La Real ya está en octavos. Lo comentábamos en la víspera, en la Copa no importa la forma en la que avances y ante quién lo hagas, lo único que importa es ir superando eliminatorias. De la forma que sea, pero ganar, ganar y ganar. Los blanquiazules se impusieron a un Logroñés menor, pero lo hizo en una fiesta sosa, sin alardes ni platos fuertes, simplemente cumpliendo el guion previsto. Y la verdad es que fue una pena, porque aunque cumplieron con su obligación, la realidad es que la atmósfera que se había generado en este desplazamiento y en las horas previas del duelo invitaban a una exhibición bastante más atractiva de la que se vio en el nuevo Las Gaunas. No fue así, pero tampoco hay que rasgarse las vestiduras porque cualquier tiempo pasado fue peor. Y la gran mayoría de los 2.000 aficionados que se desplazaron hasta Logroño eran veteranos y expertos en todo tipo de experiencias y sensaciones con su equipo. Un gol de Robert Navarro en los mejores minutos de los donostiarras antes del descanso fue suficiente como para marcar las diferencias ante un adversario que sin duda acreditó ser bastante superior al Coria y al Cazalegas. En una segunda mitad apagada y aburrida, los realistas aguantaron su ventaja sin apuros ni sobresaltos y certificaron su clasificación para los octavos que probablemente mereció ser por más goles de holgura.

Imanol optó por un once reconocible, como casi siempre. No le gusta jugar a la ruleta rusa porque ha sufrido como el que más el drama de la Generación Perdida. Las únicas notas inesperadas, aunque comprensibles, fueron las entradas de Guevara y de Illarra en la medular por detrás de Merino y Brais. Y la presencia de Sorloth junto al meritorio Navarro.

Después de un día precioso, en el campo el ambiente estuvo a punto de caldearse por los torpes de ambos bandos, que no representan a nadie, y que hasta motivaron los pitidos del sector normal para evitar que la fricción fuera a mayores.

La Real fue clara dominadora del juego, aunque no tardó en constatar que su rival había subido un peldaño en comparación con las dos eliminatorias anteriores. Las primeras opciones llegaron sobre todo en los robos en posiciones adelantadas más que en la propia creación como la primera ocasión de Brais que fue rechazada por la zaga tras una buena recuperación de Merino.

El Logroñés intentó mantenerse en pie, sobre todo gracias a las incursiones del bullicioso Menudo, aunque sin generar excesiva alarma. Después se desencadenó la ofensiva txuri-urdin con un remate de Sorloth fuera a servicio de Brais y otro de Navarro a las manos de Gonzalo tras de un servicio de Aihen. El gallego y el noruego también desaprovecharon otras opciones antes de que entrara en acción el principal protagonista del primer acto: Navarro. El mediapunta desaprovechó una buena falta servida por Brais antes de que llegara el gol en una buena internada de Illarra que dejó pasar el de Mos que está en todas y que Navarro cruzó a la red con la destreza y la sangre fría de los grandes. Tan alto como siempre ha apuntado el internacional. Ya en ventaja, los realistas completaron su mejor jugada que culminó el goleador con un chut cruzado fuera, también a pase del capitán. En resumen, una Real superior que mereció llegar al descanso con mayor ventaja para regocijo de su sonora y fiel afición.

En la reanudación, los de Imanol mantuvieron el control casi absoluto del juego frente a un contrincante que prefirió no ser goleado a buscar a pecho descubierto la hazaña. Las mejores opciones de los realistas llegaron en una peinada de Merino en una falta de Brais y otra finalización del navarro que detuvo Gonzalo a una internada preciosa de Sorloth. Rico se topó con el meta a pase de Illarra y le Normand, siempre a servicio de Brais, cabeceó fuera. Esto sin pasar por alto el gol anulado al noruego por un fuera de juego milimétrico.

Sin que Remiro sufriera en exceso ni se llevara ningún susto inesperado se llegó al final del duelo ante una afición txuri-urdin cada vez más apagada y aburrida. Con más ganas de volver a la calle Laurel que por celebrar goles. Y eso, al contrario de su desplazamiento en masa, es simplemente decepcionante. La Real ya está en octavos, que pase el siguiente. Lo pasamos bien en Logroño.