El reloj marcaba ya el minuto 85 y una camiseta txuri-urdin asomó en el banquillo de la Real Sociedad. Portaba el dorsal 17, pertenecía a Kieran Tierney y venía a significar, en términos metafóricos, la llave mediante la que Imanol Alguacil pretendía cerrar a cal y canto una peligrosa puerta hacia el empate. Sin embargo, con el escocés preparado, se produjo la acción del 2-2 y todo saltó por los aires. Como el fútbol resulta tan complejo y tan fascinante a la vez, el desenlace del encuentro y los análisis posteriores propiciaron luego lecturas de todos los colores, distintas pero no necesariamente reñidas entre sí. Compro que, vistos los 90 minutos en su conjunto, los tres puntos tuvieron que quedarse en casa y que el rival lo evitó aprovechando prácticamente sus únicos acercamientos, “regalos” mediante. Lo que pasa es que tampoco faltará a la verdad quien entienda que, sin ocasiones claras de los visitantes, la mencionada puerta llevaba demasiado tiempo abierta, y que en circunstancias así cualquier acción puntual puede desembocar en lo que desembocó.

1- TRES CAMINOS MUY CLAROS. La Real alternó tres vías en ataque, escorando siempre a Zakharyan y Merino. Si Lopy y Robertone dudaban a la hora de perseguir a ruso y navarro, existía superioridad por fuera ante el lateral rival (1). Si Lopy y Robertone sí caían a banda, Zubimendi podía recibir al espacio en parcela central (2). Zubeldia y Le Normand, solos en salida ante Baptistao, también podían conducir hacia ese sector vaciado (3).

Los primeros cambios del entrenador estuvieron claramente destinados a mantener al Almería lejos de esa rendija. Sentando a Becker y a Oyarzabal, quiso refrescar la primera línea de presión, para continuar defendiendo con el bloque alto. Pero la entrada de Turrientes, cemento para la medular, implicó para un muy cansado Zakharyan pasar al vértice izquierdo del rombo que la Real dibujaba a la hora de apretar. La permuta multiplicó el sufrimiento ya previo de Javi Galán con Ramazani. El ruso apenas pudo ayudar atrás al extremeño. Y tampoco Le Normand, ya que el Almería se las arregló para fijar a nuestros dos centrales con Baptistao y Embarba. El propio Imanol detectó el problema, si tenemos en cuenta que seguramente iba a apostar por Tierney atrás con el propio Galán delante, tal y como hiciera en Vitoria. ¿Tardó demasiado esta vez? La pregunta tiene difícil respuesta. Al fin y al cabo, se trataba también de amenazar con marcar un tercer gol que, todo sea dicho, nunca pareció del todo cerca.

2- LA INTENCIÓN CON EL ROMBO. Como suele resultar habitual, la Real presionó al Almería con un 4-4-2 en rombo cuyo fin residía en disfrutar de una superioridad numérica de cuatro contra tres atrás. Ante un rival con futbolistas rápidos y profundos en ataque, principalmente en las alas, los txuri-urdin prepararon un entramado según el cual Zubeldia y Le Normand podían, a priori, echar una mano al lateral de su costado (Traoré o Galán), si tocaba correr hacia atrás.

La Real y su técnico hicieron el domingo muchas cosas bien para ganar el partido. En otras, en cambio, no estuvieron tan acertados, y por ahí llegó un resultado que, dentro lo que lastra en lo puramente matemático (dos puntos perdidos), también significa un positivo aviso a navegantes. Por mucho que vengamos de la Champions, por mucho que exista una confortable ventaja, por mucho que la séptima plaza también tenga premio, cualquier billete europeo ha exigido, exige y exigirá mantenerse sólido y alerta hasta el último instante. No procede preocuparse. Pero sí ocuparse.

3- UNO PARA UNO EN DEFENSA. El Almería inició el partido arriesgando en la salida de balón y cometiendo peligrosas pérdidas al intentar filtrar pases interiores. El plan enseguida viró hacia la búsqueda de la profundidad a las espaldas de Traoré y Galán. Viera cayó a la posición de lateral zurdo, atrajo así la marca de Zakharyan (o Turrientes) y provocó el salto de Traoré a Langa, dibujando así arriba un provechoso tres contra tres (recuadro).