Los mundos del fútbol y del periodismo resultan inescrutables. Uno se sienta ante el ordenador para preparar este reportaje y termina rebobinando hasta un Real-Celta jugado en enero de 2018 en Anoeta. Ganaron los gallegos 1-2 tras fallar un penalti Willian José, cuyo disparo se estrelló en el larguero de la portería defendida por Rubén Blanco. ¿Y? Pues resulta que la estadística del meta gallego en los lanzamientos desde los once metros está ahora de rabiosa actualidad, tras los acontecimientos del martes en el Stade Vélodrome de Marsella. El Olympique, con el recién llegado Marcelino en el banquillo, se jugaba su continuidad en las previas de la Champions League, obligado a remontar el 1-0 encajado en Grecia contra el Panathinaikos. En el minuto 121, con 2-1 en el marcador y la eliminatoria prácticamente abocada a una decisiva tanda, el técnico asturiano decidió cambiar de portero. Así, sentó a Pau López y dio entrada al mencionado Blanco, una decisión chocante a tenor de los números de este: durante su carrera se había enfrentado a 30 penaltis, parando únicamente uno (al sevillista Gameiro en 2016) y viendo cómo otros tres (incluido el de Willian José) se marchaban fuera o al poste.
Eliminación
No, no ha arrancado con buen pie Marcelino en Marsella. Rubén Blanco no paró ninguno de los cinco lanzamientos que recibió, el meta heleno sí le detuvo uno al local Guendouzi y el Panathinaikos acabó clasificado, apeando a un Olympique cuyo técnico, además, había declarado la víspera que no ensayó los penaltis en los entrenamientos previos. Le llueven las críticas al ex del Athletic, mientras la Real ve complicarse sobremanera su acceso al bombo 3 en el sorteo del próximo 31 de agosto. Al fin y al cabo, el propio Olympique habría significado un buen aliado para eliminar en la última ronda al Braga portugués, una de esas escuadras con mejor coeficiente que los txuri-urdin. Estos, sin embargo, deben confiar ahora en una carambola posible, aunque muy difícil. A ver si conseguimos explicarla.
Las cuentas
De forma estrictamente provisional y a la espera de conocer qué seis escuadras completan la fase de grupos, la Real es ahora mismo equipo de bombo 3, con dos puestos de margen respecto al precipicio que le abocaría al 4. Es decir que los de Imanol pueden permitirse ser superados por solo dos clubes más (procedentes de las previas) con mayor coeficiente. De la eliminatoria Rangers-PSV ya saldrá un primero. Y se trata ahora de que, de entre el resto de casos pendientes, cuatro, no aparezcan otras dos escuadras con mejores cifras continentales. Queda pendiente aún la vuelta del Dinamo Zagreb-AEK Atenas (1-2 en Croacia), confrontación que apunta a deparar la eliminación de los balcánicos, buena noticia para la Real. A partir de ahí, los demás condicionantes presentan cierta complejidad.
Tres duelos
Pongámonos en lo mejor, en que el AEK confirma su clasificación este sábado y en que todo se termina centrando en tres eliminatorias: Copenhague-Rakow, Young Boys-Maccabi Haifa y Braga-Panathinaikos. Los equipos citados en primer lugar parten como teóricos favoritos en cada una de las confrontaciones, pero a la Real le interesa que sean eliminados. ¿En qué medida? En la ya citada: solo puede pasar a la liguilla uno de ellos. Si lo hacen dos o los tres, el cuadro de Imanol encarará el sorteo desde el bombo 4. En clave deportiva, el baile entre una ubicación u otra el próximo 31 de agosto no parece muy determinante, pues rivales como Milan y Lazio (bombo 3) o Newcastle y Union Berlín (bombo 4) resultan igualmente susceptibles de deparar un grupo de la muerte. En clave económica, mientras, el ranking inicial entre los 32 participantes sí puede aportar algún milloncito de regalo.