La pregunta se la hacían unos trabajadores de la Real Sociedad en Zubieta durante un entrenamiento. ¿Si viene de verdad alguien a por Zubimendi, por cuántos millones lo venderías? Las respuestas de los periodistas presentes iban todas en la misma línea, ninguno se bajaba de los 50 millones de euros. “Pues bien, es que nosotros nos hemos llevado el principal activo del Celta (Aspas ya está mayor para volver a salir) por 14 millones”. La anécdota discurrió antes de que el gallego confirmara en menos de dos meses que es un futbolista extraordinario. Que aparte de su indiscutible talento, cuenta con una capacidad de trabajo y de sacrificio que se encuentra a años luz del cartel de pechofrío y sinsangre que le pusieron en Balaídos y que tanto le dolió. No se descarta incluso que fuese uno de los motivos por los que se concienció de que lo mejor que podía hacer era buscar un nuevo destino. Parafraseando a los que aducían que solo los muy cafeteros sabían disfrutar de su fútbol, en Anoeta no hace falta entender mucho de este deporte para ser consciente de la categoría de jugador que es. Este domingo volvió a decidir el encuentro con un desmarque y remate de 9 puro. Son seis goles en total, cinco en Liga. Pero es que pudo marcar un par más, uno de ellos al aprovechar un regalo de Rulli fruto de su asfixiante y entregada presión. La conclusión, mientras la grada le despedía con una ovación con más decibelios que la de Silva (con eso se dice todo), es que esta joya no tiene límite.

La Real se aferró a su marcador favorito para imponerse al Villarreal por un 1-0 justo e indiscutible, además de tener un mérito impresionante por venir de haber sellado un triunfo clave entre semana en Moldavia. Todo esto con el añadido de las bajas y de los tocados que todavía se encuentran lejos de su mejor nivel. Una Real que ya tiene los mismos puntos de Champions, a pesar de los pesares.

Imanol no sorprendió con el once. Al técnico le había salido bien el plan de Moldavia y la consecuencia lógica es que apostara por su alineación de gala a día de hoy y con la lista de lesionados que aún arrastra. Como se esperaba, las dos novedades fueron los regresos de Aihen y de Zubimendi. El resto, los mismos, con una medular que se recita de memoria y que se ha convertido por méritos propios en el principal elemento diferenciador de este equipo a falta de sus mejores recursos ofensivos.

El Villarreal, que como disputa la menor Conference Cup por culpa precisamente de la Real, pudo disponer de su equipo A, en comparación al que se enfrentó el jueves al Austria de Viena.

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Partido de la Real ante el Villarreal Ruben Plaza

Un rival defensivo

Una vez más, y a pesar de su impresionante arsenal, Unai Emery optó por un 4-4-2, con las líneas muy juntas y muy retrasadas. Pocos conjuntos comparecerán en Anoeta con esa estructura defensiva más propia de un club que se juega la vida y que pone en seria duda la candidatura de Emery como posible entrenador de la Real. Ante un cerrojazo de los de otra época, los realistas completaron una gran primera parte. Con paciencia, personalidad y decisión. Conscientes de que tarde o temprano llegaría su momento si insistían con la posesión. Cabe destacar el descaro de Sola y el rendimiento de un Brais capaz de todo, que no tarda en confirmar por qué se ha convertido en la mejor inversión de un club este verano. El lateral fue el primero en probar a Rulli en un disparo lejano y una piedra suya la controló el gallego antes de rematar fuera.

No era fácil encontrar huecos en los dos muros levantados por los amarillos, pero la Real insistió hasta conseguir encontrar resquicios. El meta exrealista tuvo su clásica ida de olla cediendo un balón a Brais, que no logró superarle en la definición y poco después un centro de Aihen, siempre valiente y decidido, lo envió alto Zubimendi al recoger el despeje de Albiol.

Pasada la media hora, llegó la justa recompensa para los donostiarras, en un córner botado en corto, con despeje de la zaga que recogió Merino para buscar y encontrar a su alma gemela, el gran Brais que, a pesar de tener opción de centrar, definió a la perfección por debajo de las piernas de Rulli. Otro más. Son cuatro dianas seguidas en Liga para un total de seis. Para que se hagan una idea, a un solo gol de igualar los tantos de Isak en Liga la pasada campaña.

Sin noticias del Villareal en los aledaños de Remiro, se llegó al descanso con la ventaja txuri-urdin. Por cierto, y con un timonel por encima de todos, don Martín Zubimendi. Maravilloso.

En la reanudación, como cabía esperar, Emery decidió que su equipo diera un paso al frente y pasara a jugar en campo rival con las entradas de Morales y Jackson. Pero la Real era plenamente consciente del movimiento que iba a introducir el de Hondarribia en el tablero y reaccionó como lo hacen los grandes. Sorloth, a pase de Remiro, estuvo cerca de doblar la ventaja, antes de que el comandante diera el primer susto. Poco después, Silva frotó su lámpara mágica y dejó solo al noruego quien, en vez de encañonar con violencia, buscó una vaselina que adivinó y detuvo Rulli antes de que volviera a rechazar su segundo intento.

De ahí al final, los realistas aguantaron sin excesivos agobios, bien arropados por su enorme afición que le da alas, hasta que en la última jugada Remiro, que había sido un espectador más en el duelo, sacó una mano milagrosa para evitar el empate de Morales.

Fin de una semana de gloria para los realistas en la que les salió todo redondo y sumaron su quinta victoria consecutiva. Con dos triunfos vitales ante Sherrif y Villarreal. Lo de este equipo es impresionante, por eso disfrutamos tanto y nos hace soñar. El objetivo antes del gran parón está casi logrado. Al menos, por sensaciones. No hubo más que comprobar cómo despidieron a sus ídolos en los cambios. Una luna de miel constante que ya dura cuatro años... Partidazo.