Es increíble lo que puede cambiar el fútbol en unos pocos minutos. Y más el resultado de un clásico, con todo lo que conlleva para los dos equipos y las consecuencias colaterales que genera para los demás. Los hechos están claros. En el minuto 69, cuando Fermín volvió a poner por delante a los suyos en Madrid, el Barcelona se encontraba a cinco puntos del líder, con seis jornadas por delante por disputar y una siguiente salida muy comprometida para los blancos al tener que visitar Anoeta. Como tantas veces ha sucedido, la ventaja blaugrana fue un mero espejismo y su eterno rival volvió a consumar una remontada heroica e in extremis que le permitió sentenciar la Liga al colocarse once puntos por encima cuando sólo quedan por disputar 18 puntos. Como no podía ser de otra manera, su victoria se celebró en todos los equipos que todavía deben enfrentarse a uno de ellos o a los dos, como le sucede a la Real.

Noticia buena y otra mala

El hecho de que le toque justo en la siguiente estación después del clásico tiene una noticia buena y otra mala. La buena es que la siguiente semana, concretamente el martes, va a disputar la ida de la semifinal de Champions en Múnich, lo cual ha provocado que, como todo el mundo sabe ya a estas alturas, haya cambiado el horario del encuentro a lo Florentino. Es decir, casi de forma unilateral y sin tener mínimamente en cuenta al rival y, sobre todo, a su afición, ya que no es lo mismo jugar el sábado que el viernes, fuera del fin de semana. Y la mala es que, aunque el título lo tiene casi garantizado, todavía no es matemático y, como es lógico, a los de Ancelotti les suele gustar cuanto antes finiquitar y asegurarse el título. En ese sentido, todo el mundo sabe que tienen una sed de gloria voraz y que son insaciables.

En la carrera por entrar en Europa el marcador del clásico puede influir en la motivación y en la concentración del Madrid en Vila-real, donde disputa la penúltima jornada, y en casa en el cierre del campeonato ante el Betis. Será la tercera vez en seis años que los sevillanos afrontan el partido 38 en el Bernabéu y en las otras dos anteriores, sin que los locales se jugaran nada, lograron puntuar con un 0-2 y un 0-0.

La Real viajará a Barcelona en la jornada 35, entre el duelo de Las Palmas y el del Valencia en Donostia. El equipo barcelonista está obligado a asegurar el segundo puesto de la clasificación por una simple cuestión económica. Si lo consigue, le permitirá clasificarse para la Supercopa con la consiguiente inyección financiera que eso conlleva. Este fin de semana el Valencia, perseguidor de la Real, corre el peligro de pagar los platos rotos por la eliminación de la Champions y el KO en el clásico, y después los culés disputarán un derbi en Girona que se presenta como casi definitivo. Será en la siguiente estación cuando comparecerán en Montjuïc los de Imanol.

En resumen, no tendrá la ambición de poder ganar la Liga, pero sí la necesidad de no perder el segundo escalón del podio con el consiguiente peligro que esto entraña.