La Real Sociedad logró este sábado un sobresaliente triunfo en el campo del Girona. Los txuri-urdin plantearon el encuentro desde su habitual sistema 4-3-3, un dibujo que, en cualquier caso, apenas plasmaron sobre el césped. Enfrente había un rival súper dinámico que acostumbra a mover numerosas piezas en el tablero, e Imanol respondió dando a Míchel de su propia medicina. El cuadro guipuzcoano apostó en ataque por una estructura 3-2-5 que el propio Girona venía utilizando en partidos anteriores. Y los guipuzcoanos también deformaron su esquema para adaptarse al del adversario y poder presionar al hombre, residiendo en esto último una de las grandes claves del encuentro.

Alineaciones iniciales: el 4-3-3 de la Real y el 3-5-2 del Girona.

Posiblemente intuyera Imanol que, dadas sus bajas y vistas las pistas ofrecidas por Míchel en la víspera, el conjunto catalán iba a modificar su dibujo habitual. El Girona salió al campo con un teórico sistema de tres centrales y dos carrileros, siendo de vital importancia para la Real presionar bien los inicios desde atrás del conjunto local. Sobre el papel, el 4-3-3 txuri-urdin se tenía que adaptar a la perfección al mencionado 3-5-2 del Girona, con laterales largos (Aramburu y Sergio Gómez) saltando a presionar en banda a Miguel y Arnau respectivamente.

Emparejamientos al hombre de la Real para presionar al Girona en todo el campo, tal y como planteó Imanol.

La presión

Los primeros minutos del encuentro mostraron que las intenciones realistas eran precisamente las mostradas mediante esta última imagen. Sin embargo, también parecía claro que, estando enfrente un equipo como el Girona, la estructura del rival no iba a resultar ni mucho menos rígida. Desde un inicio, los de Míchel hicieron gala de su habitual dinamismo, por ejemplo con Miguel y Danjuma intercambiando sus posiciones y obligando igualmente a Zubeldia y Aramburu a intercambiar sus supuestas marcas.

Sistema de emparejamientos realista durante los primeros minutos. Zubeldia y Aramburu (zona inferior de la imagen) han intercambiado sus supuestas marcas, dadas las ubicaciones de Miguel (centrado) y Danjuma (escorado).

Resultaba claro, en cualquier caso, que las cosas no iban a resultar tan sencillas como esa simple permuta entre Zubeldia y Aramburu. El Girona comenzó a mover en mayor medida a sus futbolistas, principalmente metiendo en zonas interiores a su carrilero derecho Arnau Martínez. Este movimiento sí que generó más quebraderos de cabeza a a los txuri-urdin, quienes por momentos no acertaron a la hora de igualar las superioridades numéricas que le generaba al rival esa situación interior del propio Arnau.

Arnau se ha sumado al centro del campo abandonando la banda, y Sergio Gómez no le persigue (queda sin rival al que marcar). Es Zubimendi quien deja a Van de Beek para apretar al propio Arnau, pero este encuentra al neerlandés como tercer hombre utilizando a Miguel de pared. Los dos hipotéticos carrileros locales se juntan dentro y generan un cinco contra tres en la medular que la Real no se puede permitir: debe ajustarse a estos movimientos y, a partir de ahí, tener valentía y energía para perseguir adversarios.

Lo cierto es que, ya durante los minutos previos a esta última imagen, la Real había matizado su presión para amoldarse mejor a lo que planteaba el adversario. El ajuste de Imanol se basó, principalmente, en que si Zubimendi respondía al movimiento interior de Arnau ganando altura para presionar, era Sergio Gómez quien debía corregir detrás emparejándose con Van de Beek. En cuanto los txuri-urdin empezaron a comportarse así, solucionaron gran parte de los problemas sufridos previamente y pasaron a mostrarse superiores al Girona.

Zubimendi abandona a Van de Beek para ayudar a un Brais que ha quedado en uno contra dos ante Iván Martín y Arnau. Y detrás, Sergio se empareja con el neerlandés. Es el ajuste definitivo de Imanol tras unos minutos previos en los que era Barrene quien se ocupaba del 'cuarto centrocampista' local y Sergio Gómez permanecía en banda a cargo de Francés si este ganaba mucha altura. Tal apuesta 'cojeaba', sin embargo, si el propio Francés permanecía bajo.

En ataque

Presionar bien al Girona era un requisito indispensable para optar a la victoria en Montilivi. Una vez que la Real acertó a hacerlo, tras las comprensibles incógnitas iniciales, pudo robar con mayor facilidad y enlazar posesiones durante las que apostó por transformar el dibujo. Imanol lanzó a Sergio a posiciones interiores y muy avanzadas, para fijar con cinco futbolistas a los cuatro defensas del rival (Míchel dibujaba sin balón un claro 4-4-2).

Además, Aramburu ejerció de tercer central en salida de tres para gozar de superioridad numérica en la zona de inicio y para que la Real tuviera la opción de mezclar el juego desde la liberada posición del propio Aramburu, de Zubeldia o de Aguerd: lanzamientos directos a las incorporaciones por los carriles de Sergio y Sucic, o juego combinativo buscando las bandas (no tanto la zona interior). Los txuri-urdin poblaban sobre todo la izquierda, con Barrene y el ex del Manchester City, llegando desde allí el centro del gol. Buen partido y merecida victoria blanquiazul.

Imagen que muestra los beneficios del 3-2-5 con el que atacaba la Real al 4-4-2 que el Girona dibujaba en defensa. Aramburu, Zubeldia y Aguerd tenían superioridad atrás ante la doble punta local. En el ataque, mientras, las incorporaciones de Sergio y Sucic buscaban hacer daño a la zaga de cuatro catalana, amenazando el espacio entre central y lateral. Los txuri-urdin podían buscar de forma directa a catalán y croata, o combinar en banda con Barrene y Oyarzabal si el mencionado movimiento de Sergio y Sucic era bien controlado por el adversario.