Esto es lo que hay. La diferencia real que separa hoy en día a la Real y al Athletic. Los realistas no necesitaron firmar un encuentro brillante para acabar goleando a un eterno rival que regresó a casa superado por la impotencia. A los locales les valió con aprovechar un regalo de los rojiblancos en una jugada a balón parado, con no cometer errores y con imponer la abrumadora superioridad individual de sus jugadores para aplastar a un digno adversario que dispuso de opciones para, primero, empatar y, después, ya en clara inferioridad, meterse de nuevo en el partido. Pero para eso tienes que demostrar acierto y ser capaz de superar al meta del contrincante y ayer no lo consiguió ni estuvo demasiado cerca de hacerlo. A pesar del mayor desgaste acumulado de los blanquiazules por participar por cuarto año consecutivo en competiciones europeas, en esta ocasión nada más y nada menos que la Champions, los donostiarras se llevaron el derbi con suficiencia, comodidad y sin pasar excesivos apuros. La pregunta que quedará para siempre en el aire es qué hubiera pasado de no tener que afrontar un duelo vital para clasificarse para los cruces el martes en Salzburgo y, sobre todo, si hubiesen tenido un día más inspirado en ataque sus estrellas, que se encuentran la mayoría a otro nivel que las del Athletic. 

Esto no quita ningún mérito a lo que están haciendo los rojiblancos, ni, por supuesto, a la victoria que sellaron los de Imanol, la cuarta en cinco partidos y la tercera seguida. Anoeta fue una auténtica fiesta y, aunque había gran parte de los presentes que pedían más sangre como si fuera el coliseo romano, lo cierto es que firmó una noche impecable y muy respetuosa en todos los sentidos con su vecino y los muchos seguidores que habían viajado a apoyarle. Esta vez no les queda ni el pataleo de un arbitraje que pasó inadvertido y no influyó en el marcador, y menos mal tratándose de Gil Manzano, ni el comportamiento de su parroquia, que se dedicó única y exclusivamente a festejar y a apoyar a su equipo. Desde que la Real regresó a Primera, el estadio de Amara suele ser inaccesible para los zurigorris con ocho derrotas, cuatro empates y dos victorias. Insistimos, después de casi un lustro seguido viajando por el continente sin la compañía del Athletic, esto es lo que hay. 

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Imanol apostó por el once previsible con la única gran novedad de Sadiq en punta en lugar de Oyarzabal, que era el esperado, o de Carlos Fernández, que brilló con luz propia en Valencia para dar los tres puntos al equipo. Por lo tanto, introdujo siete cambios respecto al equipo de Mestalla, algo lógico y comprensible si tenemos en cuenta que optó por limitar los esfuerzos de sus jugadores el miércoles al afirmar que estaban muertos. Enfrente, Valverde se la jugó con Nico Williams, que llegaba tocado al choque, y con Muniain ejerciendo del sancionado Sancet, que, como es normal, se perdió el duelo después de la ida de olla que sufrió ante el Getafe. 

Primera ocasión y gol

Fue un derbi en estado puro. Marcelino se marchó sin lograr digerir que en el duelo para siempre, la final de Sevilla, Imanol le robó la cartera al cambiar su manera de jugar para evitar la presión adelantada y asfixiante del Athletic, que es uno de sus grandes fuertes. En esta ocasión el de Orio mantuvo su estilo y su plan de juego, pero en el primer tiempo apenas sucedió nada más que muchos choques, una gran tensión y un miedo terrible a fallar. Valverde había manifestado la víspera que una de las claves para salir vivo de Anoeta era controlar la salida en tromba de esta eléctrica Real que se maneja mucho más a esta velocidad sobre todo de inicio desde que no juega con el mariscal Silva. Desde luego ayer lo consiguió. En toda la primera parte la Real solo fue capaz de generar una ocasión y acabó en gol. Sucedió en el minuto 28, mientras Tierney abandonaba el encuentro hundido como pocas veces se ha visto después de romperse en una salida a la contra. Brais puso un balón con música en una falta lateral, los defensas rojiblancos se liaron entre ellos hasta el punto de que Yuri rechazó y dejó muerta la pelota y Le Normand el enmasracarado machacó a la red. En este tipo de duelos lo de menos es la factura de los tantos. Lo único que importa es marcar. Como Oyarzabal en Sevilla. No pasa nada y gol de la Real. 1-0. La pena es que Tierney estaba tan abatido que no fue capaz ni de celebrarlo. Una verdadera lástima. 

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El Athletic, que estaba bastante cómodo hasta ese momento, reaccionó con rapidez y en dos minutos dispuso de dos ocasiones de verdad en un centro de Yuri que Guruzeta cabeceó alto y en otro de Nico Williams, que, incomprensiblemente, su hermano en una situación inmejorable no logró empujar a la red. Antes del descanso, Brais intentó sin suerte sorprender a Simón. Con la ventaja por la mínima, un rédito insuperable visto lo visto para los realistas, se llegó al entreacto tras una primera mitad en la que, es justo decirlo, se jugó más a lo que quiso el Athletic. Pero 1-0. 

A los pocos segundos de la reanudación, Traoré se comió un balón en largo a Nico Williams y el centro de este lo interceptó de manera muy poco contundente Merino, lo que aprovechó su hermano Iñaki para arrebatarle el esférico y quedarse muy cerca del empate al salvar Zubeldia con los tacos su remate cruzado. Gil Manzano señaló saque de puerta. Al minuto siguiente, Le Normand golpeó en largo, Merino peinó de manera extraordinaria, Brais se llevó la pelota con la testa y su centro lo protegió muy bien Sadiq para que acabase en las botas de Kubo, quien volvió a no fallar al primer toque. Es lo que tiene el japonés. Parece que no está, que Yuri le tiene comida la tostada y en el primer despiste te la clava. Demoledor. La gran estrella de la Real con permiso de Brais, que está tan enchufado e inspirado como en el primer tercio del pasado curso

Un gran Remiro también

A partir de ese momento el Athletic intentó regresar al duelo, pero se topó con un Remiro inconmensurable que hizo una intervención con el pie de primer nivel a disparo de Muniain. Tras otro susto de Óscar de Marcos, cuyo disparo lejano desvió Villalibre, llegó el tercero en un mal despeje de Unai Simón, que cortó Traoré antes de que, tras un mal control de un jugador visitante, volviera a recuperar a Zubimendi, quien, por fin solo y con tiempo para darse la vuelta, dibujó un pase perfecto para el desmarque de Oyarzabal, que anotó tras sentar al meta internacional. Aquello fue un show porque se desató la locura. El estadio se puso patas arriba mientras su capitán, que ya está de vuelta con su habitual promedio anotador, besaba el escudo aplastado por sus propios compañeros. Corría el minuto 65, quedaba mucho y la parroquia local quería sangre, pero la Real tampoco estaba para muchos más trotes y no quiso pisar el acelerador con el derbi resuelto y el partido clave de la Champions que le espera el martes. Las dos lesiones de Le Normand y de Tierney probablemente también lo condicionaron todo. Remiro, motivadísimo y en plan héroe hizo otro paradón a Prados y Traoré rozó el cuarto gol, que hubiera supuesto el auténtico despiporre en un centrochut que Yeray casi convierte en gol con su fallido despeje. 

La diferencia real entre los dos grandes clubes vascos a día de hoy es esta. Sobre todo si el vecino se presenta sin dos de sus jugadores clave como son Galarreta y Sancet, este porque se borró él solo. Pero es que la Real a día de hoy es un equipo de nivel Champions, con una plantilla muy completa formada por dos futbolistas de elite como mínimo en todos los puestos y con jugadores determinantes y con veneno arriba que no perdonan en cuanto les conceden la mínima ocasión. Algún aficionado despistado y optimista del Athletic pensará que tampoco fue para tanto porque su equipo dispuso de ocasiones y no atinó, dato que es cierto, pero se equivoca. En la actualidad los rivales directos de la Real parecen ser otros. Por eso la pasada campaña le sacó 20 puntos de distancia. Que se dice rápido. En Euskadi hace ya mucho tiempo que se impone y manda el color txuri-urdin.