[A por ellos] "Lo que me gusta Gorrotxa", por Mikel Recalde
No seré yo quien diferencie a los dos grandes. Lo único que nos importa de ellos es su relación de conveniencia con la Real. Está claro que es mejor llevarse bien con ellos, por todo lo que te pueda pasar, sobre todo en situaciones límite. Pero sin exageraciones. Son lo que son. Y por mucho que en algunos momentos puedan parecer que son amigos, solo se importan a sí mismos y el resto, como diría Toshack, se la resbala. Desgraciadamente, a veces hemos picado el anzuelo, pero hace tiempo que ya tenemos muy calados a los superligas.
Cada vez que visitamos al Barcelona me acuerdo de Zamora, que marcó un gol maradoniano ahí del que siempre contaba que apenas dejó prueba audiovisual. “Fue un córner o una falta en contra, Arconada cogió el balón y yo estaba en el segundo palo dentro de nuestra propia área. Entonces, cuando me pasó, yo empecé a correr hacia la banda, corrí, corrí, no me cogían, no me cogían, no recuerdo bien si regateé a un rival hasta que llegué casi a la altura de su área. Le hice un amago a Artola, como si fuera a chutar por el palo largo, recorté y marqué. Tampoco recuerdo bien si le dejé atrás, más bien le amagué claramente como si fuera a finalizar por ese lado y me fui hacia el otro. Fue una carrera de unos 70-80 metros. No es que tuviese a muchos contrincantes por delante, pero los que venían por detrás no me cogieron”. Me encanta recordar cómo me lo contó. Qué bueno era Zamora y lo mucho que lamento no haber podido disfrutar en buena edad de su fútbol de salón.
Fútbol añejo
Pero sobre todo, Barcelona me recuerda al sabor del fútbol añejo. Al de antes. El que me enamoró para siempre. Al fútbol de un partido televisado a la semana. A los bares en los que se formaban pequeños atotxas cuando la Real visitaba a los grandes. Mi postal particular se sitúa en el viejo bar Juanito, en la calle San Bartolomé. A principios de los 90, la Real vivió en el Camp Nou su particular oasis de rebeldía y, en consecuencia, de placer gracias sobre todo al idilio que vivió con ese campo John Aldridge. Un mes después de que el británico forzará la prórroga al igualar el 0-1 de la ida en Donostia de unos cuartos de final de Copa que luego decidió un tanto de Laudrup, la Real regresó a la Ciudad Condal en partido de Liga. La cosa pintaba mal con el 2-0 del Barcelona al inicio de la segunda parte, pero nuestro héroe recortó distancias poco después, la Real se vino arriba, el Juanito entró en ebullición con varias consumiciones volando por los aires tras el 2-2, algunas ni pagadas por la imposibilidad de alcanzar la barra. Pero el dueño, que tenía malas pulgas, vio peligrar su establecimiento después de que le señalaran un fuera de juego increíble al bueno de John cuando se quedaba solo casi desde el centro del campo. El realista fue el primero en hacer el gesto de la pantalla que hoy relacionamos con el VAR, al explicarle al colegiado que luego iba a comprobar que se había equivocado. Ni qué decir tiene que el 9 no hubiese perdonado ese mano a mano, pero una vez más nos quedamos en lo que pudo haber sido y no fue.
Al menos al año siguiente, la Real se pudo tomar la revancha con el famoso 1-3, con otro doblete de Aldridge y un gol de Atkinson que disfruté con mi cuadrilla en un bar de lo viejo. Me acuerdo bien y eso que llevábamos una tarde larga y productiva porque uno de mis colegas había reventado con el premio mayor una tragaperras a primera hora.
A partir de ahí se inició una racha demoledora de derrotas consecutivas que se prolongó durante la friolera de 32 años, con algunas humillaciones sonrojantes y un robo en una semifinal de Copa muy sospechoso. Contra esta gente nunca sabes. Si compitiésemos entre semana en Europa y dada nuestra delicada situación, muchos abogaríamos por salir casi con los juveniles. Pero hay cuestiones que debemos tener en cuenta en este momento: el Barcelona está con bajas y el miércoles recibe al PSG, por lo que puede tener la cabeza en otra cosa, que los realistas están necesitados y no pueden descartar la posibilidad de sumar en ninguna parte con todo lo que conllevaría sobre todo desde el punto psicológico el asaltar una plaza de esta dimensión y, la que más nos importa, que hay muchos jugadores blanquiazules que están obligados a reivindicarse si quieren aspirar a entrar en los planes habituales de Sergio porque ya son unos cuantos a los que se les está poniendo cara de chupar banquillo. Y porque el equipo no vuelve a competir hasta dentro de una semana, así que, a pesar de haberse dejado la piel el miércoles para certificar su primera victoria, no queda más remedio que poner todos los huevos en la cesta para intentar dar la campanada. Que todos pudimos comprobar el curso pasado que este Barcelona no es para nada infalible. Es más, suele dejar muchas puertas abiertas, demasiadas, así se quedó sin Champions. Y sin ir más lejos, Las Palmas y Leganés, dos de los descendidos, se llevaron los tres puntos en su visita al estadio olímpico.
Nombres propios
Sin Yamal de inicio, que es una bestia y absolutamente diferencial, ni Fermín, que me parece un futbolista extraordinario ni quizá Raphinha, que fue el mejor de la Liga anterior, pero con Pedri. El diferente. Un futbolista de los que ha ido pasando inadvertido hasta que ha confirmado las expectativas y se ha convertido en un despampanante cisne. El canario no ha parado de recibir elogios en los últimos tiempos, como el de Scholes que ha proclamado “mi número uno es Pedri. La otra noche, después de verlo contra el Newcastle, me dije: ‘Sí, es exactamente como Xavi e Iniesta en uno solo”.
Pero la mejor descripción del azulgrana la hizo Simone Inzaghi, el técnico que se erigió en su verdugo en esas ya inolvidables semifinales con el Inter: “No hay nadie como él. En el mundo del fútbol, que está lleno de velocidad y poder, es el jugador que piensa antes que todos los demás y es el jugador más caro ahora. Puedes encontrar a diez jugadores con velocidad, pero no encontrarás a uno que piense como él. Y no porque anota mucho, sino porque crea el juego y controla el tempo del juego como un maestro. Si lo comparas con Iniesta, descubrirás que es más inteligente. Si lo comparas con Zidane, encontrarás que es más organizado. Barcelona tiene suerte porque lo atraparon antes de que todos se dieran cuenta de su verdadero valor. Hoy no tiene precio, porque es irremplazable”.
¿Se acuerdan de todo lo que le costó a Pedri convencer y afianzarse en el Barcelona tras irrumpir con fuerza en Las Palmas? Bastante tiene con que le hayan comparado sin haber llegado a debutar con la txuri-urdin con un jugador de la talla Martín Zubimendi con que se me ocurra a mi relacionarle con Pedri. Entre otras cosas porque no juegan en el mismo puesto. No es justo lo que le hemos hecho a Gorrotxa. No podemos exigirle que haga las mismas exhibiciones que hacía en el Mirandés en la Real. Necesita tiempo, sobre todo en esa demarcación en la que tiene que carburar y hacer jugar a todos los que le rodean. Donde tienes que ser el faro del equipo.
Gorrotxa es muy bueno y va a ser mucho mejor. Estoy convencido de que triunfará en la Real. Tiene mucho mérito, porque al contrario que Imanol a Zubimendi, Sergio le hace jugar en campo contrario y nunca se incrusta entre los centrales para jugar de cara, que es mucho más fácil. Solo ha jugado en Primera cuatro partidos y tres de ellos de titular. Si Pedri necesitó su tiempo, ¿cómo no le va a costar al eibartarra? Y lo más importante, no hace falta que sea el número 1 como muchos esperaban, con que esté entre los mejores de los nuestros, nos conformamos. Eutsi Gorrotxa. ¡A por ellos!