“Me voy a pasar del modo entrenador al modo aficionado, si me lo permitís”. Al acabar su rueda de prensa en La Cartuja, unos minutos después de que la Real se proclamara campeona de Copa, el oriotarra se quitó la elegante chaqueta negra que lució durante el partido, se puso una camiseta de la Real, cogió una bufanda y avisó: “Esto va por toda Gipuzkoa, por todos los que sienten la Real. Gipuzkoa, todos conmigo”. Y cantó a voz en grito: “Erreala ale, irabazi arte, beti egongo gara zurekin!!”. Fue un guiño a la afición que no pudo estar en las gradas, para luego desatar toda su felicidad, con la bufanda sobre la cabeza y la voz rota: “¡Vamos, Real! Aupa! Dios! ¡Vamos, goazen!”.

Real Sociedad: la inédita celebración de Imanol

Real Sociedad: la inédita celebración de Imanol

Fue Imanol en estado puro. Dijo que iba a pasar del modo entrenador al modo forofo, pero en su caso ambas facetas van unidas. Debajo de la chaqueta lleva siempre puesta la camiseta blanquiazul. Difícil conjugar como hace él la pasión por unos colores con la exigencia de ser el máximo responsable del equipo, con todo lo que conlleva. “Creo que es lo más difícil, entrenar al club que quieres, pero evidentemente cuando ganas no hay nada más grande que poder hacerlo con tu club”, señaló el sábado por la noche. “He llorado cuando el árbitro ha pitado el final”, reconoció, “igual que casi toda Gipuzkoa. Los ocho minutos han sido eternos. Estoy muy orgulloso y emocionado de ser el entrenador de este club”.

El entrenador guipuzcoano dedicó el triunfo a su mujer y a sus hijos, “a médicos y sanitarios que tantas vidas están salvando” y a la afición: “Este triunfo es por ellos, han sido nuestro motor aunque no hayan estado. Lo que ha transmitido el equipo estos dos últimos años hace a los aficionados sentirse orgullosos, pero faltaba la guinda. Sin ese aliento y los mensajes de la gente no hubiéramos sido capaces de ganar”, comentó Imanol, que reconoció haber llorado el viernes por esos mensajes de apoyo: “Salí de Zubieta llorando tras recibir un vídeo de mi familia, son tantos sentimientos... Muy contento y orgulloso de haber hecho historia”.

También soltó lágrimas Imanol cuando Estrada Fernández puso fin a los agónicos ocho minutos de descuento y pitó el final del partido a eso de las 23.30 horas del sábado. Saludó a Marcelino y se sentó en el banquillo a llorar, buscando quizás esos instantes de soledad. Pero fueron apenas unos segundos, porque enseguida se le fueron acercando compañeros del cuerpo técnico y jugadores, así que se unió a la celebración grupal.

“¡Vamos a por ellos, dios!”

El cántico bufanda en ristre tras la final copera ha sido el último arrebato pasional de Imanol, que ya se ha salido en otras ocasiones del encorsetado guion de las ruedas de prensa previas y posteriores a los partidos para lanzar arengas a jugadores y aficionados o para mostrar su pasión por unos colores. Unos arranques de entusiasmo que sorprenden en otros lugares pero a los que la prensa y los aficionados guipuzcoanos están ya más que acostumbrados.

La Copa ha mostrado al Imanol más entusiasta. Tras ganar en el Bernabéu en los cuartos de final, la Real difundió un vídeo de su técnico visiblemente emocionado camino del vestuario, donde repartió abrazos con tanta fuerza que más de uno temió que acabaría lesionando a algún jugador. Y reconoció que llevaba “cuatro días sin dormir” antes de visitar el estadio madridista y que durante el partido (que acabó 3-4 después de que su equipo se adelantara por 1-4) había “perdido cinco años de vida por el sufrimiento”.

En plenas semifinales, antes de visitar Anduva para medirse al Mirandés, acabó la rueda de prensa diciendo: “Vamos a por ellos, ¡Dios!”. Y ya después de conseguir el pase a la final, tocó grito de guerra: “Gora Reala, ¡Dios!”. Y en el último partido de Liga, con aquel gol de Januzaj en el Wanda Metropolitano que dio al conjunto txuri-urdin la clasificación para la Europa League, llevó la voz cantante de la celebración golpeando con la mano el cofre del material y gritando “Real, Real”.

Unos días antes de la final, el pasado 24 de marzo, también se saltó el protocolo habitual y, antes de comenzar el entrenamiento del equipo en Zubieta, se dirigió a los periodistas allí presentes para mandar un mensaje a los seguidores realistas: “Quería dar las gracias a todos los aficionados por los mensajes recibidos durante estos días. Ojalá que estos mensajes que están llegando nos den fuerza, que es así, para que podamos ganar esta final. Nos vamos a dejar la vida y espero que todos tengamos un final feliz. Daros las gracias y en especial a mi pueblo por el vídeo que me hicieron ayer, y a todo el pueblo de Orio. Es algo que me ha tocado el corazón y que se me va a quedar para toda la vida. Aupa Orio! Aupa Real!”.

Sentimiento y responsabilidad

Imanol llegó al primer equipo sustituyendo a Eusebio en la recta final de la temporada 2017-18, en calidad de interino, hasta acabar la liga, momento en el que regresó al Sanse, donde siguió puliendo a algunos de los jugadores que ahora son campeones de Copa. Pero unos meses después, a finales de diciembre de 2018, la Real destituyó a Asier Garitano e Imanol volvió a coger las riendas del equipo, esta vez ya con un contrato de año y medio.

En su presentación, quiso matizar unas declaraciones suyas anteriores, en las que dijo que no se sentía listo para dirigir al primer equipo por toda la carga sentimental y de responsabilidad que conllevaba en alguien tan emocional y forofo como él. “En mayo dije que la Primera División me venía grande, pero no se me entendió bien. Dije que no me sentía preparado para dirigir a la Real Sociedad, pero por una cuestión de sentimiento, por lo que siento yo por este club. Sigo pensando lo mismo. Aunque también tengo clarísimo que debo aprovechar la confianza que el presidente y Roberto Olabe depositan en mí, así como la oportunidad que se me presenta”.

Hace poco, el director deportivo se refirió a la figura de Imanol: “Me parece que su progresión como entrenador ha sido brutal. No ha parado de evolucionar respecto al entrenamiento y al juego. Es joven, un buen entrenador, el mejor que puede tener la Real hoy, hace seis meses y hace tres años, y eso es porque su propia evolución está siendo así. Es ambicioso, sufre mucho con lo que ocurre en la Real, aunque eso es bueno a veces y otras no tanto”.

Esta confianza se tradujo en una renovación de Imanol hasta junio de 2023 y la última frase de Olabe apunta a la que podría ser la debilidad del técnico oriotarra, esa pasión que a veces es buena y “otras no tanto”, ya que quizás ese sentimiento le impide desarrollar, en ocasiones, con la debida frialdad su labor. Pero el técnico guipuzcoano ha demostrado de sobra que sabe compaginar ambas facetas: transmite pasión cuando es necesario hacerlo, pero él y su cuerpo técnico trabajan de forma meticulosa en la preparación y el desarrollo de los partidos. El mejor ejemplo es la propia final de Copa, en la que el planteamiento y el desarrollo del encuentro por parte de Imanol y sus ayudantes resultaron impecables (La pizarra de la final: así gestó Imanol la conquista del título). En el deporte la memoria es corta, pero su forma de ser le hace tener un hueco en el corazón de la hinchada blanquiazul y ahora el título le ha hecho pasar a la historia.