Gipuzkoa y el mundo del arte conmemoran durante este año el centenario del nacimiento de Eduardo Chillida. Mucho antes de convertirse en un afamado escultor, el donostiarra destacó como guardameta, y con tan solo 18 y 19 años defendió la portería de la Real Sociedad durante 14 partidos. Su último encuentro oficial como cancerbero txuri-urdin fue el 14 de febrero de 1943, hace 81 años, cuando se produjo una lesión que acabaría provocando el final de su carrera deportiva, pero que le haría centrarse de lleno en su formación académica y artística.

La Real Sociedad había descendido de Primera División la temporada anterior, e inició la campaña 1942-1943 con el objetivo de regresar a la máxima categoría. Chillida fue titular desde el primer partido de liga, relegando a la suplencia a Tomás Eguía. El portero donostiarra debutó con una derrota frente a Osasuna en Iruñea (3-2), y durante el resto de la fase regular jugó otros diez partidos, cosechando un empate, nueve victorias y un total de once goles encajados.

Ya en la fase de promoción a Primera, Chillida disputaría otros tres encuentros. En el último de ellos, el 14 de febrero de 1943, el conjunto txuri-urdin se impuso por 1-3 en Valladolid, pero la victoria tuvo un alto precio para los realistas. 

La lesión

La prensa de la época, precisamente, destacó el “gran juego de Chillida” frente a los vallisoletanos, y un cronista incluso afirma que “desde que el joven guardameta cubre la portería realista, nunca” lo halló “tan seguro”, si bien “por exceso de vista pudieron marcarle un gol”. La crónica cuenta con un añadido en el que relata que los realistas regresaron con “señales claras de la dureza del encuentro”. “De los once jugadores, ocho sufren lesiones de distinta importancia”. “Entre las bajas del conjunto blanquiazul la más grave es la del joven guardameta Chillida, que, según las primeras impresiones de los médicos, padece la probable fractura de un ligamento de la rodilla y tal vez alguna lesión de menisco, lo que según parece le retendrá alejado de los campos de fútbol por lo menos durante un mes”. El portero en realidad había sufrido una “rotura de menisco y de los ligamentos cruzado anterior y lateral” tras chocar contra un futbolista pucelano. Así, el equipo acabó conquistando el ascenso a Primera sin el futuro escultor. 

El donostiarra se sometió a varias operaciones y llegó a participar en la pretemporada siguiente, reapareciendo en un amistoso ante el Real Madrid. Sin embargo, las recaídas y las consecuencias de aquella lesión de Valladolid le acabaron impidiendo continuar con su carrera deportiva y no pudo jugar más partidos oficiales. Chillida no tuvo la posibilidad de debutar en la máxima categoría. El escultor relató que, tras su lesión, no pudo recuperarse por completo: “No tenía la posibilidad de moverme con la velocidad que me movía antes, ni de usar una pierna al mismo nivel que la otra”.

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Emotivo homenaje a Chillida en su 100 aniversario

La portería y el espacio

En diferentes entrevistas, Chillida desveló que su experiencia como guardameta se vio reflejada después en su arte: “Yo he tenido muy en mente toda la vida lo que he aprendido del fútbol. En la portería aprendí cosas nuevas sobre el espacio y el tiempo, cosas que he utilizado después en la escultura”.

Para el antiguo guardameta, “la portería es el lugar tridimensional del campo, es donde ocurren todos los fenómenos complejos del fútbol, cosas que tienen que ver con la geometría. Por ejemplo, todas las salidas del portero en busca del que viene son para hacer más pequeña la portería; o lo del penalti, yo tenía la astucia de colocarme desplazado del centro y paraba penaltis por eso. Hay mucha gente que no sabe que a mí quisieron ficharme el Barcelona y el Madrid, ya lesionado, con cinco operaciones en la rodilla, pero mi padre se opuso. Tuve suerte, si no, ahora sería entrenador por ahí”. 

Aquella lesión del 14 de febrero de 1943 marcó el final de su etapa como portero y fue el inicio de su trayectoria artística. 

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Eduardo Chillida a través de 20 obras Alex Zubiria