El Getafe volvió a hacer de las suyas en Donostia. Todos sabemos que al equipo getafense se le da bien Anoeta y que se ha llevado los tres puntos en más de una ocasión. Normalmente lo hacía con una estrategia ultradefensiva, con la intención de que rodase poco la pelota, tratando de cortar en todo momento el partido y sacando de quicio a todos los realistas. Jugadores, entrenadores y aficionados. Pero ayer no fue para nada así. Con una plantilla de mínimos, el conjunto de Bordalás le dio un baño de dimensiones importantes a una Real deprimida y alicaída. Con un estado de ánimo por los suelos tras las derrotas ante Valencia y la Lazio. 

Dicen que a los jugadores les afectó mucho el ataque de los ultras en Roma, porque son humanos y tenían a muchos amigos y familiares en la ciudad. Que las fuertes críticas que recibieron después del ridículo que completaron escocieron más de lo habitual. Pero el orgullo, la casta y la rebeldía se demuestra en el verde. Con la txuri-urdin puesta. 

No vale de nada enfurruñarse porque has decepcionado a tu gente, como es normal, y mira que la afición realista debería estar nominada para las siguientes beatificaciones. Si te escuece, si te han hecho daño, te vuelves a levantar y demuestras que estás hecho de otra pasta. Si no pueden entender que esta plantilla, con el nivel y el valor que tiene, no puede caer de forma tan estrepitosa ante, sobre el papel, uno de los peores Getafes que se recuerdan, es que se les ha ido completamente la cabeza o que viven en una realidad paralela. 

Todavía alguno se sorprenderá porque la parroquia blanquiazul acabó de uñas el encuentro. Así son ellos, cuando reciben elogios y aplausos se creen que es lo normal por lo buenos que son, pero cuando vienen mal dadas, les molesta todo lo que se dice de ellos. Ya pueden espabilar y ya pueden hacerlo pronto, porque ellos siempre han defendido a muerte a Imanol, pero deben tener muy claro cuál es el eslabón más débil y el lado más fácil por el que se rompe la cuerda.

El técnico

Esto nos permite entrar en el tema del entrenador. Bordalás le dio un baño tremendo en la pizarra al oriotarra. Sabiendo cómo empantanar el centro del campo para que Zubimendi, que está para tomarse un descanso y para centrarse de una vez con todos los rumores sobre su salida que le acompañan, nunca se sintiese cómodo para mandar en el encuentro. Pero el entrenador no es el único responsable. 

Los interiores de la Real Sociedad, la posición más reforzada por parte de la dirección deportiva, no carburan. Son jugadores que pueden tener buenos días, pero necesitan músculo para ser mucho más fiables y consistentes. El equipo txuri-urdin necesita fuerza para competir, por supuesto cuando sale en Europa, pero también ante rivales como el Getafe. Porque, además, al lado de un futbolista de estas condiciones pueden sacar su mejor fútbol. 

Sin gol

Y luego está la falta de gol, que se trata de un lastre aparentemente tratado por todo el mundo como si fuera un problema menor. No hay nada más importante que no tener facilidad para ver puerta. 17 goles en 21 jornadas son números de descenso. Si es verdad que la dirección deportiva no ha solicitado ningún refuerzo a la presidencia, una de dos, o no hay un duro y las boyantes cuentas que nos han vendido no son ciertas o, lo que es más grave, pasan de todo. Si se creen que con este plantel van a aspirar a todo en las tres competiciones, apaga y vámonos. Las cosas como son. 

En el minuto 63, el Getafe sacó a Mayoral, un delantero de verdad, y la Real en el 70 puso en liza a su gran apuesta de futuro para la delantera. El primero, que es buenísimo pero tiene problemas en la rodilla, decidió el encuentro; y el segundo, al que no se le puede echar ninguna culpa de lo sucedido ayer y de que pagaran un precio absolutamente desproporcionado para su contratación, todavía está muy verde y su entrenador cree que tiene mucho más futuro que presente como para desnivelar un duelo como el de ayer. 

El Getafe se presentó en Anoeta siendo el segundo equipo menos goleador de las cinco grandes ligas y se impuso por 0-3. Por supuesto, ahora ya lleva más dianas que la Real. Como para tomárselo a broma. Esperemos y confiemos en que antes del siguiente encuentro ya haya otro delantero entrenando en Zubieta…

No tardamos en descubrir que enfrente estaba el Getafe y que nos aguardaba una tarde de perros. No en lo meteorológico, sino en lo deportivo. O mejor dicho quizá, en lo antideportivo, con todas esas continuas paradas de juego y exageraciones sobreactuadas por todo, aunque esto no quita para que, para lo poco que poseen, tengan un mérito extraordinario. Y eso que la actitud contemplativa y sin sangre de los blanquiazules también puso mucho de su parte para que se viviera una de las primeras medias horas más tediosas y aburridas de lo que llevamos de temporada. 

Mal comienzo

Es más, la Real entró tan mal al encuentro que los primeros 20 minutos fueron de dominio getafense. Sin excesivas ocasiones ni situaciones de peligro reales, pero con muy malas sensaciones. Desde luego nada que permitiese borrar de un plumazo el nefasto recuerdo de la pesadilla en Roma, como muchos necesitábamos.

Imanol abogó por un once con cuatro cambios, al apostar por ocho canteranos o que han pasado por el Sanse. Las novedades fueron Pacheco, Turrientes, Olasagasti y Sergio Gómez.

En el Getafe, dos viejos conocidos como Diego Rico y Sola, para intentar aplicar la justicia divina de la vengativa ley de los ex. 

A los cuatro minutos, Milla disparó duro desde lejos, pero la pelota se marchó cerca del palo. Poco después, tras un doble error de Zubimendi, a Sola se le escapó demasiado cruzado su forzado remate a botepronto.

Pasada la media hora, despertó Kubo y, como no podía ser de otra manera, dada su abrumadora influencia en el juego, el partido cambió por completo. Su espectacular internada hasta la línea de fondo y su posterior pase de la muerte no encontró rematador al casi estorbarse entre Sergio, que la dejó pasar, y Oyarzabal, que no pudo conectar su chut.

A los 38 minutos, en la tercera acción peligrosa del nipón, Oyarzabal cabeceó y Soria salvó bajo palos. Alderete se quedó cerca en un lanzamiento de falta muy escorado y al borde del descanso, Kubo proyectó a Turrientes y el centro de este al segundo palo lo finalizó con la testa Zubeldia, aunque le salió demasiado centrado y Soria despejó al córner.

Tras el descanso

En la reanudación, Brais entró por Turrientes, que tenía amarilla. Algo habitual con Imanol. El gallego pareció cambiar un poco el signo del encuentro, pero fue un espejismo. 

Al cuarto de hora, sirvió un buen pase a Oyarzabal, aunque este remató muy mal de primeras y el linier levantó el banderín. Poco a poco el Getafe volvió a adueñarse de la situación, empezó a atacar más, a combinar con más criterio, acierto y profundidad y, en la primera que tuvo, Uche marcó el 0-1 tras una parada de Remiro a disparo de Borja Mayoral. 

Con los realistas aturdidos, Carles Pérez le birló un balón a Javi López (que había anulado el fuera de juego en el primero) y logró el segundo al culminar una buena contra de Diego Rico. A partir de ahí la Real atacó a empujones, sin continuidad ni organización y confiando en la magia de Kubo, pero este genio solo concede un número limitado de deseos. No puede hacerlo todo. Un centro del nipón lo cabeceó sin mucha fe Óskarsson y detuvo Soria. Mayoral volvió a amagar antes de que Carles Pérez firmara el tercero en otra acción muy mal defendida. Kubo lo intentó hasta el final y Barrenetxea también dejó una bonita jugada individual, pero sin acierto.

Urge una reacción

El término del encuentro dejó escenas significativas. Kubo, el que menos lo tenía que hacer, se acercó a la grada y se disculpó con una reverencia y Aperribay, Olabe y Bretos mantuvieron una improvisada y larga reunión delante del banquillo visitante. Todo lo que no sea empezar a moverse desde hoy mismo en traer uno o más refuerzos será un acto de irresponsabilidad y una dejadez de funciones inadmisibles. Que son tres derrotas seguidas ante el colista, el Getafe y la Lazio, ante el que fuiste con todo. No son cualquier cosa. Esto no puede seguir así. Urge una reacción ya, porque el enfermo está cogiendo muy mal color...