La temporada de la Real Sociedad está siendo de sobresaliente. A estas altura de la competición, sólo los realistas y el Atlético de Madrid se mantienen vivos en las tres competiciones y hasta mañana, que les igualarán los colchoneros, son los que más partidos oficiales han disputado de todos los que compiten en su torneo doméstico con 35. En octavos de final de la Champions League, donde les aguarda una vuelta muy complicada tras el 2-0 de la ida en el Parc des Princes; en las semifinales de Copa, donde tiene que recibir al Mallorca con las espadas en alto después del 0-0 de la ida en Palma; y en la Liga, en la que el gol de Merino y los resultados de los rivales directos permitió al equipo volver a meterse en puestos europeos. Un objetivo, este último, que es el más imperioso y obligatorio de todos, ya que la viabilidad y la sostenibilidad del proyecto depende del regreso al viejo continente.

La diferencia respecto al curso pasado es que el regreso a la Champions se antoja más que complicada, puesto que la irrupción del Girona en el vagón noble de la tabla ha hecho que esté más caro que nunca y el Atlético, que es cuarto, se encuentra a once puntos. Hay una opción lejana de que el quinto también tenga plaza para la novedosa próxima edición de la Liga de Campeones, pero para aspirar a ella tendrá que remontar los puntos que le saca el Athletic.

Imanol volvió a reivindicar la campaña que está completando el equipo tras el triunfo ante el Mallorca. Es curioso porque, aunque todos coincidimos en que una temporada con tres frentes abiertos se hace larguísima y es casi imposible no trazar dientes de sierra en la trayectoria, en esta ocasión ha habido varios contrastes sorprendentes y casi antagónicos. Como que durante algunas fases la Real ha protagonizado un fútbol champagne exquisito que le llevó a ser el conjunto que mejor jugaba de la Champions y que, salvo la primera hora en París, el rendimiento y la plasticidad del juego de los donostiarras ha bajado muchos enteros. 

Pero las estadísticas también reflejan la disparidad que está viviendo la Real este curso. Por increíble que parezca, el equipo realista estuvo muy cerca de superar un récord negativo, ya que nunca se había pasado seis partidos sin ver puerta. Hasta llegar a Mallorca, acumulaba cinco: Rayo y Osasuna, en Anoeta, y en Girona, en Liga; el 0-0 de la ida de las semifinales de Copa en Palma; y el 2-0 de París. Fue Kubo quien acabó con la sequía realizadora de la Real el domingo. La vuelta del japonés era esperada como agua de mayo en Gipuzkoa. El equipo estaba teniendo cada vez más problemas para encontrar la portería contraria y el regreso del nipón permitía pensar que iba a volver a allanar el camino. Pero el tema ya se había convertido en dramático. El gran problema es que uno de los conjuntos más ofensivos de la Liga, que se jacta de distinguirse por el buen gusto con el balón y su capacidad para imponer su fútbol de posesión para actuar la mayor parte de los duelos en campo contrario, no había marcado en sus últimos cinco partidos. Concretamente desde la diana de Becker en el partido de Copa en Vigo disputado el 23 de enero. Y eso era algo que no se producía en la Real desde 1973, en la otra ocasión que le sucedió en su historia. Un dato incomprensible que pone en evidencia, entre otras cosas, la desastrosa gestión del delantero centro de este curso que continúa sin aportar a la causa como lo demuestra que en Palma marcaron un extremo y un centrocampista como Merino. 

El nipón tenía su propia teoría al finalizar el encuentro: “Ahora mismo nos falta un poco de ideas en tres cuartos de campo. Yo me incluyo. Los goles llegarán, esta vez han sido dos, y a ver si esta racha cambia y llegan más. Contra diez tenemos que jugar mejor”. Imanol también le quiso restar hierro al asunto: “La mala racha que llevábamos algún día tenía que acabar. Ya había declarado después de los últimos resultados adversos que el equipo estaba generando ocasiones, que no materializábamos, pero que tenían que llegar. Marcamos dos goles, que pudieron ser alguno más”.

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Pero la Real ha hecho virtud de su necesidad. Como ha perdido brillantez e inspiración en ataque, ha fortalecido su entramado defensivo hasta el punto de que Remiro ha estado muy cerca de superar el récord de imbatibilidad del club. El navarro estuvo 712 minutos sin sacar el balón de su red, una cifra que es la mejor de largo de este curso, pero que no le va a permitir alcanzar el récord de un portero de la Real en manos del gran Luis Arconada en 785 minutos. El gol de Budimir que condenó a la derrota a los blanquiazules dejó con la miel en los labios al intocable en la meta de Imanol. En ese remate no pudo hacer mucho más, pero en París completó una actuación desigual al poder hacer más en los dos goles y, por el contrario, sacarle dos manos antológicas que hubiese firmado el mismísimo Arconada a Mbappé. 

Como se suele decir, “el fútbol es una manta corta: si te tapas los pies te descubrís la cabeza, y si te tapas la cabeza te descubrís los pies”. Todo lo que sea lograr un esperado equilibrio entre los goles marcados y encajados permitirá mejorar la solvencia y fiabilidad de la Real Sociedad esta temporada y seguro que le ayudará a lograr los objetivos en las tres competiciones. Tres. Hay vida en todas ellas.