[A por ellos] " La parte contratante de la primera parte", por Mikel Recalde
La Copa siempre es diferente. Nunca sabes lo que te aguarda al cruzar cualquier esquina por muy tranquila y accesible que parezca la zona sobre el papel. Lo que jamás hubiésemos podido imaginar era queSergio Francisco se iba a sacar de la manga en la fría noche reusense la mejor definición jamás escuchada de uno de sus jugadores: “Sadiq es Sadiq”. No se puede decir más con menos palabras. Y tampoco se puede describir mejor a un futbolista inclasificable, al que te cuesta casi hasta darle el mejor de un partido en el que apenas destacó ninguno de sus compañeros y a pesar de asistir a Goti en el gol, dejar solo a Carrera y Guedes, provocar un penalti y transformarlo. Y te cuesta porque en el fondo no te quitas de la cabeza la sensación de que jugó bastante mal…
Añadimos entonces la definición acunada por Sergio, que se une a las obviedades habituales futboleras como “fútbol es fútbol”, “juegan once contra once”, “esto va de meter un gol más que el rival”, “vamos a ir partido a partido” (del que ahora se ha apropiado Simeone pero ya la utilizaba Ormaetxea en las ligas ganadas) o la que vale para todo en la vida, “lo importante es meterla”.
Lo cierto es que el castellano es un lenguaje muy rico en refranes o este tipo frases hechas. Una que le encanta a mi jefe es “una persona que se viste por los pies” (¿por dónde iba a hacerlo?). O los también conocidos “hablar por hablar”, “más bueno que el pan”, “no hay más ciego que el que no quiere ver” “Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa” (por aclarar un poco el tema y tal). O, una de las mejores, “no le busques tres pies al gato”, cuando en realidad tienen cuatro. Digo yo, aunque vete tú a saber, que yo nunca he tenido ninguno…
Amigo de mis amigos
Me voy a quedar con otra que se suele utilizar mucho: “Es muy amigo de sus amigos”. Hombre, pues en realidad, solo faltaba, ¿no? Por eso son sus amigos y el resto no lo son. Yo puedo proclamar a los cuatro vientos que soy muy amigo de mis amigos. Es más, me siento muy orgulloso de mi cuadrilla en la que hay de todo. Desde el que dice que le copio frases e ideas en las crónicas hasta el que silencia el grupo cuando nos ponemos a hablar de fútbol. Todos somos muy distintos, “de nuestra madre y de nuestro padre” y aunque podamos estar sin vernos mucho tiempo, porque alguno de ellos vive fuera, cuando nos juntamos es como si el tiempo se parara y retrocediéramos muchos años en el tiempo.
La mayoría son futboleros, aunque no les va la vida en ello, lo que muchas veces me permite naturalizar las cosas y poner los pies en el suelo. Varios de ellos jugaban bien. Competimos juntos, todavía recordamos batallas épicas, más propias de victorias con garra y casta que por fútbol, cuando en realidad éramos más técnicos que peleones. Insisto, que nos llevásemos de maravilla no quita para que en el campo no paráramos de discutir algunos entre nosotros. Pero en plan echar a rodar el balón, que uno que no voy a desvelar toque su primer balón de tacón y otro, íntimo, se lo afee con un “ya empezamos con los taconcitos de las narices”. Ese día les tuvo que separar el árbitro porque casi llegan a las manos.
Verón y Simeone
Fútbol es fútbol y ser muy amigos fuera de la cancha no te garantiza nada. Y al contrario tampoco. El otro día volví a leer que la brujita Verón, actual presidente de Estudiantes de la Plata, no tenía relación con Diego Pablo Simeone, con el que compartió vestuario en la albiceleste y en la Lazio. Hasta el punto de que se cambiaban al lado y no se hablaban o que en el desayuno a veces ni se saludaban. Como buenos argentinos, esto no significaba que en la cancha no dieran la vida el uno por el otro: “No nos hablábamos, nuestra relación en la cancha”, decía Simeone mientras que Verón lo dejaba claro: “Yo dentro de la cancha mataba por él y sabía que él también lo iba a hacer por mí”. “Yo sentía exactamente lo mismo, le tocaban y él era mi hermano, era mío”, añade el técnico del Atlético. “Para mí Verón ha estado en su mejor época entre los cinco mejores en esa posición. “No creo en eso de que nos llevamos todos bien y nos juntamos todos juntos para dormir en una habitación y nos hacemos el desayuno. Al contrario, tienen que existir las diferencias”, matiza Verón, antes de que Simeone sentencie: “Lo que nos une es el objetivo. Si vos querés y yo quiero lo mismo, vamos a lo mismo”.
Me hace gracia, porque es justo lo contrario de lo que sucede con Rodrigo De Paul y Leo Messi, que se han convertido en tan inseparables que al primero le acusan de ser su perrito faldero. Hace unos días, en la final de la Conferencia este de la MLS Inter de Miami y New York City, los dos tuvieron un duro enfrentamiento con su compatriota Moralez, que tras echarle algo en cara al ex del Atlético, recibió una fuerte tarascada: “Cerrá el culo que a vos te rajaron de Racing de una patada en el culo”
Moralez no se quedó callado. Contraatacó recordándole que él sí había dado la cara en su salida del club. “Para que te echen hay que tener la valentía de ir al club y dar la cara como lo hice yo”. De Paul fue más allá y recurrió a la arrogancia: “A Racing voy cuando quiero y, si quiero, lo compro”. Moralez, visiblemente molesto, contratacó duro: “Sos un cagón que no fuiste a ganar la Libertadores y con 30 años preferiste venirte de vacaciones a Miami”. Fue entonces cuando apareció en escena Messi para encararse con su compatriota. Moralez lanzó la frase más viral: “Disculpa, yo pensé que él (De Paul) era mamadera tuya y no tú la mamadera de él”.
“Ahora te espero en el vestuario”, le amenazó el astro, algo para lo que también tuvo una buena respuesta su compatriota: “¿Qué te pensás, que nací en Nueva York? Ahora voy a la puerta del vestuario. Obvio. ¿Quién sos?”. La verdad es que me encantan estas riñas entre argentinos y las burradas que se pueden llegar a decir. Ah, y si fuera Messi, también me gustaría contar siempre con un amigo o con un guardaespaldas como De Paul.
La amistad de la Real y el Alavés
Lo digo porque cada vez me cuesta más entender esa amistad que ha entablado la Real con el Alavés en los últimos años. Parto de la base de que la Real ha pescado en Araba y que incluso le birló a última hora el fichaje de Carbonell, que apunta muy alto. Pero sigue sin cuadrarme que esté Pacheco cedido, que se suma a los Guevara, Guridi, Sola, Karrikaburu o Alkain. Sumados a Gorosabel que, como denunciamos aquí antes de que sucediera, le permitieron ser cómplice de la jugarreta de su agente para que recalara gratis un año después en Bilbao. Jugadores todos ellos cedidos o casi regalados y sin embargo, en esta tabla de intercambios, la Real tuvo que pagar 6,5 millones por el fiasco de Javi López. Curiosa amistad esta, en la que siempre sale uno ganando. Me encantan los derbis en Vitoria, me gusta muchísimo la magnífica relación actual entre las hinchadas después de que un año nos llegaran a cantar A Segunda (aparte de generosos, no somos rencorosos) y siempre serán bien recibidos en Anoeta, pero a mí hay algo que lleva tiempo sin cuadrarme.
Alavés-Real Sociedad: mirar adelante
Quizá deberíamos renegociar la parte contratante de la primera parte del supuesto acuerdo de colaboración que por supuesto no está escrito, porque para ser amigos para siempre, la relación debería ser de conveniencia. Y el refranero castellano también cuenta con una frase para esto: “Quien tiene un amigo, tiene un tesoro… si es de verdad”. Puyas al margen, Mendizorrotza solo nos trae malos recuerdos y no solo deportivos. A la Real siempre le pasa algo malo en Vitoria. Ya es hora de firmar un partido completo, compitiendo como hermanos, y como en el campo no hay amigos, llevarnos tres puntos claves para seguir la remontada. ¡A por ellos!
