La exitosa saga de los Gereño
Anartz como entrenador, y Basagaitz, Maddi y Laia como remeras comparten vínculo también fuera de la trainera.
El apellido Gereño siempre ha estado estrechamente ligado al remo sanjuandarra. Si se echa un ojo a la hemeroteca, en los años 20 ya se encontraba ese apellido en las tostas de la Juanita o de la Unión, en aquellos años en los que incluso las embarcaciones pasaitarras se unieron para lograr éxitos en la Bandera de la Concha. En ellas se podía encontrar, por ejemplo, el nombre de Franzisko Gereño, de Tomás Gereño o de Leoncio Gereño. Franzisko era, precisamente, el abuelo de Anartz, actual entrenador de la embarcación femenina de San Juan, y de Basagaitz, una de sus remeras. Franzisko, además, era el bisabuelo de Maddi y Laia, hijas de Anartz, sobrinas de Basagaitz. En las tostas también está Amalur, prima de Anartz y Basagaitz. Todas ellas han formado parte de la trainera que acaba de conseguir el ascenso a la Liga Euskotren, en lo que ha supuesto el retorno de las Bateleras a la máxima categoría. Y que lo han compartido en familia, como más se disfrutan las cosas.
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Un pueblo remero
Siendo de San Juan, viviendo en la plaza, tan cerca del mar, y con ese apellido, solo quedaba una opción: el remo. Maddi es la hija mayor de Anartz, y ha visto toda la vida remar a su padre. Casi 40 años avalan una trayectoria que hizo que ella se interesara por este deporte: “Mi padre ha remado casi 40 años. Entonces a fuerza de verle remar te entran las ganas. Te entran las ganas viendo al aita y siendo de San Juan. Es que aquí todo es alrededor del remo. ¡Estás casi obligada a probarlo!”. Para la menor de las dos hijas, Laia, la situación fue similar. La familia tiraba mucho: “Yo sí empecé por mi padre. Al principio me costaba mucho ir a entrenar. Yo quería remar porque estaba toda mi familia, pero es que empecé con once años. Era la única alevín del club, entonces me costaba”. Anartz, eso sí, matiza que él, de palabra, nunca les ha inculcado dedicarse a ello: “Mis tres hijos están remando, pero no les he dicho nunca nada de remo. ¡Han hecho lo que han querido! Lo que pasa es que en San Juan el remo tira, es un pueblo pequeño, pero si te gusta el remo y estás al lado del agua tiendes a remar”.
Y eso es exactamente lo que ocurrió con Basagaitz, a la que estos días le han llevado a desbloquear muchos recuerdos: “Esto lo hemos vivido toda la vida. Yo tengo 45 años, me he criado en la plaza y todos mis recuerdos de pequeña son en torno al remo, a aquellos años en los que San Juan siempre ganaba La Concha o en la que había rivalidad con San Pedro y se celebraba sobre todo los fines de semana de La Concha. Todo esto te lleva a aquellos años, a recordar aquella marea arroxa, a la época dorada de los 80 y 90 en la que San Juan andaba muy bien. A esos recuerdos de infancia”.
Padre y entrenador
Que el entrenador sea de tu familia puede a veces generar situaciones diferentes a lo habitual. Por ejemplo a Laia hay ocasiones en las que sí le resulta algo extraño, pero también ha matizado la buena relación que hay entre toda la familia: “A veces sí es algo raro que mi padre me entrene. Aunque mi padre quiera tratarte como a una más sí que cambia algo. Es un vínculo distinto, con cada bandera que ganamos nos seguimos sacando una foto”. Con más normalidad lo ve Basagaitz, que ha estado siempre muy ligada al club de remo junto a su hermano: “Que sea él el que dé las instrucciones no sé si es es algo distinto. Pero no se me hace raro porque siempre le he tenido ahí. Empecé a remar en infantiles y él ya era juvenil, entonces ya estaba ahí. No era mi entrenador en ese momento, pero si hacía falta echar una mano mi entrenador le pedía a él que viniera”.
Para Maddi, directamente, lo raro sería que su entrenador no fuera su padre: “Es el cuarto año que me ha entrenado, y se me hace súper normal. ¡Lo que se me haría extraño es que me entrenara alguien que no fuera mi padre!”. Eso sí, también es consciente de que a veces hay que controlar la forma de hablar, pero con naturalidad: “Es verdad que te tomas ciertas confianzas, porque le dices todo lo que se te ocurra y a veces se puede enfadar. A otro entrenador seguramente hay veces que no le diría ciertas cosas”. Cuestionado el propio Anartz por si le resulta extraño, lo asume con la mayor naturalidad posible: “Intentas meterte en el papel de entrenador y remeras, y haces todo igual. Es más difícil, pero cuando te metes en el papel de entrenador haces tu labor y ya está. Intentas hacer lo mismo”.
El de las Bateleras es un bote muy joven, que cuenta entre sus tostas con hasta siete juveniles, y además remeras senior jóvenes. Es por ello que hay gente veterana como Basagaitz que son importantes para Anartz a la hora de aportar experiencia en el vestuario, algo que siempre es necesario en este deporte: “Basagaitz es importante, especialmente por veteranía. Te hace falta gente experimentada que te ayude. Es muy importante tener a alguien de confianza como Basagaitz, como Amalur (León, prima de Anartz y Basagaitz), como Oihana (Cereijo) o como Maialen (Arrazola). Esa gente ayuda mucho en el vestuario”. Sin embargo, cuenta la propia Basagaitz con mucha naturalidad y entre risas, que intenta no hablar tanto en la trainera porque sus propias sobrinas son las que intentan que no lo haga: “¡Yo hablo bastante, pero en la trainera hablo menos porque no me deja ninguna de mis sobrinas! Desde el momento en el que me senté en la trainera, la primera vez que remé con ellas en competición, cada vez que abría la boca me miraban las dos. ¡Y me di cuenta de que no podía hablar mucho!”.
La relación familiar
El cariño que se profesan se nota en cada una de las palabras al hablar de la familia. No solo tienen relación dentro de la trainera, fuera del agua pasan también mucho tiempo juntos. “Tenemos una relación muy estrecha desde siempre. Los vecinos nos dicen que somos como un pequeño clan. Cenamos una vez o dos a la semana juntos en mi casa: mis sobrinas, mi hermano, su mujer y mi familia, los diez” cuenta Basagaitz, a la que le gustaría que se hablara más de remo en la mesa, a diferencia de al resto de los comensales de esas cenas familiares: “Cada vez que saco algún tema mi sobrina Maddi me dice que se acabó de hablar de remo. Me dice que hablamos siempre de remo ¡Pero si no lo hacemos nunca!”. Lo que ocurre, y lo cuenta la propia Maddi, es que a veces sigue alguna de las discusiones del entrenamiento en casa, fruto de la confianza que se tienen todos y del tiempo en común que comparten: “¡Las discusiones del entrenamiento a veces siguen en casa! Pero nos llevamos muy bien, estamos todo el día juntos. Con mi tía, con mi abuela… todos todo el día juntos. Si no nos lleváramos así de bien sería difícil”.
Que en familia han disfrutado más este éxito es algo que han dejado claro, pero además, por si fuera poco, Maddi y Basagaitz además de trainera comparten tosta. Eso hace que incluso tengan un pequeño ritual antes de comenzar la regata: “Es súper bonito compartir estos momentos con la familia. Con mi sobrina Maddi comparto tosta, yo babor y ella estribor, entonces te puedes imaginar todo lo que implica, para lo bueno y para lo malo. Tenemos ya unas costumbres antes de empezar la regata. Antes de la salida me da un toquecito en la espalda porque consideramos que nos da suerte. Y el domingo el final de regata junto a ella fue especial. ¡Y también lo son las riñas!”. Y es que a veces, como es lógico, surgen ciertas fricciones fruto de la tensión competitiva: “Muchas veces es difícil de llevar tener a tanta familia dentro de la trainera, pero otras veces no. Pero cuando llegan los éxitos en familia saben mejor, pero todo lo demás también cuesta. Después de todo el año, todo esto compensa” comenta Maddi. Esa misma emoción comparte Laia, ya no solo por la gente con la que comparte equipo, sino por la gente que disfruta desde tierra de sus éxitos: “Para la parte de mi familia de San Juan, para mis aitonas, ha sido muy especial este ascenso, y para mí poderlo hacer y que ellos lo celebren conmigo. Me encanta vivir estas cosas con toda mi familia. Tiene sus dificultades también cuando compartes equipo, pero cuando ganas con tu familia al lado es un sentimiento especial”.
Pero, al fin y al cabo, este apellido está llamado a continuar una saga que ya empezó hace un siglo con los antes mencionados Franzisko, Tomás y Leoncio. Es Basagaitz la que ha destacado la presencia de sus antepasados en las tostas. La familia lo lleva en la sangre: “Poco se dice que nuestro abuelo estaba en las banderas de la concha de 1920, 1921 y 1924 con sus dos hermanos remando. ¡Había tres Gereño en la trainera! Ahora el nieto de entrenador, las dos nietas remando y las dos bisnietas remando todas juntas. ¡La saga de los Gereño! Muchos nos lo dicen y a nosotros nos da un poco de vergüenza”. Pero también supone un motivo de orgullo difícil incluso de explicar, como le ocurre a Laia: “Me encanta escuchar hablar de la saga de los Gereño. No tengo ni palabras para definirlo, me genera mucha emoción escucharlo, mucho orgullo”. Es la propia Laia la que recuerda que hoy, 23 de septiembre, se cumplen 101 años desde que su bisabuelo ganara la Bandera de la Concha, la primera de San Juan tal y como se le conoce ahora. El remo es una mirada al pasado, a ese camino que comenzó hace más de un siglo. Pero el remo también es presente. Y la propia Laia también avisa, su prima y sus primos, los hijos de Basagaitz, ya quieren subirse a la trainera. La saga de los Gereño continúa.