“La Real ha sido un club muy importante en mi carrera y en mi vida, porque al final es donde aprendí a ser un hombre”. Quien así se expresa es Liassine Cadamuro, futbolista del Sanse y de la Real entre los años 2008 y 2015, en los que vivió el regreso a Primera y hasta la Champions: “Nunca podré criticar este club, porque me dio la oportunidad de ser un profesional y realizar mi sueño. Pasó lo que pasó. Guardo siempre buenos recuerdos de la Real y me alegro de verles tan bien”.
Con 19 años, relata a José Luis Lorenzo en Relevo, un tira y afloja acabó con su salida del Sochaux, que le ofrecía prolongar su contrato un año y él pedía tres. Una llamada de Eric Olhats, el ojeador de la Real en Iparralde y en el Estado francés, cambió el destino de Cadamuro, que llegó a Gipuzkoa a hacer unas pruebas.
“Veía las instalaciones de Zubieta y me parecían increíbles. En Francia no teníamos eso. En aquella época, muy pocos clubs de Francia tenían esas instalaciones. Para mí era una evidencia que tenía que firmar con la Real y tener la oportunidad de realizar mis sueños y lo hice y la verdad que no me arrepiento de nada porque al final, gracias a la Real, he podido jugar con Argelia y vivir momentos muy felices”, recuerda Cadamuro, que sí tiene “una espina clavada, la tendré por vida porque al final sé que todo podría haber salido mejor por mi parte y del club también, de las dos. Es muy fácil decir que es culpa del club, pero no. Como te expliqué, yo también tenía mis defectos y los tenía que curar, pero fue muy complicado”.
¿Era un 'sobrado'?
Muchos aficionados recordarán sus acciones valientes, que alguna rayaba lo temerario, incluso en la salida del balón. En la entrevista, Cadamuro toma la calificación con humor: “Siempre me han dicho que iba de sobrado, pero soy así. No sé cómo explicarte, pero en la vida soy así también. Yo nunca me he puesto, nunca he tenido presión. No sé cómo explicártelo. Un partido cualquiera, daba igual la entidad del rival, era un placer, un desafío, unas ganas increíbles de jugar, pero tener esa presión que me impidiera hacer mi juego...”.
“Igual es lo que me ha faltado un poco, sentir eso en algún momento y pegarle un pelotazo al balón y despejar”, reconoce Cadamuro un rasgo de su personalidad: “En el trabajo que tengo ahora, a veces me dicen: 'Cuidado, tranquilo', pero es que soy así. Te digo que en algún momento me hubiera gustado sentir esa presión. Pero, por cómo soy, si siento esa presión, no hubiera podido actuar como actué en algunos partidos”.
¿Qué pasa con Griezmann?
La entrevista deja entrever que entre el exdefensa de origen argelino y una de las estrellas de aquella Real, Antoine Griezmann, algo pasó. Muy próximos en su etapa de jugadores del club donostiarra, Cadamuro antes le llamaba Antu: “Ahora digo Antoine Griezmann, porque no tenemos nada en común. Cuando fichó por el Atlético de Madrid, él venía de la Copa del Mundo. Veníamos los dos. Y le mandé un mensaje para felicitarlo, normal, porque éramos amigos y estábamos juntos todos los días. Vi que lo había leído, pero no me contestó. Y nada más. Se acabó así. ¿Qué he hecho? ¿qué le he dicho? Él sabrá”.
“No voy a correr detrás de nadie, nunca lo he hecho en mi vida. Si él ha tomado esa decisión, la respeto”, explica el exzaguero, que se alegra “un montón de que haya sido campeón del mundo, que haya hecho esas cosas en el mundo del fútbol, que se haya convertido en un gran jugador, pero en lo personal... Si algún día nos cruzamos por la calle, que no se gire para gritarme 'Cada' porque le voy a decir tranquilamente: 'Anda con tu vida, yo con la mía'. Ya está y no pasa nada”.
En sus halagos a la Real, Cadamuro muestra su satisfacción especial con el desempeño que logró el equipo la pasada temporada: “Jugaron muy bien. Con Imanol en el banquillo me ha gustado un montón este equipo jugando de la misma manera ante el Real Madrid, el Inter de Milán... 'Vamos a jugar a fútbol y vamos a intentar ganar. Si se pierde no pasa nada'. Así se juega a fútbol. Eso es lo que me gusta. Y me encantó. La Real tenía un equipazo el año pasado”.
Cadamuro, que jugó cedido en Mallorca antes de proseguir su carrera en Osasuna, Servette (Suiza), Nîmes (Francia), Nàstic, Concordia (Rumanía), Volos (Grecia) y los galos Atlético Marsella e Istres, vive en Marsella, en la costa mediterránea francesa, donde trabaja en una empresa que produce PVC de alta calidad.
Padre de dos hijos de 6 y 4 años, no quiere oír hablar de momento de si serán futbolistas: “Quiero que disfruten, nada más. No tengo un plan Mbappé, como veo aquí en Francia, que algunos padres se vuelven locos con este tema. Es asqueroso que tu niño haga una carrera para ganar dinero y para que te cuiden. Me da rabia, asco. Tu niño tiene que ser lo que quiera él. Les preguntaré en su momento: '¿Quieres jugar a fútbol?' Si me dicen que sí, entonces les diré: 'Juega, pero hazlo para ser feliz, no te pongas ninguna presión. Tu padre nunca la tuvo'”.