El mundo del fútbol no perdona. Hoy en día te crees un Maldini de la vida, te despistas unos meses y de repente te encuentras a Sandro Tonali con la camiseta del Newcastle siendo sustituido cuando se enfrentaba a su amado Milan en el mismísimo San Siro, escenario del próximo show txuri-urdin a domicilio en Champions. Pocas declaraciones más bonitas y sentidas escuché como las del centrocampista en el momento en el que fichó por los rossoneri, además de publicar una preciosa nota en sus redes sociales con una foto suya, de pequeño, vistiendo la elástica que deseaba, y la canción, “Colpa delle favole”, cuya traducción es “la culpa la tienen los cuentos de hadas”. “Reducirme el sueldo en el Milan fue mi último pensamiento, al igual que lo es la renovación. Estoy seguro de quedarme aquí, contrato a contrato. Sería bonito convertirme en una bandera del club, pero no miro mucho más allá”, llegó a declarar después de tocar el cielo al ganar el Scudetto.  

Esa tarde, ante mi asombro aún mayor, la afición milanista le despidió mientras se retiraba a los vestuarios con una emocionante ovación cerrada. No tardé en consultar en internet los capítulos que me había perdido para descubrir que el Newcastle se había hecho con sus servicios previo pago de unos 65 millones de euros. Hombre, aunque aquí somos como somos y seguro que habría división de opiniones, casi me pongo a aplaudirle yo solo en la redacción del periódico donde estaba viendo el partido. El cuento de hadas comenzaba a perder magia hasta que esta temporada se ha convertido en una auténtica pesadilla. La bomba saltó cuando estaba concentrada la selección italiana. La policía entró en el hotel con la intención de tomar declaración a Tonali y a Zaniolo, un juguete bastante roto de la cantera de la Roma que trata de remontar el vuelo en el Aston Villa, por su supuesta implicación en apuestas ilegales. El tercer implicado finalmente fue otro centrocampista joven y talentoso como Fagioli, de la Juventus. El actual villano que chocó con Mourinho se libró, pero Tonali y Fagioli han recibido duras sanciones (diez meses y siete meses, respectivamente). Como sentenció un cariacontecido Andrea Pirlo: “Tienen el mejor trabajo del mundo. Es inútil perder el tiempo con banalidades. Echar a perder sus carreras por estas cosas es realmente horrible”.  

Lo que subyace de todo este problema, que afecta muchas veces al colectivo de los futbolistas porque les sobra el dinero y el tiempo, es que en Italia, a pesar de que fuera de sus fronteras nos tomamos muchas veces a risa su corrupción sistemática, no se andan con chiquitas a la hora de sancionar a clubes y jugadores. El mayor ejemplo es el famoso Calciopoli, con las famosas escuchas telefónicas que, en un principio, estaban destinadas a descubrir el posible dopaje de jugadores de la Juventus. Los acusados de conspirar para generar ventajas en partidos mediante la designación de árbitros que les favorecían acabaron recibiendo castigos muy fuertes. A la Juventus le relegaron al último lugar de la tabla en la temporada 2005/06; y les arrebataron los títulos de 2004-2005 y 2005-2006; además de bajarle a la Serie B y la pérdida de nueve puntos en esta categoría. Al Milan le quitaron 30 puntos, pero pudo disputar la ronda preliminar de la Champions que, además, acabaría ganando. Y a la Lazio y a la Fiorentina les dejaron sin los mismos 30 puntos y a este último con la prohibición de participar en competiciones europeas.

¿Se imaginan un escándalo de estas proporciones en la Liga? Pues aunque parezca increíble, cuando la policía entró de lleno en dicha investigación, el Barça ya había realizado una importante inversión en los famosos informes invisibles que le hacía Enríquez Negreira, vicepresidente del Comité Técnico Arbitral. Hay que sentirse muy impune o por encima de la ley para que el célebre Calciopoli, que dio la vuelta al mundo y cuyas similitudes son evidentes, no hiciera saltar todas las alarmas en el club culé.

Por supuesto que aceptamos la presunción de inocencia y que para sancionar hay que probar que han cometido esos delitos. En ese sentido hay que respetar al Barcelona y entender su defensa, porque es y va a ser muy difícil probar que con su dinero el vicepresidente condicionara las decisiones de un colegiado durante un partido para beneficiarle. Pero como comprenderán ellos mismos (tengo muchos amigos culés que lo reconocen sin ningún tapujo ni atajo), éticamente es repudiable y condenable que un equipo de fútbol haya abonado 7,3 millones de euros desde el año 2001 hasta el 2018, cuando se interrumpió la relación entre ambos, a un alto cargo de los colegiados. Aunque, bueno, qué vamos a esperar de una Federación corrupta que acordó con la empresa privada de un jugador de uno de los clubes más importantes de su campeonato una comisión de 24 millones por el escándalo que supone llevar la Supercopa a Arabia.

Nosotros dentro de lo que cabe hasta hemos llegado a aceptar que nos robaban a la cara, aunque la semifinal de la Copa no la olvidaremos ni perdonaremos jamás, pero ya sabíamos que los dos gigantes (o tres) nos tomaban bastante el pelo cuando nos enfrentábamos a ellos. No es cuestión de entrar en quién es peor que el otro, no nos interesa, pero es evidente que uno buscó un infiltrado que le salió por un ojo de la cara y el otro ni lo necesitaba. Lo que no toleramos es que se rían de nosotros generando con sus medios afines una campaña orquestada miserable de acoso y derribo para intentar fichar a Martin Zubimendi, cuando están plagados de deudas y presentaron una oferta compuesta por butifarras y calçots. Lo único que exigimos es que, en el verde, nos dejen competir de igual a igual, ya que salta a la vista que en otros terrenos juegan con cartas marcadas.

En la semana en la que ha catado la esencia del fútbol, como definió Imanol su viaje a Requena para enfrentarse al Buñol, la Real quiere volver a demostrarle al abusón azulgrana que no le tiene ningún miedo. Que cuando visitan Anoeta los que comienzan el encuentro más preocupados son los catalanes. Que como se está viendo esta campaña en la Champions, ya no es que haya basado su éxito en su estilo, es que a día de hoy lo ha mejorado. Mientras Xavi ha dejado de lado la patente y le valen todas las ideas con tal de ganar, los realistas siguen puliendo su obra de autor perfeccionando el modelo que implantó el Barça y que trasladó a la selección. O mejor dicho, adaptándolo al label de Zubieta. Hace unas semanas, le preguntaron a Messi si la actual Argentina estaba al nivel del Barcelona que lo ganó todo: “El Barcelona es el mejor equipo de la historia, es mucho ¿no? Pero creo que este equipo está muy cerquita por lo que viene demostrando, por lo que hace partido tras partido, por haber sido campeón de América y del Mundo”. Esto es lo que sucederá cuando dentro de unas décadas se atrevan a comparar a otra Real con la de Imanol. Que les costará atreverse. Por la Real, por tu gente, por nuestro sentimiento y lo orgullosos que estamos de vosotros, por todas las injusticias y atropellos que hemos sufrido, por venganza... Por el fútbol. ¡A por ellos!