La Real Sociedad volvió a perder contra el Barça. Lo hizo tras un discreto partido, en el que fue netamente superado en la primera parte y en el que, cuando por fin se hizo con el dominio del juego y fue claramente mejor, le volvió a condenar la falta de gol. La tónica habitual de toda la temporada. Así es imposible. Lo comentó Imanol en la víspera, había que ser contundente en las áreas y tenía razón. En lo que no estuvo tan fino es en defender que con todo lo que genera su equipo debería llevar por lo menos seis puntos más. Ahí no estuvo tan acertado. Si no atinas de cara a puerta, no hay nada que hacer. No es una cuestión de que te quedas sin derrotar a un Betis al que superas con claridad el pasado viernes. Sin gol se esfuman los sueños más altos y las oportunidades más golosas. Si la Real hubiese ganado, se habría quedado a solo tres puntos del segundo clasificado. Pero sumó una nueva derrota y otro partido sin imponerse a un gallito de la competición. El tema aburre, pero es tan significativo como demoledor. El propio Imanol defiende que da igual contra quien sumas los puntos. Bueno, eso es indiscutible, aunque si en la estación de las finales ligueras no eres capaz de superar a los rivales directos, la consecuencia es que te quedas sin alcanzar tus objetivos.

A nadie se le escapa que los dos encuentros en casa ante Betis y Barça iban a ser decisivos en el sprint final. El bagaje de solo un punto invita a ponerse en lo peor. Sobre todo porque te queda enfrentarse al Villarreal y al Atlético en Anoeta. Ayer los de Xavi fueron superiores durante demasiados minutos, y la Real perdonó dos ocasiones infallables en sendos remates de Isak y Sorloth. Así se resume todo lo sucedido en el partido; la triste realidad duele.

Imanol volvió a mostrarse valiente y apostó por dar entrada a Januzaj manteniendo el rombo. El belga incluso permutaba su posición con Rafinha, por lo que de salida ocupaba plaza de volante, que parecía de extremo cuando caía en banda. El resto fueron los habituales, con Isak inesperadamente acostado en la derecha. Mientras, enfrente, Xavi recuperó a Piqué y Araujo, con los que el equipo es otro. Los catalanes se aferraron al recuerdo del Bernabéu, para asaltar Anoeta. Algo que no era para nada halagüeño para los donostiarras.

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La Real salió fuerte y envalentonada, consciente de que se trataba de una noche importante. Con una presión asfixiante y brava, mordiendo, algo que siempre le hemos echado en cara, los realistas trataron de asustar a su prestigioso visitante, pero sin lograrlo. Por fin una salida en tromba, aunque sin el resultado esperado. El Barça no tardó en encontrar el jugador libre cuando tenía la posesión, sobre todo en un De Jong que campó a sus anchas sin que nadie le incomodara. A los diez minutos, los azulgrana profundizaron por la izquierda y el centro de Jordi Alba acabó en los pies de Dembélé, cuyo remate colocado escupió el palo. Merino y Zaldua no se entendieron en el rechace y el balón acabó en las botas de Gavi, que puso un centro magnífico que Aubameyang solo tuvo que empujar a la red con la testa. Lo peor que podía pasar, a las primeras de cambio, gol en contra.

El tanto anestesió a los locales y fortaleció al Barça, que fue muy superior antes del descanso. Sin que los blanquiazules dispusieran de ninguna ocasión. Ferran Torres y De Jong pudieron aumentar la ventaja. La primera oportunidad de la Real fue un tímido cabezazo de Sorloth en el segundo palo en una falta que sirvió con la precisión de siempre un Januzaj al que le costó mucho acaparar protagonismo en su posición preferida. Incluso después de este acercamiento el Barça generó de nuevo más peligro con otro chut de Ferran y otra clarísima de Aubameyang, cuyo chut cruzado se marchó lamiendo la madera. A falta de tres minutos para el final, Isak habilitó a Sorloth, este porfió con Araujo y fue capaz de servirle una asistencia con música a su amigo, que, una vez más, finalizó de forma lamentable. Fuera, con todo a favor, y con un golpeo penoso, impropio de un delantero de su talla. Una pena, porque era el momento. La típica acción que cambia los signos de los encuentros. Así se explica mejor cómo es posible que este equipo no sea capaz de derrotar a los clubes que le preceden en la tabla. Sin duda.

En la reanudación, la Real arrancó con energía recobradas, pero, a los dos minutos, Sorloth no atinó a un metro de la portería en un centro de Januzaj que desvió un defensa. Ahí arrancó el esperado show de Piqué, que desvió la atención al encararse de mala manera con el fondo. Simplemente lo previsible cuando todos los focos están puestos en él, pero si hasta el presidente de la Federación se lo permite hay poco que hacer. Liderados por un Sorloth incisivo, bien escoltado por un mejorado Januzaj, los realistas lo intentaron. El noruego dispuso de otra gran opción a pase del bruselino, pero se topó con la pierna de Ter Stegen. El alemán también desvió un centro-chut con veneno de Janu. Cuando apareció el cansancio y Rafinha empezó a flaquear, el Barça retomó el control e incluso pudo sentenciar en un remate en posición inmejorable de Gavi. Los catalanes no sufrieron en los últimos minutos después de haber perdido tiempo al estilo del City de Guardiola en el Wanda.

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Una lástima. Otra derrota, esta por la mínima. A la Real le pagaron con su propia medicina. Y ahora sí, hay que empezar a rezar para que el Betis gane la Copa mañana y el equipo logre aguantar la remontada del Villarreal. No hay más ciego que el que no quiere ver. Sin marcar no se va a alcanzar ningún sueño. La triste y dura realidad. Son demasiadas jornadas, una campaña entera incluso, sin que los realistas marquen diferencias en ataque. Por mucho que cuente con el arsenal ofensivo supuestamente de primer nivel. Pero si no se confirma y no se está a la altura de las expectativas, la consecuencia es que quizá nos tengamos que poner en lo peor y la meta de Europa se aleje más que nunca esta temporada. Una pena. O afinan la puntería o la decepción va a ser enorme. Así de claro.