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Opinión

Imanol Alguacil o la utopía de los lunes felices

Imanol Alguacil no solo cambió la Real Sociedad. Cambió los lunes en Donostia

Imanol Alguacil o la utopía de los lunes felicesRuben Plaza

Imanol Alguacil no solo cambió la Real Sociedad. Cambió los lunes en Donostia. Desde 2018, con él en el banquillo, las gestas lejanas de los 80 parecía que se podían repetir. Quienes empezamos a tener conciencia futbolera cuando Atotxa ya no era más que un lugar abandonado junto al colegio escuchábamos con asombro las historias que nos contaban. Costaba creer que, en aquellas gradas ruinosas y silenciosas, a las que nos colábamos como una travesura infantil, se hubieran vivido tardes de gloria y noches europeas de ensueño. Todo parecía mítico y onírico, demasiado legendario para haber ocurrido.

Nos enganchamos al equipo de nuestra ciudad, de nuestra tierra, pese al nuevo estadio frío, muy diferente al vetusto campo de Duque de Mandas. Se sucedían los proyectos sin alma, los entrenadores fugaces y los fichajes inexplicables.

Tiempo de cambio

El subcampeonato de 2003 fue un destello breve. Luego, la oscuridad: el descenso, el miedo real a desaparecer ahogados por las deudas y la sensación de volver a empezar sin saber si el club lograría asentarse en Primera, o acabaría atrapado en ese vaivén de subidas y bajadas que ya conocía de otras épocas y otros clubes históricos están sufriendo.

Con Imanol eso cambió. Y los lunes, el verdadero termómetro para medir la estabilidad de un club, fueron mucho más felices que tristes. Así se ganó una Copa del Rey después de 34 años, llegaron cinco clasificaciones europeas consecutivas, se regresó a la Champions League. Con el patrón de Orio en el banquillo de Anoeta volvió el orgullo, la cantera, la exigencia de competir siempre, el gusto por hacerlo bien, la convicción de que se puede; y una idea clara que no cambiaba con el viento. Por fin, un proyecto con identidad y continuidad.

El adiós

La pasada temporada irregular demostró que Imanol no fue perfecto. Como tantos otros entrenadores que marcaron época desde la continuidad: Alex Ferguson en el Manchester United, Arsène Wenger en el Arsenal, Guy Roux en el Auxerre o Valery Lobanovski en el Dinamo de Kiev. Creímos que Imanol sería eterno guiando el barco txuri-urdin.

No lo será. Y así dolió su adiós. Porque la Real de Imanol fue, por momentos, todo lo que soñamos. Una utopía hecha equipo. Y sí: nos dio muchos lunes felices.

Después del cierre de etapa agitado, con el ruido sacudiendo en el entorno realzale, resuena con más sentido que nunca aquella frase de otro entrenador que escribió su nombre en oro en la historia del club. “No se desunan. Todos juntos pueden lograr muchas cosas”, nos avisó Martín Lasarte.

Se fue Imanol, pero debe quedar algo más que aquellos lunes que ahora parecen lejanos: la certeza de que la Real puede soñar en grande sin traicionarse.

Nueva etapa

Ahora empieza una nueva etapa con Sergio Francisco, una apuesta firme del club. Una elección valiente que recuerda a la que en su día fue Jagoba Arrasate: un proyecto que el ruido del entorno derrumbó. Que esta vez no se rompa. Que esta vez sepamos cuidarlo. Porque ganar es difícil, pero lo verdaderamente raro es disfrutar los lunes.