En el fútbol se debería evitar referirse a los términos justicia y fortuna. Porque en realidad suenan bastante a excusa y se suele recurrir a ellos cuando no has logrado el objetivo. Pero lo de la Real con el Betis es incomprensible. No se puede entender que en tres encuentros le haya generado una veintena de ocasiones más o menos nítidas y no haya sido capaz de marcar ningún gol. Vale, aceptamos que la sequía no es ninguna casualidad y que se ha convertido en la principal lacra de este equipo. Entre otras cosas, porque si llevase una decena más de dianas estaría metido de lleno en la carrera por la Champions League. Que no haya visto puerta frente al Betis, después del repaso que le dio ayer, sobre todo en la primera parte, sumado a las opciones erradas por Portu en el duelo de Liga en el Villamarín y a que, por ejemplo, le anularan un tanto en la Copa por una uña de Oyarzabal, ha acabado por convertirse en una injusticia desesperante. Y muy frustrante. Muchos se preguntarán qué más tiene que hacer la Real para tomarse la revancha con los verdiblancos, que se han convertido por méritos propios en su bestia negra particular en los últimos meses. El equipo txuri-urdin fue un vendaval y completó una de sus actuaciones más destacadas de la campaña, aunque se quedó sin una gloria muy golosa, ya que, de ganar, hubiese superado a su rival directo en la clasificación y se hubiera encaramado a la quinta posición. Una vez más regresó el maldito fantasma que confirma que esta Real no es capaz de derrotar a los que le preceden en la tabla. Y la explicación de todo, no la busquen más, es que sin gol se escapa todo. Victorias merecidísimas como las de ayer y, lo que es peor y en previsión en forma de alerta para lo que resta de campaña, también puede volar el ansiado objetivo debido a que este curso se cobra muy caro el pasaporte para viajar a Europa. Da mucha rabia, porque cuando te superan y te derrotan escuece, por tu inferioridad, pero cuando eres tan superior, el escozor acaba siendo insufrible.

Imanol quiso darle continuidad al equipo y al plan que tan bien funcionó en Elche. La única novedad en su once fue la entrada de Gorosabel por el sancionado Zaldua. El resto, los mismos, con un claro rombo en el centro del campo. Por su parte, Pellegrini se tomó el duelo como un ensayo general para la final de la Copa, en lugar de ir pensando en reservar jugadores con el objetivo de no correr riesgos en forma de lesiones.

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La Real le dio la razón a su técnico, que había declarado la víspera que en su opinión la explicación a las dos groseras goleadas estaba en la diferencia de acierto en las áreas. Con un efectivo más en una medular de muchos quilates, formada por cuatro futbolistas completos, contundentes y de muy buen pie, los locales pasaron por encima del Betis antes del descanso. La superioridad txuri-urdin fue por momentos abrumadora, con recuperaciones muy rápidas y algunas muy buenas en posiciones adelantas, magníficas combinaciones, varias de ellas eléctricas y vertiginosas, y acciones de mucho talento. El problema fue el de siempre, que llegan mucho pero no le marcan un gol a nadie. Y así es muy complicado, sobre todo cuando te enfrentas a uno de los gallos de la categoría que aguantó el chaparrón como pudo, consciente de que tarde o temprano disfrutaría, no solo de oportunidades, sino de su propio momento de dominio en el duelo. Porque con el nivel de sus futbolistas, lo ha tenido en todos los encuentros del curso.

Sensacional el despliegue blanquiazul, con un Rico inconmensurable por su banda. El cambio que ha pegado el burgalés ha sido extraordinario al pasar de ser un actor secundario a convertirse en uno de los puñales y mejores argumentos ofensivos del equipo. Y destacar también a Rafinha, que mientras le dura la gasolina es un futbolista formidable que pesa todo lo que pasa cerca de sus dominios y que juega siempre la pelota con criterio. El binomio que forma con Silva, a quien busca en todo momento, promete emociones fuertes en este tramo final del curso.

La que fue probablemente la mejor primera parte de la campaña arrancó con un susto en un cabezazo de Pezzella que atrapó en dos tiempos Remiro. A los cinco minutos comenzó la enésima sinfonía sin gol de Isak que culminó con la derecha un buen pase de Silva, pero se topó con Bravo. La primera cabalgada de Rico acabó con un centro largo que Merino no pudo enviar a las redes al verse obligado a cabecear después de que el balón botara. Zubimendi vio cómo se le anulaba un gol por un fuera de juego de centímetros y poco después, en la mejor acción del primer acto, en la que intervinieron Remiro, Rico (colosal) y Silva, la volvió a fallar Isak con una vaselina que se le marchó alta, aunque el linier también anuló su remate por posición adelantada.

Cuando se fue calmando el tsunami, el Betis no tardó en recordar que enfrente había un miura, en una ocasión clarísima de William Carvalho, que desperdició con un mal tiro un certero servicio de Fekir. En los últimos minutos, Isak nos confirmó que está de diván, al dejar escapar otras dos buenas opciones. La primera en un fuerte disparo que se le fue alto y la segunda, clarísima, tras una definición muy pobre con la zurda después de que Silva le hubiese habilitado con un pase horizontal delicatessen dentro del área.

En la reanudación, pronto se descubrió que la Real ya no estaba tan rápida y fresca. El Betis no tardó en equilibrar la balanza, sobre todo en el juego y en el dominio. Los realistas continuaban atacando más, pero los verdiblancos ya no estaban tan incómodos y con sensación de asfixia. A los diez minutos. A Sorloth se le escapó un cabezazo un córner botado por Silva. El noruego fue el mejor de los realistas y sigue confirmando que, con continuidad y confianza, es un futbolista muy interesante. Aunque también tenga una cuenta pendiente con la puntería y la pegada. A destacar también la actuación de Silva que, aparte de repartir esos pases mágicos, trabajó mucho y robó dos contras de forma providencial. Canales confirmó con una falta que rozó la escuadra que el partido había cambiado y hasta Fekir estuvo cerca del gol en un chut cruzado. La entrada de Januzaj, por un Rafinha que juega como los ángeles pero que entra rápido en reserva, le dio otra marcha más a los realistas, pero se toparon con un muro que apenas le concedió ocasiones. Sorloth, tras una gran cabalgada, fue el último en generar peligro real, aunque su chut lo desvió a córner un defensa.

Por si fuera poco, el descuento resultó letal para los realistas. Díaz de Mera, que es un buen colegiado, muy de la escuela de Mateu Lahoz, pero sin tantas estridencias ni teatros, resolvió un choque en el aire entre Merino y Fekir como falta a favor del Betis y en las protestas, expulsó a Silva. Algo muy grave le tuvo que decir, porque si no, no se puede entender. En el fondo, subyace el eterno lastre de lo fácil que es pitar a algunos equipos. Y eso sí que es una injusticia denunciable.

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Una pena, la Real se quedó con las ganas al no poder tomarse la deseada venganza frente al Betis y, lo que es peor se quedó sin arrebatarle la quinta plaza que hubiera supuesto un refuerzo moral de incalculable valor psicológico. El equipo tiene una máxima fiabilidad en todo... menos en lo más importante en el fútbol, el gol.