¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿Sólo el juego conduce a obtener buenos resultados? ¿O un partido ganado de aquella manera también puede asentar las bases técnico-tácticas de un equipo en construcción? La Real Sociedad lo es, por mucho que nos pese. Y atraviesa esta semana uno de esos momentos clave que siempre se dan a lo largo de una temporada. Porque sí, al Mallorca se le ganó en Anoeta, pero con todo merecimiento, después de 80 minutos de superioridad manifiesta y diez últimos en los que temblaron las piernas, a los jugadores y al aficionado. Lo del pasado viernes contra el Sevilla, mientras, fue diferente: vistas las actuaciones de una y otra escuadra, a nadie le habría extrañado un empate. Pero vencieron los txuri-urdin porque aprovecharon un regalo de esos que ellos acostumbraban a hacer, y porque luego se defendieron con orden y solvencia. Pudo tratarse de un buen punto de inflexión...

¿Nueva dinámica?

Ese anhelado viraje en la campaña blanquiazul no apuntaría especialmente a lo futbolístico. Al fin y al cabo, el equipo lleva toda la presente Liga haciendo muchas cosas bien, también en partidos que se escaparon como los de Espanyol (empate) u Oviedo (derrota). El cambio en cuestión residiría más bien en una cuestión de inercias y de dinámicas, y en no necesitar ya acercarse tanto a la excelencia para sumar las siempre necesarias victorias. Nos gusta aquí analizar este deporte desde un punto de vista racional y objetivo, lo más frío posible. Pero debemos reconocer igualmente que hablamos de un juego con sus intangibles, regido por ciertos toques de esoterismo. Ir perdiendo 1-0 en el minuto 35 del Carlos Tartiere resultaba tan increíble como el gol anulado a Oyarzabal en Vigo por tener en fuera de juego una décima parte de su cabeza, o como el calamitoso saque de banda del sevillista Carmona en Anoeta. Eskerrik asko.

Lo positivo y lo negativo

El caso es que la Real se vio 2-1 arriba y durante la media hora final sucedieron dos cosas, una mala y otra buena. La negativa residió en que la confección de la plantilla limitó las posibilidades de estirar al equipo en ataque, en un contexto de defensa replegada. Compro que faltaba Kubo y que, con el nipón de titular, las piernas de Guedes habrían ayudado en la segunda parte. Compro igualmente que Óskarsson (lesionado) y Sadiq (fuera de la convocatoria) pueden aportar algo de profundidad. Pero a un servidor la explosividad al espacio del propio Guedes se le queda corta como principal y casi único argumento txuri-urdin para amenazar a zagas adelantadas. Anoeta asistió ante el Sevilla a 30 minutos monotemáticos: despeje y defensa, despeje y defensa, despeje y defensa, un panorama que le aboca a uno al sufrimiento pero que el equipo (y aquí está lo positivo) gestionó de forma adecuada. Fue una importante novedad respecto a las sensaciones previas de ternura y de fragilidad.

El Athletic

No lancemos aún las campanas al vuelo, y limitémonos a señalar que la Real ha activado ya el intermitente, anunciando su intención de virar hacia una senda de mayor competitividad. El modo en que ganó al Sevilla así lo evidenció. Cumplir el martes con el trámite copero de Negreira dejó las cosas como estaban. Y el sábado, al llegar al cruce de caminos, tocará por fin girar el volante para adentrar a la temporada txuri-urdin en un nuevo escenario de perspectivas más optimistas. Del mismo modo en que durante una Liga hay jugadas que marcan partidos enteros, se dan también encuentros que determinan campañas en su conjunto. Y un derbi es uno de ellos, sobre todo si vencerlo implica confirmar un cambio de tendencia. Los de Sergio Francisco no lo tendrán fácil ante un rival que compite en Champions. Pero, más allá de atrincheramientos postreros, el viernes en Anoeta pusieron la primera piedra, antes del descanso, mediante largos minutos en los que lograron combinar dos circunstancias muy ventajosas: atacar en campo rival y no tener que correr hacia campo propio. Si controlas las transiciones del Athletic ya has ganado mucho. A ver si se atan también los cabos sueltos en la estrategia defensiva.