La Real Sociedad va a terminar disputando, esta temporada, un mínimo de 53 partidos. Ojalá sea alguno más. El caso es que estamos hablado, en clave ruedas de prensa, de un total de 106 comparecencias de Imanol ante los medios, concentradas en nueve meses. Durante el curso, el míster ejerce de portavoz del club un día de cada tres, con lo que su mensaje cobra una relevancia y trascendencia que debemos subrayar en el momento actual. Y es que, tanto en la previa como en el post del encuentro ante el Villarreal, Alguacil ni siquiera disimuló respecto a una circunstancia bastante clara: las semifinales de Copa estaban ya muy presentes en las cabezas txuri-urdin. “Siempre digo que el siguiente partido es el más importante, pero estamos a un paso de jugar una final con aficionados”, declaró el jueves. Después, el viernes, al calor del 1-3 final, empezó ya a jugar la vuelta contra el Mallorca...
Tras la dolorosa derrota frente a los amarillos, el técnico realista no fue tan explícito como la víspera. Su lectura del encuentro, sin embargo, evidenció que a cuatro días vista esperaba una cita de las gordas. “Hemos jugado mal”, llegó a decir, mediante un discurso que puede darse hasta por verídico, pero que choca con el análisis que él mismo ha hecho otras veces después de actuaciones muy similares. “Nos ha faltado acierto en el área rival y además hemos regalado dos goles” habrían significado sus palabras más coherentes con la vara de medir utilizada durante los últimos meses y años. Pero Imanol no quiso denunciar esos errores de Olasagasti y de Pacheco que empezaron a costar el 0-1 y el 0-2. Tampoco hizo pública su exasperación tras ese centro de Zakharyan (con 0-0) al corazón del área que no encontró rematador (¿André?). Y dio carpetazo a la 26ª jornada considerando justa la derrota y felicitando al rival. El martes estaba ya a la vuelta de la esquina.
¿Pero jugó mal la Real? Parece claro que, cuando llegas tantas veces al último cuarto de campo y generas tan pocas ocasiones claras, hay algo que no estás haciendo bien. Y es igual de evidente que recibir esas dos primeras dianas atendió, sobre todo, a deméritos propios que no podemos disociar del juego en general. Dicho todo ello, yo no vi a un equipo txuri-urdin tan diferente al de las semanas más recientes, existiendo la diferencia de que el rival aprovechó en mayor medida los errores cometidos. Además, ayudó al Villarreal ese ligero ajuste de Marcelino (imágenes adjuntas) retocando la presión en su banda izquierda (la de Brais-Merino y Kubo) y llevando a los blanquiazules a terminar el encuentro atacando más a través de Becker y Galán. Solo queda insistir en lo ofensivo y borrar del mapa concesiones atrás que el martes te matarían.