Si la Real Sociedad da continuidad a la línea de juego adquirida, sigue corrigiendo carencias y hace del notable partido contra el Villarreal una simple estación en su camino hacia la madurez futbolística, podemos frotarnos las manos porque la cosa está adquiriendo muy buena pinta. Ocurre, sin embargo, que extrapolar a futuro buenas actuaciones presentes corre el riesgo de resultar muy traicionero. En noviembre de 2006, tras arrastrarse sobre el césped en las primeras jornadas a las órdenes de Bakero, el equipo txuri-urdin del recién llegado Miguel Ángel Lotina también perdió en Anoeta frente a los amarillos en los últimos minutos (0-1), gol de Arruabarrena. Fue una derrota totalmente engañosa e injusta, ante la que no tardaron en surgir las lecturas positivas y optimistas. “Jugando así, nos salvamos seguro”. Pero la Real no volvió a “jugar así” y descendió con total merecimiento, porque las reglas de tres no sirven para este deporte.

Un rival letal

Abramos la coctelera, metamos dentro los dos ingredientes de este combinado (el nivel txuri-urdin el domingo y el del rival que había enfrente) y agitemos con ganas: la bebida resultante viene a significar la mejor actuación hasta la fecha de los de Sergio Francisco, al menos a mi modesto entender. Acertó el técnico con el planteamiento. Acertaron los futbolistas con la ejecución. Sólo falló el carácter extremadamente líquido de un Villarreal capacitado para colarse hasta por la más estrecha y pequeña de las rendijas. Alguna que otra sí que se abrió en el entramado blanquiazul, porque el fútbol es un juego de errores en el que resulta imposible no equivocarse nunca. Y estando enfrente los Buchanan, Pedraza, Ayoze, Moleiro y compañía... Con todos los respetos, otro gallo cantaría si esos balones le hubiesen caído a ese delantero de Osasuna que tan desafortunado se mostró en el derbi de El Sadar.

Al alza

Dijo nuestro entrenador en la víspera del partido que ganar a este Submarino amarillo exige acercarse muy mucho a la perfección, mensaje que la cruda realidad terminó luego corroborando. En cualquier caso, es ahora cuando la Real, abortada ya su serie de alegrías consecutivas, debe mirar adelante convencida de todo lo bueno que viene haciendo, derrota incluida contra un equipazo de Champions. Sergio está construyendo una escuadra cada vez más versátil y camaleónica, capacitada para adaptarse al contexto táctico de cada encuentro sin perder ni su identidad deportiva ni su energía espiritual: los txuri-urdin transmiten, acreditan siempre estar muy vivos, y ofrecen además la sensación de tener muy bien configurado el GPS de a bordo, gracias a las coordenadas de pizarra en él introducidas por el cuerpo técnico. Esa especie de 3-4-3 con el que jugaron los primeros 40 minutos del domingo generó sus cosas en el área rival y cerró vías hacia la propia, por cómo se ajustó a las estructuras de Marcelino. Y, aún así, el míster acreditó luego cintura y versatilidad para cambiar el paradigma ofensivo, escorar a los teóricos extremos e impulsar la frustrada remontada desde la micro sociedad que formaron en la derecha Kubo y Brais.

Fondo de armario

En la plantilla de la Real hay excepciones que confirman la regla, jugadores apartados de la rotación liguera como Odriozola, Sucic o incluso un Turrientes que ante el Villarreal sí tuvo sus minutos. Entre el resto, mientras, todos son susceptibles de poder entrar en cualquier once. Y, a partir de esto último, debemos ser conscientes de que, más aún en el fútbol de las cinco sustituciones, los entrenadores diseñan sus alineaciones en virtud de las necesidades tácticas de cada partido, sin pensar tanto en jerarquías ni en estados muy concretos de forma. Sadiq jugó de delantero centro y no Guedes porque el plan inicial pedía un nueve que fijara a los dos centrales amarillos. Y Aritz fue titular en detrimento de Caleta-Car porque el croata no es muy dado a perseguir a puntas móviles, y el beasaindarra tuvo que hacerlo con Gerard. Si encima ganamos para la causa al central Gorrotxa en su versión multi herramienta... Es como para mirar al futuro con esperanza. Cauta, pero esperanza al fin y al cabo.