Uno intenta no aburrir demasiado con sus tonterías… Pero para compensar mi artículo personal escatológico de la previa del Villarreal (en el que al menos no me cagué en los muertos de nadie a pesar de que ganas no me faltaban), me voy a poner en manos de  Willy Brandt para que puedan comprobar que uno lee y se prepara las cosas. El excanciller alemán dijo en su día que “permitir una injusticia significa abrir el camino a todas las que siguen”. Y al margen de las ganas que le tenían a la Real por los temas ya contados y analizados que no voy a volver a repetir, la realidad del fútbol español actual es esa. A sus gestores no les importa nada todo lo que no sean los huevos de su gallina de oro salidos del binomio dictatorial por la rivalidad Barcelona-Real Madrid y los demás han ido aceptando migajas para ir cuadrando sus cuentas sin darse cuenta de que era pan para hoy y hambre para mañana. Cuando hay un ratio de cuatro días para poner horarios de una misma jornada y no le das ninguna importancia al resto de pringados terrenales, la consecuencia es que todos ellos están expuestos a atropellos clamorosos como el que le ha tocado sufrir a la Real esta semana que convierte esta eliminatoria en la de la vergüenza. Pero en el palco del coliseo de la Liga, tumbado en su diván como un César romano, a Tebas le trae sin cuidado el posible enfado de los plebeyos. “Ya se les pasará”, es su poco empático razonamiento.

Supercopa

Y no hay más que ver lo que sucede en la Supercopa, donde cada año acuden dos clubes que sobran y que solo están para ser meras comparsas para que los árabes puedan ver dos veces a los gigantes españoles, la segunda en un duelo directo. No hay unas cuentas más escandalosas en el deporte español que lo que cobran, por un lado, la pareja de abusones, matones de colegio que quieren quedarse con todo el pastel sin preocuparse por nadie más que por ellos, y los muertos de hambre. Pero como nadie se queja, esta inequidad que padece la Real sin una queja a la altura de la afrenta ni amenaza de plante abrirá el camino a todas las que siguen. Que quede claro que, como dijo aquel, “aceptar una injusticia no es una virtud, sino todo lo contrario”. Y, Dios no lo quiera, sin estar Tebas presente, el único que puede responder como posible corresponsable de la tropelía esta noche en Anoeta estará presidiendo nuestro palco, donde solo reaccionaron cuando se quedaron sin cena de víspera de San Sebastián. Lección práctica para aprender de esta sinrazón, no se puede quedar bien con todos y en este mundo cada palo aguanta su vela…

Al final me he excedido en el tema, porque en realidad quería dejar claro que, desgraciadamente, en los despachos estamos acostumbrados a que se rían de nosotros y a poner la otra mejilla, pero en el campo, desde que está Imanol, competimos con sangre en los ojos, no damos un balón por perdido y nuestra resiliencia se alimenta con este tipo de vejaciones. El manual de las excusas no viaja en el autobús que transporta al equipo a Anoeta para jugar un partido a vida o muerte. Esto es lo que hay y tenemos que ganar al Rayo. Sea como sea.

Esto me permite entrar en el nuevo debate que se ha abierto en las últimas semanas, una vez olvidadas las urgencias clasificatorias, y es el juego del equipo. A nadie se le escapa que 17 goles a favor en toda una primera vuelta, el tercer registro más pobre del campeonato, es una cifra inaceptable para el nivel de una de las mejores plantillas en la historia del club. Así la considera al menos la millonaria partida del presupuesto txuri-urdin de este año. Y estoy completamente de acuerdo con que el Imanol del 4-3 se quedó en el camino y el actual está abonado sin especial queja al 1-0.

Victoria reconfortante

Para mí la victoria ante el Villarreal, con sus limitaciones y sus mínimos en ataque, fue una de las más reconfortantes de lo que llevamos de temporada. En los días previos había estado comiendo cerillas mientras veía cómo al Sanse le marcaban un gol al tirar una pared el portero con un compañero en el origen de una jugada y el juvenil era eliminado de la Copa por el Barcelona al sorprenderle al meta el saque de puerta del central y empujar la pelota a puerta vacía un culé. Qué quieren que les diga, entiendo el fútbol actual y soy consciente de las ventajas y la importancia que tiene sacar el balón jugado desde atrás, pero todo tiene un límite. Y yo no me identifico con hacer piruetas en nuestra área cuando el adversario presiona alto, porque entiendo que con que salga una vez mal ya no compensa arriesgar tanto (insisto, me refiero al portero lanzando paredes y a centrales dando pases sin mirar a un metro de la línea, no a la idea). El propio Remiro me decía entre risas que cuando escucha el runrún del miedo en Anoeta piensa que “no están entendiendo cómo jugamos. Hay que atraer para generar espacios para que nuestros jugadores del centro del campo jueguen libres”.

Take Kubo celebra su gol al Villarreal. Real Sociedad

Por muy increíble que parezca en aficionados veteranos, hay que dejar muy claro que este estilo es una novedad, no viene en el ADN de la Real. Una vez, en un reportaje, me preguntaron si el club había jugado históricamente así. Me entró la risa. Que se lo pregunten a los Martínez, Urreisti y Gorriti. O, sin ir tan lejos, a Górriz y Gajate. No olvidemos jamás de dónde venimos y quiénes somos, por mucho que el estilo del Barcelona nos haya embaucado y seducido. Y hasta lo hayamos llevado a la práctica por momentos incluso con más brillantez que la propia nave matriz.

No está siendo una temporada fácil para la Real, en eso estamos todos de acuerdo. Y en la acuciante y angustiosa necesidad Imanol ha encontrado la fórmula para ganar muchos partidos. Aunque a algunos les cueste aceptarlo, este proyecto con vocación ofensiva en su partida de nacimiento, ha derivado en una roca muy difícil de superar, que no te concede nada, que apenas comete errores y que, a falta de fuegos artificiales, se deja el alma por mantener su portería a cero. No por ello nos puede sorprender, porque así ha sido casi toda la vida a pesar de que con Odegaard, Isak y Merino jugábamos como los ángeles (solo faltaba). No me digan que el lunes no sufrieron con el culo prieto en el descuento para la posterior explosión de alegría, golazo de Kubo de por medio, tras pitar el árbitro el final de la contienda. Anda que no hemos visto a la Real ganar partidos de esta manera en Atocha y en Anoeta…

Remiro, clave

Remiro lleva seis partidos sin encajar en casa. 596 minutos sin recoger la pelota de sus redes. Eso sí que tiene un mérito extraordinario, porque además lo ha conseguido con distintos cromos por delante y la fiabilidad ha sido la misma. Arconada se pasó nueve encuentros el año de la imbatibilidad, en el que mejor jugó la Generación de Oro, que acabó siendo muy cruel. Perdió la semifinal de Copa de forma incomprensible contra el Castilla y la Liga en la penúltima jornada en Sevilla. Fue el soso Gallego quien rompió su imbatibilidad. El mejor equipo de nuestra historia no llegó a disputar jamás una final, más que la de la Supercopa. Y eso sí que es otra realidad que está intentando solucionar Imanol y que lleva camino de lograrlo; por una cosa o por otra, nunca hemos sido un equipo copero. Nos ha faltado un gen competitivo especial, tanto jugando como se podía sin estilo definido o deslumbrando a lo Guardiola. Demasiadas cuentas pendientes y el orgullo herido como para salir airosos de esta injusticia. Ganar, ganar y ganar. Y mañana ya discutiremos sobre cómo se logró. ¡A por ellos!