La frase la pronunció Pellegrini tras caer contra el Atlético: “Un equipo jugó a no perder y ganó”. Seguro que no pensaría lo mismo de lo que sucedió ayer en Anoeta. El Betis, que no había rematado casi a puerta, marcó dos goles en los últimos minutos después de haber sido manifiestamente inferior a los realistas en todo el encuentro. Una vez más, un fallo de Aritz y un resbalón de Gorosabel propiciaron la llegada de los dos tantos en un desenlace poco creíble para lo que habíamos visto hasta ese momento. La Real firmó un buen encuentro, pero como suele ser habitual frente a los verdiblancos, fue incapaz de plasmar en el marcador su dominio y su superioridad, lo que acabó pagando con verdadera crueldad. Tampoco fue la mejor noche de los de Imanol, aunque hay que tener en cuenta que se encontraban muy mermados por las bajas de nuevo. Al final, otra derrota y una frustración creciente que lleva camino de convertirse en trauma.

No era un partido sencillo. Ni para uno ni para el otro después de sus respectivos compromisos europeos del jueves a muchos kilómetros de distancia de sus residencias. El Betis tenía bajas, por supuesto, solo faltaba, pero es que la Real compareció al duelo con ocho ausencias por lesión. La mayoría de ellos potencialmente titulares, que se dice rápido. Imanol decidió regresar al rombo, con la gran novedad de Pablo Marín ejerciendo de Silva en su estreno de titular. En total, siete cambios en un equipo en el que solo se mantuvieron respeto a los de Nicosia Remiro, Pacheco, Rico y Merino. Sorloth se recuperó y formó pareja de ataque con Carlos Fernández; el resto fue más o menos lo esperado.

La primera parte confirmó la igualdad que impera en estos duelos frente a los verdiblancos, cuyo nivel es similar al de los realistas. El problema es que no hay que olvidar que la Real llevaba sin marcar un tanto al Betis desde la eliminatoria de Copa en el Villamarín, cuando Oyarzabal le puso por delante pese a terminar en decepción absoluta tras la esperpéntica roja a Illarra de Mateu. En total, tres encuentros sin anotar, cuando se trata de uno de los rivales más directos.

Ninguna sorpresa antes del descanso, el máximo respeto que se tienen ambas escuadras y que la Real, una vez más, no fue capaz de anotar cuando superó netamente a los sevillanos. El caso es que los locales solo generaron dos ocasiones, en un remate de Marín tras luchar una buena pelota que repelió el meta luso, y, sobre todo, una de Carlos que escupió el palo, en una acción que acabó en saque de puerta a pesar de que era un córner clarísimo.

El único acercamiento visitante con algo de peligro fue un disparo de Luiz Henrique alto tras una buena dejada de Borja Iglesias.

La Real fue mejor, pero le costó mucho acercarse con peligro a los aledaños de la meta bética. Y ya se sabe, el recuerdo lo teníamos todos demasiado fresco; si no lo aprovechas ante un adversario de ese nivel, en el momento en que se recuperan, la factura se puede cobrar un alto precio. Porque, todo hay que decirlo, los verdiblancos son muy buenos. Por eso les hicieron tanto daño el curso pasado. No hay más.

En la reanudación, los béticos parecieron arrancar con algo más de mordiente, pero volvió a ser la Real la que generó ocasiones en buena jugada en la que Brais asistió a Carlos y su remate lo detuvo el meta luso. El gallego estuvo omnipresente en las oportunidades locales, en un disparo de falta y en un saque de esquina perfecto que Merino cabeceó demasiado picado, una acción calcada a la del gol del Mallorca. En otra preciosa combinación, Carlos dejó a Robert y su chut de primeras lo detuvo Rui Silva. Al igual que el posterior disparo de Merino desde lejos. Un centro de Gorosabel lo cabeceó demasiado suave Carlos a las manos del portugués. Se mascaba el gol, pero el Betis poco a poco controló la situación y se rehízo de forma notable, que en eso tiene un mérito encomiable. Como si su plan fuese resistir hasta que apareciese su momento. Y este llegó en el 85’: en un error de Aritz que aprovechó Moreno para internarse y dar una asistencia a Juan Cruz, que batió a Remiro a contrapié.

La Real incluso estuvo a punto a de recuperarse en la mejor parada de la noche de Rui Silva a disparo de Magunazelaia, también a centro de Brais, cómo no, pero, en la prolongación, un resbalón de Gorosabel propició una contra que finiquitó en boca de gol Borja Iglesias.

Y otra vez nos fuimos con la misma cara de tonto. Porque no parece justo que la Real reciba tanto castigo frente al Betis cuando fue mucho mejor, generó más ocasiones y fue desde luego el equipo que jugó para ganar. Una pena. Frente a los sevillanos siempre sale cruz. Son ya cuatro partidos asediándoles sin marcarles un gol. No es normal. Algún día se revertirá la suerte y los resultados no dependerán tanto de la fortuna. Dicho esto, reconociendo que salió vencedor de Donostia un conjunto de primer nivel. Pero es que la Real hizo tantas cosas bien... Que la rabia no nos la quita nadie.