Sí. Puede sonar raro. Pero el reparto de cupos europeos extra por parte de la UEFA no se limita a la actualidad y al tan vigente asunto de los coeficientes. Hubo un tiempo en el que el máximo organismo continental otorgaba dos billetes de regalo a los equipos más deportivos de las diferentes ligas. ¿Y cómo lo hacía? Pues sin complicarse mucho la vida. Cada mes de junio, concluidos los distintos campeonatos nacionales, metía en un bombo al conjunto menos tarjeteado de cada uno de ellos, extrayendo luego únicamente dos bolas, las de las escuadras agraciadas. En 2000, el sistema en cuestión le implicó al Rayo Vallecano un alegrón para el recuerdo, pues los entonces dirigidos por Juande Ramos accedieron así a su primera y única participación internacional. Ahora, un cuarto de siglo después, buscan la segunda, pero atendiendo esta vez a la clasificación de puntos, y no a la de cartulinas.
Brillante participación
Cuidado, porque lo de la deportividad y aquel curioso sorteo significó sólo el comienzo de una historia que tuvo larga continuidad. Al fin y al cabo, el Rayo no se limitó a participar en la entonces llamada Copa de la UEFA, se dedicó también a competir, y lo hizo de forma notable.Superado el trámite de agosto contra el modestísimo Constelació de Andorra, apeó luego a los noruegos del Molde, a los daneses del Viborg, a los rusos del Lokomotiv Moscú y a los franceses del Girondins, antes de caer en cuartos de final contra el Alavés. Los vitorianos perderían la posterior final de Dortmund frente al Liverpool, eclipsando en cierto modo el gran concurso de los Míchel (actual técnico del Girona), Luis Cembranos, Bolo, Poschner o Julen Lopetegui. Un auténtico equipazo.
¿Y ahora qué?
Transcurridos casi 25 años, el Rayo Vallecano vuelve ahora a mirar más allá de los Pirineos, con el anhelo de cruzarlos de nuevo a partir del próximo septiembre. El aliciente de la octava plaza, con lo que esta puede significar, ahí está. Pero los resultados recientes han desinflado algo el globo de la ilusión. Numerosos rivales se han sumado a la pelea. Y el equipo únicamente ha podido sumar un punto de los últimos doce, dentro, eso sí, de una complicada fase del calendario: perdió en Montjuic contra el Barcelona (1-0), cayó en casa ante el Villarreal (0-1), empató en Vallecas frente al Sevilla (1-1) y encajó la semana pasada en el Santiago Bernabéu con el Real Madrid una ajustada derrota (2-1). Mala racha al margen, lo cierto es que la entidad de los adversarios y lo corto de los mencionados marcadores apuntan a algo que confirman las sensaciones, y es que el equipo de Vallecas conserva gran parte de las fortalezas futbolísticas que le situaron en su día en la zona noble de la clasificación.

Continuidad con matices
La historia de Iñigo Pérez, actual entrenador rayista, ya ha sido muchas veces explicada, pero nunca está de más repasar una carrera meteórica en los banquillos. Jugaba en Osasuna hasta que colgó las botas en junio de 2022, incorporándose de inmediato al staff técnico de Andoni Iraola en Vallecas. Un año después, problemas con el visado le impidieron acompañar al usurbildarra hasta Bournemouth, quedándose en el paro y esperando una oportunidad que le brindaría el propio Rayo transcurridos unos pocos meses, en febrero de 2024. La supo aprovechar, y hoy es el día en que toda la Liga admira la atractiva y valiente propuesta de un equipo que ha sabido conjugar lo que le dio en su día el citado Iraola y los matices introducidos por Pérez. Con 37 años, el técnico más joven del campeonato apuesta por una agresiva presión muy similar a la que proponía su maestro, pero también ha intentado sofisticar el fútbol rayista mediante un mayor dinamismo con balón. En este sentido, los movimientos de los laterales Ratiu y Chavarría, dos futbolistas muy capaces de jugar por dentro, permiten al rival txuri-urdin formar estructuras móviles más difícilmente detectables para los contrarios.
Futuro en el aire
Cuando Iñigo Pérez sutituyó a Francisco en el banquillo del Rayo Vallecano, se convirtió en entrenador franjirrojo por espacio de campaña y media, hasta junio de 2025. Así, su contrato expira al final del presente curso, sin que, al parecer, se hayan producido avances de cara a una hipotética renovación. Ahora la rumorología sitúa al ténico navarro en Osasuna a partir del próximo verano, y lo cierto es que todo cuadra, pues Vicente Moreno, el entrenador rojillo, también tienen un contrato corto que explira cuando concluya la Liga.