La Real Sociedad venía de perder en casa contra el Alavés, de empatar en Getafe y de caer derrotada ante Real Madrid y Mallorca. Tocaba visitar al Valladolid y, en la rueda de prensa previa al partido, Imanol permaneció ante el micrófono pese a que ya había terminado de responder la última pregunta: “Lasaitasuna, mutilak”, lanzó a modo de mensaje final. Tenía razón, no procedían entonces los incendios, de la misma manera en que ahora tampoco conviene que nos vengamos muy arriba. Desde aquella comparecencia se ha empatado en Pucela mereciendo más, se ha sumado un buen punto europeo en Niza y, sobre todo, se le ha ganado bien ganado al Valencia. La cosa va mejorando, es cierto. Pero tampoco saquemos conclusiones precipitadas.

Un duelo imperfecto

La tarde del sábado fue redonda: la Real obtuvo los tres puntos, mantuvo la portería a cero y además vio cómo el nuevo delantero centro abría su cuenta goleadora, por partida doble además. En lo que respecta al partido en sí mismo, sin embargo, tampoco es que el equipo txuri-urdin firmara una actuación perfecta, dicho sea esto último sin espíritu crítico. Competimos en la élite, y no podemos pretender que los de Imanol sean superiores durante los 90 minutos de cada encuentro, que conviertan todas sus ocasiones y que no concedan ninguna oportunidad al rival. Simplemente se trata aquí de contrastar los análisis realizados con los que se habrían hecho, exactamente de la misma contienda, si algunas acciones puntuales hubiesen tenido desenlaces diferentes. Lo dicho: “Lasaitasuna, mutilak”. 

Tres partidos en uno

La primera parte me pareció brillante: bien planteada y bien ejecutada, siempre de forma muy coherente con lo que había enfrente y con la forma en que penetrar las puertas que el Valencia dejaba abiertas. Después, hubo un tramo de la segunda mitad en el que la energía comenzó a menguar y la necesidad del rival hizo el resto, fallando Tárrega el 1-1 ante una Real cada vez más aculada. Y llegó finalmente el momento en que las urgencias visitantes coincidieron sobre el campo con un equipo txuri-urdin refrescado y amenazante al espacio, cosa que aprovecharon los nuestros para sentenciar el partido. ¿Cuál fue el problema entonces? Pues ninguno, pero llamemos a las cosas por su nombre. El resultado al descanso debía haber sido más amplio, porque durante los 45 minutos previos el equipo perdonó como nos tiene acostumbrados a hacer. Así lo habríamos subrayado y censurado si luego llega a entrar ese cabezazo de Mosquera libre de marca. O el de Tárrega al que ahora aludíamos. O el trallazo de Pepelu desde fuera del área. Pero luego vinieron ya los dos goles de Óskarsson, perfectos ejemplos de lo que significa lanzar demasiado pronto las campanas al vuelo.

El delantero centro

Un rival volcado. Una línea defensiva mal coordinada, a la altura del centro del campo. Dos contragolpes. Y 3-0. La historia del fútbol está repleta de casos en los que un delantero se hincha a marcar desde la confianza y el impulso que le han proporcionado sus primeras dianas. Sin embargo, está por ver todavía si tal ejemplo cunde en nuestro nuevo vikingo. Ojalá. A mí Óskarsson se me queda aún algo cortito para jugar con la Real en la Primera División española. Y lo asumo como algo lógico: sólo tiene 20 años, su carrera no terminó de explotar hasta el pasado mes de marzo y fichando por un equipo de la Liga sube dos escalones en uno, ya que el campeonato danés pertenece a una tercera fila, no a una segunda. El crecimiento que esperamos de él requiere de minutos sobre el campo, y por lo tanto hay que dárselos. Le haríamos un gran favor, eso sí, olvidándonos de lo que ha costado (él no tiene la culpa) y valorando sus actuaciones, una vez más, desde la “lasaitasuna” que demandaba Imanol. Ni dramas cuando no vea puerta, ni euforias cuando anote goles como los del sábado, dentro ya de un contexto de partido muy especial y determinado.

SORLOTH YA EMPIEZA A DESESPERAR...

Alexander Sorloth me parece un futbolista muy aprovechable para la Real y yo habría hecho un esfuerzo por que se quedara, vaya esto por delante. Durante la pasada temporada, en cualquier caso, sus cifras con el Villarreal, unidas al discreto papel de André Silva como txuri-urdin, fueron utilizadas para lanzar a la dirección de fútbol críticas demasiado severas. El nivel de acierto que el noruego acreditó en La Cerámica no le define como delantero, porque casi nunca llegó a mostrarlo antes de vestir de amarillo (sólo en el Trabzonspor turco) y porque tampoco lo luce ahora en un Atlético a cuya afición empieza a desesperar. Su actuación en el derbi madrileño, similar a muchas que completó aquí, generó ya un runrún en el Metropolitano: se movió bien, trabajó, dio aire a su equipo, pero con balón se quedó siempre a medias...

Sorloth, durante el partido de este domingo entre Atlético de Madrid y Real Madrid. AFP7 vía Europa Press

UN PÉSIMO SORTEO EUROPEO EN CLAVE DE VISITANTES

El pasado 30 de agosto se celebró el sorteo de la fase liga de la Europa League, durante un acto al que, en clave txuri-urdin, miramos desde diversas perspectivas. El resultado fue bueno en cuanto a rivales, porque la Real evitó a los más potentes del bombo 1. También se antoja positivo para la afición poder acompañar al equipo a ciudades como Belgrado, Plzen o Roma. Pero la fortuna no acompañó a la hora de determinar qué rivales tienen que pasar por Anoeta. Entre las hinchadas de Anderlecht, Ajax y PAOK de Salónica hay ultras peligrosos. Y miedo me dan por lo que puedan generar, en caso de que traiga gente, las connotaciones socio-políticas de un club ucraniano como el Dynamo de Kiev. Salen perdiendo el 99,9% de nuestros socios, que no pueden ir del todo tranquilos al estadio.

Aficionados del Benfica encienden bengalas en Anoeta, durante el partido de Champions en noviembre de 2023. Ruben Plaza