na vez titulé esta sección con una pregunta ¿Hay alguien ahí? Me refería entonces a un entrenador del primer equipo. Las cosas no iban de la mejor manera y se respiraba quietud. No pasaba nada hasta que le cesaron. Llevaba semanas pensando en repetir la idea, porque los silencios en torno a la formación del futuro plantel se alargaban. Soy muy respetuoso con las personas que te paran por la calle, las que te preguntan por fichajes, las que te dicen lo que piensan al respecto. Que si es mejor vender, traspasar, renovar, dejar que se vaya... Creen que manejas información privilegiada. La confirmación de la continuidad de David Silva me chafó el titular. Me alegro por ello. Poca gente le hace ascos a la decisión de las dos partes. Eso se llama unanimidad. David habló de asuntos como la familia, el proyecto del club, el destino al que casi nadie hace ascos, futbolísticamente hablando. No estuvo en Vallecas porque cumplía el segundo partido de sanción, después de mandar a un árbitro a la zona de las caquitas. Desde el pasado enero, cuando estaba libre y podía elegir destino, fueron apareciendo opciones y posibilidades, incluso nombres como sustitutos. Se daba como seguro a Juan Mata (Manchester United). En este asunto, como en otros parecidos, siempre es bueno esperar.

Como Januzaj, que tampoco formaba parte de la escuadra inicial. Parece que el belga se queda después de meses de tribulación en los que la enfermedad de su representante, fallecido en las últimas horas, quizás frenó las conversaciones y la oficialidad del acuerdo. Poco a poco, incluidas las renovaciones que se negocian, se van dando trazos firmes sobre el lienzo del futuro que evidentemente confirma que hay alguien ahí.

Ausente el canario en la cita de la popular barriada madrileña, los analistas no adivinaron los protagonistas del inicial plan previsto, pero la decisión se tradujo en una actuación digna y decorosa, práctica y eficaz. Cambió la seda por el percal, un 4-4-2, por el rombo. Dominio territorial y búsqueda de espacios por los que tratar de sorprender a Dimitrievski, hasta que apareció Sorloth para marcar, de espléndido zurdazo, un gol de esos que premian el trabajo colectivo. El primer tiempo de la Real fue de calidad suprema, como los turrones, o superior, como los jamones. Gobernó todas las parcelas. Le faltaba una, la que tanto le ha penalizado a lo largo del ejercicio. Por eso, el tanto del nórdico servía para apuntalar el juego coral del grupo en cuya alineación inicial el técnico de Orio nos ofreció alguna sorpresita. Por ejemplo, la presencia de Illarra en el once titular. Ignoro en qué momento el entrenador comunica a sus jugadores el equipo de salida, pero seguro que el mutrikuarra se llevó un susto por lo inesperado. Viendo lo que sucedía sobre el terreno, pareció que todo respondía a un plan preconcebido, reforzado a la vista de los cambios y el momento de los mismos tras el descanso. Los últimos minutos del primer periodo conllevaron el despertar de los locales y un par de remates para lucimiento del meta de Cascante. Suponía un aviso que no era broma.

Era importante ganar, porque los tres puntos apuntalaban la clasificación y acercaban el objetivo. ¡Cuánto antes, mejor! Vallecas es un campo en el que siempre sube la presión, sobre todo cuando el equipo local ataca sobre la portería de vestuarios, la que da a la calle del Payaso Fofó. Eso sucedió en el segundo tiempo. Si antes hablaba de Silva, ahora nos ocupa Radamel Falcao. Los buenos futbolistas, los comprometidos, aparecen cuando se les necesita.

No sé cuánto tiempo llevaba en el terreno desde que se incorporó al juego, pero no creo que fuera mucho más de lo que tardo en rezar un Pater Noster en latín. Los aficionados locales se vinieron arriba encorajinados por el tanto y por los minutos que restaban para la conclusión. Fueron los habituales minutos complicados del equipo de casa, el que achucha aprovechando las tablas de la experiencia y las medidas del terreno. Las dominan y de qué manera. Todos los que fueron al estadio no salieron de viaje, porque estos días Madrid se vacía. Celebran el 1 y el 2 de mayo, se preparan para San Isidro y, en cuanto pueden, ponen los pies en polvorosa. Lo mismo que la Real y sus reales opciones de acceder a puestos Champions. A esta hora ocupa la sexta posición que supone plaza europea y si cae un puesto atrás defendería sus ilusiones en una competición con nombre de pera, la Conference League.

A falta de cuatro jornadas para la conclusión, el calendario que queda por delante no es fácil, porque te vas a medir con equipos que se están jugando la vida, que lo dan todo por evitar el descenso. Levante y Cádiz, los dos próximos, se encuentran en situación de angustia, se aferran a la salvación. Si quieres premio, no cabe otra que imponer la teórica superioridad. Ahí se incorporan situaciones distintas a las del resto de la temporada, los llamados entresijos. No hay que irse muy lejos en el tiempo para descubrir pasteles con la nata agria y cortada. Estar curados de espanto, no significa claudicar. Todo lo contrario, mirando de frente hasta compartir felicidad por el reto conseguido.

Apunte con brillantina. No fue fácil el verano del equipo femenino de la Real Sociedad. Para casi nadie. Hubo desencuentros, palabras largas, decisiones sorprendentes y algún desacato. La entrenadora, las jugadoras que se quedaron y las que vinieron y el entorno más cercano, guardaron silencio. Era una forma de responder. Miraron hacia adelante y comenzaron un camino que termina ahora con la conquista, por primera vez en la historia de la sección, de un puesto en la Champions del próximo curso. Es entendible que afloraran tantas lágrimas de emoción entra las protagonistas. ¡Puerta grande!