mayoría de ciudades chinas.

? Visado: Cualquier ciudadano de la Unión Europea que quiera visitar China necesita unvisado que se ha de tramitar antes de la salida en la Embajada de China en Madrid. Suprecio ronda los 30 euros y permite la estancia de un mes. Se pueden tramitar tambiénpermisos de más duración y de varias entradas, pero su precio es más elevado. Es imprescindibleque el pasaporte cuente con una validez de al menos seis meses después definalizar el viaje.

? Moneda y costos: La divisa china es el yuan (1 EUR = 8,5 CNY). Su apreciación, unidaa la debilidad del euro, ha hecho que todo resulte cada vez más caro, pero sigue siendorelativamente económico. La comida es barata siempre que uno se acostumbre a lasespecialidades locales, y no hay que preocuparse por el alojamiento, ya que es fácil encontrarhabitaciones para todos los gustos y bolsillos. Desde 15 euros por una doble en unpequeño hostal, hasta los más de 200 euros que cuesta una habitación deluxe en cualquiercinco estrellas de cadena occidental. El transporte también es barato: los taxis sonmucho más económicos que en Euskal Herria, y una buena forma para moverse, y tantoel metro como los autobuses resultan cómodos (aunque pueden ir atestados).

? Precauciones: Pocos países en el mundo son más seguros que China. Salvo por laocasional jugarreta con el precio, hay poco de qué preocuparse. No obstante, convienetener en cuenta que el agua del grifo no es potable y que los chiringuitos callejeros decomida no son lo más adecuado para el estómago.