La Real de Imanol murió y lo peor de todo es que no nos dimos ni cuenta. Cuando todos esperábamos que certificara su candidatura a Europa ante el Mallorca, cayó con estrépito y a partir de ahí todo fue cuesta abajo sin frenos. Fracaso tras fracaso, decepción tras decepción… Qué pena.

Por el camino se ha llevado por delante al mejor entrenador de la era moderna txuri-urdin. La crisis ha arrasado con todo. Una lástima. El Celta no tuvo la necesidad de desplegar su mejor versión para llevarse los tres puntos y sellar su clasificación para las competiciones europeas. Una cosa es que los partidos de la Real sean necrológicas y otra, muy distinta, es que este equipo no sea capaz de estar a la altura del escudo y darle una mínima alegría final a su afición.

No era el Madrid, ni el Inter ni el PSG lo que tenía enfrente. Con todos los respetos, era el Celta de Vigo. Si después del ridículo en Madrid no es capaz de sacar su orgullo, su casta y su necesidad en un encuentro ante un rival directo, apaga y vámonos.

Esto es lo que hay. Imanol puede estar muy agradecido a sus pupilos por su servicio a la causa. Para ser justos, la derrota fue inmerecida, pero si nos atenemos a ocasiones claras, el Celta dispuso de dos clarísimas, una que acabó en gol, y la Real solo una. La de Oyarzabal que estrelló su cabezazo en el larguero en la segunda parte. Como mucho, podemos añadir la de Mariezkurrena que salvó, muy a su pesar, Zubimendi

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📸 Estas son las mejores imágenes del Real - Celta Ruben Plaza

Día peligroso

Era un día peligroso. Eso lo sabíamos todos. Imanol intentó apostar por su mejor once posible, con cinco cambios respecto a los que hicieron el ridículo en el Metropolitano. Tres en la zaga, con la entrada de Traoré, Zubeldia y Aihen, además de Brais y de Sergio Gómez.

La Real no completó una mala primera parte. No porque estuviera especialmente brillante, algo que ya nadie espera, sino porque anuló el juego del Celta. A pesar de todo y en la mejor señal de que las cosas no funcionan, las únicas ocasiones claras las generó el cuadro olívico al quedarse solo desde el centro del campo Borja Iglesias a los dos minutos, sin acertar en el remate, y en el minuto 43, en un error compartido entre Zubeldia y Zubimendi, que acabó en una asistencia del panda a Alfon, que anotó a la segunda, después de que Remiro detuviera su primer disparo. 

Las únicas oportunidades realistas llegaron a balón parado con sendos remates de Oyarzabal y de Zubeldia que no encontraron portería. El resto, lo de siempre. Muchos pases, muy poca profundidad y ninguna inspiración de los atacantes, que apenas desequilibraron a la zaga celeste. Una pena, porque esa es la realidad actual de este equipo. Sin confianza, autoestima, ni inspiración.

Para los rivales es una cuestión de tiempo esperar a que cometan un error que les permita desnivelar la contienda y a partir de ahí, todo está liquidado. Ni orgullo, ni casta, ni ganas de divertirse como demostraron en el descanso cuando pitaron al equipo y a cualquier iniciativa para animar a la grada como la Kiss cam y la Dance cam. Esto es la Real y no estamos para bromas. A ver si se enteran algunos de una vez.

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Las notas de Mikel Recalde del Real - Celta Mikel Recalde

Mejoría

En la reanudación la Real fue mejor, dominó en todo momento y encerró a su rival, que no dispuso de ninguna ocasión, pero la realidad txuri-urdin es esta. Con el apoyo incondicional de una afición que no le abandonó, que apenas recriminó nada a ningún jugador y que volvió a demostrar que en las malas hay pocas como ella (al menos de los que fueron al campo), los blanquiazules insistieron una y otra vez pero sin brillantez ni la suficiente inspiración como para encontrar el remate.

Pablo Marín, en dos ocasiones; Oyarzabal, en un cabezazo al larguero; y Mariezkurrena, nada más entrar en un disparo que evitó que entrara Zubimendi desde el suelo, fueron los que más cerca estuvieron del empate, pero no hubo manera. El Celta, con lo mínimo, se llevó los tres puntos.

El equipo volvió a no estar a la altura, pero Anoeta, en cambio, sí, sin montar ninguna bronca y arropando a los suyos consciente de que lo había intentado pero que esta vez no lo había logrado por falta de acierto. Agur Europa, sin honores, con un final de Liga lamentable y ahora a preparar la despedida de Imanol y el cierre de un curso en el que hay que demostrar que todos estamos a la altura del escudo.

Una noche triste

Fue una noche muy triste, cierto, pero esta vez la Real fue mejor, mereció ganar y se llevó otro sopapo sin merecerlo. Las cosas como son. Aunque su fútbol se encuentre a años luz de lo bien que llegó a jugar este plantel, lo orgullosos y felices que nos hicieron sentir.

Esto es fútbol y esto es la Real. Que nadie lo olvide. El punto de partida de la regeneración. Así seguro que llegará más pronto de lo que todos imaginamos y tememos en unas semanas en las que nos han empezado a volver locos.

Tranquilos, en agosto la Real jugará con once, en el mismo estadio, ante la misma hinchada y desplegando un fútbol seguro que distinto que el que ha completado en el entierro del pobre patrón que perdió el control de la trainera cuando menos lo esperábamos.