En épocas de vacas flacas, la preguntita de marras se repite de forma sistemática. “Oye, tú que eres periodista... ¿Qué le pasa a la Real?”. Hay rachas y rachas, por lo que a veces la respuesta resulta sencilla. Pero hay ocasiones como la actual en las que se hace difícil contestar algo mínimamente coherente. Al fin y al cabo, el equipo viene de perder tres partidos completamente distintos, ante Valencia, Lazio y Getafe, por lo que dar con un análisis justo exige tomar un poco de distancia y mirar a circunstancias más generales. ¿El calendario? ¿La juventud de la plantilla? ¿El fútbol en sí mismo? Todo se junta y afecta a los resultados, condicionando estos a su vez la moral de un equipo demasiado frágil ante cada golpe que recibe. El aspecto mental parece muy presente y determinante en los problemas txuri-urdin. Que conste en acta. Aunque dejaremos aquí el asunto psicológico, porque significa el más difícil de calibrar desde el exterior.

Cansancio

Este lunes se anunció el horario del partido contra el Leganés, domingo a las nueve en Anoeta, una noticia pésima para el aficionado. Nadie reparó ya, sin embargo, en que la Real vendrá de jugar Europa League el jueves previo y necesitará horas extra de reposo. Cuando median polémicas e injusticias, el tema este del descanso está en boca de todos. Un par de semanas después, mientras, nos olvidamos ya de él y lo eliminamos de la ecuación, cuando en realidad sigue muy presente. El equipo jugó a contrapié, en cuanto a fatiga reciente acumulada, ante sus tres últimos verdugos. Y volverá a competir así el próximo domingo en El Sadar. No es un asunto que lo explique todo. Pero debe ser incluido en cualquier balance que se precie, viviendo además como vivimos una temporada que ha multiplicado la exigencia física para los equipos europeos.

Juventud

Recordemos cómo arrancó esto. En la víspera de la primera jornada de Liga, los refuerzos de la Real eran los prometedores Sergio Gómez (2000), Javi López (2002) y Sucic (2002). Imanol optó por lanzar un mensaje potente: “He pedido fichajes en todos los puestos, porque lo que quiero es ganar los domingos”. Sólo 48 horas después, sin embargo, Aperribay daba por inaugurado un nuevo ciclo (o “nuevo libro”), y decía aquello de que “si algún año no entramos en Europa tampoco pasa nada”. Durante lo que restaba de mercado, Alguacil tuvo con Aguerd (1997) su particular regalito, pero la política de sumar juventud al plantel se mantuvo con Óskarsson (2004). Después, finalizado el plazo de incorporaciones, el entrenador empezó ya a defender que “esta plantilla alcanzará su máximo nivel dentro de dos o tres años”. Y lo sigue repitiendo, aunque otra cosa es que le guste. Diez de los 16 futbolistas txuri-urdin que jugaron el domingo nacieron en el presente siglo. Contra el Getafe de Bordalás. Menos de tres días después de un duro varapalo en Roma. E inmersos en un proyecto que exige pelear por Europa aunque el calendario no conceda tregua. Convencerá o no la idea del club. Pero la falta de experiencia se nota. Sí o sí. Y la ventanilla para censurarla, ojo, no es la de Imanol, su principal pagano.

Fútbol

La cuenta de la que sí responde el míster es la de la pizarra, desde donde se devana últimamente los sesos para hacer de la Real un equipo más competitivo en ritmos bajos. La sucesión de partidos obliga a pisar menos el acelerador. Y el equipo lo acusa, alejado por fuerza mayor de aquellos despliegues que le llevaron hace apenas mes y medio a vivir su mejor racha de la campaña. Generalmente los rivales le respetan, tapándose para evitar que el juego ofensivo txuri-urdin carbure por dentro y termine fuera. Ante las dificultades que esto suponía y supone, la presión alta se había convertido en el mejor mediapunta blanquiazul. Pero ocurre ahora que ponerla en práctica cada tres días durante dos meses, sin parones ni descansos de por medio, se antoja demasiado exigente. A nada que Imanol ha intentado activar mínimamente el modo ahorro, con algunas propuestas menos agresivas en defensa, han bajado las prestaciones de un equipo que en mayo sí supo emplearse así para obtener un billete europeo. Entonces, claro, la plantilla era otra.

Mercado

Como apuntamos en el párrrafo anterior, los rivales de la Real acostumbran a matizarse de forma conservadora. Pero también los hay que se lanzan a presionar arriba con agresividad, hombre a hombre, obligando a Remiro (o a los centrales) a golpear en largo. Sucedió ante el Getafe. Y el equipo echó en falta entonces dos perfiles muy concretos: futbolistas rápidos y profundos para amenazar la espalda de la adelantada zaga contraria, y jugadores de la zona ofensiva que con su envergadura iluminen el juego directo txuri-urdin. Ni Oyarzabal ni Óskarsson son Willian José o Sorloth. Sucic no es Merino. Y, respecto a lo de la velocidad al espacio, la única baza de Becker se antoja corta por lo poco que él mismo aporta en otras facetas del juego. Sheraldo significa una herramienta válida, pero demasiado específica...