Mirar a la clasificación de la Liga supone ya un importante motivo para el optimismo. Pero lo es más aún ver competir a la Real Sociedad como lo hizo este domingo en Mendizorrotza. Ante el Deportivo Alavés, el equipo dio continuidad a la mayor frescura ofensiva mostrada contra Granada y Cádiz, pero agregó a esas buenas sensaciones en ataque capas y capa de cemento en la faceta defensiva. No siempre se pueden marcar tres goles como en el Nuevo Los Cármenes. No siempre te van a perdonar como, en cierta fase del encuentro, lo hizo el propio Cádiz en Anoeta. Por eso, analizando lo de Vitoria, me quedo con lo redondo de la versión ofrecida allí por los txuri-urdin. Generaron lo que no se suele poder ante el conjunto de Luis García Plaza. Y concedieron mucho menos de lo que resulta habitual para cualquier visitante del estadio babazorro.

1- ENTRE RIOJA Y RAFA MARÍN. El Alavés apostó de inicio por una presión agresiva que implica los saltos de Guridi a Pacheco y de Guevara a Zubimendi. Zakharyan quedaba, teóricamente, a cargo de la basculación interior de Rioja o de un tercer salto por parte de Rafa Marín. Sin embargo, el ruso supo ubicarse entre ambos y la Real acertó a encontrarle a través de Traoré y Kubo. Después, la calidad del ex del Dinamo de Moscú hizo el resto.

La brillante media hora firmada por los realistas en el arranque del derbi tuvo en las conexiones a su principal razón de ser. Se vio a un Deportivo Alavés agresivo en la presión, hasta más de lo que acostumbra, quizás porque no la quedó más remedio... Al fin y al cabo, Le Normand superará a Jon Pacheco en muchas facetas del juego, pero la salida de balón no es una de ellas. Cuando los txuri-urdin actúan con Zubeldia y el de Elizondo como pareja de centrales, al rival ya no le convence tanto lo de flotar a un defensor, tiene que lanzarse a por los dos, y esto implicó para los vitorianos, este domingo, el riesgo de dejar teóricamente libre a un centrocampista blanquiazul: Arsen Zakharyan. Sobre el papel, el extremo Luis Rioja en basculación de ayuda o el central Rafa Marín ganando metros debían ocuparse del ruso. Sin embargo, el conjunto de Imanol Alguacil consiguió hacer cosquillas en ese punto débil, dentro de un entramado que optimizaron también las abiertas ubicaciones de Barrene y Kubo. Con dos extremos tan punzantes pinchados en casa banda, todo resulta más sencillo para los futbolistas interiores.

2- SE AJUSTA EL ALAVÉS. Luis García Plaza detectó el problema y, mediada la primera mitad, modificó la presión de los suyos para igualar con marcas fijas en la medular. Correspondió a los extremos Carlos Vicente y Luis Rioja presionar al central de su costado si procedía. Detrás, Guridi se emparejó con Zubimendi, Guevara con Zakharyan y Blanco con Merino, un acertado movimiento de pizarra mediante el que el Alavés consiguió equilibrar la contienda.

Recién superado el ecuador de la primera mitad, el Alavés se ajustó para controlar mejor a Arsen, y lo consiguió. El mérito de la Real consistió entonces en saber jugar un partido ya distinto, apretando como lo hizo en defensa, saliendo con rapidez cada vez que robaba el balón y tirando del filón de la estrategia. Se necesitan prismáticos para contemplar dónde vienen los más inmediatos perseguidores en la tabla liguera, igual que necesitamos ahora una semanita de paciencia para conocer a dónde nos llevaría, al final del campeonato, la actual sexta posición. Para resolver el enigma tocará estar pendientes de La Cartuja el sábado, en una final que nos habría gustado disputar pero en la que, en cierto modo, también jugamos.

3- INVERTIR EL TRIÁNGULO. La reacción de Imanol consistió en invertir el triángulo medular, modificando los perfiles de Zakharyan y Merino y haciendo a ambos perder altura para que la ganara Zubimendi. Se trataba de conectar con el pivote txuri-urdin entre líneas o mediante caídas a banda del propio Martin. La Real, dentro ya de un duelo más igualado, encontró así situaciones interesantes que luego no se tradujeron en gran cosa.