Era una noche importante. El típico encuentro que se denomina trampa, porque el favorito corre el peligro de ser sorprendido. No es más que una excusa. La Real cuenta con mejor equipo que el Elche y si se analiza lo que le queda de campeonato y los resultados que se habían producido en la jornada, pocas veces iba a disponer de una ocasión tan propicia para acercarse al objetivo de entrar en Europa. Que nadie se equivoque. El Elche está fuera del descenso porque dispone de mucho más potencial que los que le persiguen. Ya vale de hacer de menos a los realistas, que cuando afrontan rivales en teoría inferiores, simplemente no fallan y suman de tres en tres, lo que les permite situarse en una situación óptima de cara al final de curso. Además, ayer lo hizo remontando un gol en contra, madrugador, de los que hacen sangre, con una actuación magnífica, plena de personalidad, carácter y talento. O lo que es lo mismo, marcando las diferencias que presuponen su superior nivel.

No fue un triunfo sencillo, ya que en otra época jamás se habría repuesto a ir perdiendo y a fallar un penalti sin haber disparado. Tuvo que aparecer un mago de los de verdad, como David Silva, bien escoltado por delfines como Sorloth, que cuajó su mejor actuación de txuri-urdin, un superhéroe como Merino y una bestia como Le Normand, para alzarse con tres puntos vitales que, si se gana al Betis en Anoeta el viernes, pondrá más cerca que nunca el pasaporte europeo. Mucho mérito.

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La ocasión la pintaban calva. Por arriba el Atlético había pinchado y, sobre todo, por abajo, los perseguidores Villarreal y Athletic no pasaron del empate, lo que significaba que era muy probable que se mantuvieran los dos encuentros de ventaja con una fecha más disputada. Y ya solo quedan siete más. No era fácil la misión, puesto que al Elche se le había complicado el panorama después del triunfo del Mallorca, que le recordó que aún se encontraba bastante lejos de firmar su permanencia. Era el clásico encuentro entre dos equipos implicados en guerras distintas que, en las últimas jornadas y dadas las necesidades, su desarrollo y resultado, eran cuanto menos más incierto que al inicio de curso. Y eso que hay pocos conjuntos más fiables con los rivales de abajo que la Real. En lo que llevamos de temporada solo ha perdido frente al Espanyol, por 1-0, y en un duelo muy condicionado por una decisión arbitral incomprensible de Mateu Lahoz. Contra el resto de los clubes que se encuentran entre el décimo y el colista no había perdido ninguno más. Que no es cualquier cosa y tiene un mérito indiscutible.

Imanol sabía lo que se jugaba, antes de la doble visita de rivales directos como el Betis y el Barcelona. No era el típico encuentro en el que había poco que perder y mucho que ganar. Que nadie se despistara, se trataba de un duelo con mucho que perder, porque después vendrán los gallos y las posibles lamentaciones, como hemos experimentado a lo largo de todo el curso. Había que ganar, porque la Real es superior al Elche. Y el técnico apostó fuerte por un once muy ofensivo, como ante el Espanyol, con solo dos cambios. Zaldua sentó a Gorosabel y Merino a Portu, en lo que parecía apuntar con nitidez a un 4-4-2, sin Januzaj. En Zubieta siempre han comentado que el belga llega despistado y sin apenas entrenar cuando viaja con su selección, por lo que no sería de extrañar que el oriotarra hubiese decidido sentarle en el banquillo por esta cuestión y aprovechar su calidad en los últimos minutos en caso de necesitar que le solucionase la papeleta. Imanol volvió a sacar la dupla Silva y Rafinha, algo que parecía poco probable desde que aterrizó en Donostia, con el atractivo de actuar junto a Merino. La otra variante interesante fue la continuidad de Zubeldia en el eje de la zaga, en detrimento de Aritz y de Pacheco, junto al intocable Le Normand, que lo juega todo.

El Elche contaba con una baja muy importante, la de su delantero centro Lucas Boyé, cuyo puesto fue ocupado por Carrilo en el indiscutible 4-4-2 que dispuso Francisco.

Gol en contra

El comienzo no pudo resultar más alentador, porque la Real se lanzó en tromba con una mala salida que acabó en córner y un disparo cruzado de Rico que se marchó desviado. Lo malo es que en la jugada siguiente, el Elche hizo sangre con mucho mérito y talento. Pere Milla proyectó, con un caño a Zaldua, a Mojica y el centro de este lo remató de primeras a la red Carrillo. Un buen gol con poca disculpa defensiva, porque el rival también juega y tiene calidad. Después de cinco minutos muy malos, con el Elche explorando los espacios entre los centrales y los laterales blanquazules, la Real se rehízo y no tardó en hacerse con el absoluto control del duelo. Cabe destacar el mando de Merino y la brújula de Silva, que está acabando la temporada en plena forma. A los nueve minutos, el canario dejó solo a Isak, pero su centrado disparo lo repelió Badía. Un error gravísimo de Zubeldia en una cesión a Remiro, la salvó Merino antes de que Pere Milla llegara a disparar y ahí cambió el choque definitivamente.

Merino Superstar, un futbolista de otra galaxia. Ya con el campo inclinado hacia la meta local, Sorloth fue derribado en el área (o eso pareció, porque ninguna imagen lo ratificó al 100%). Lo que sucedió después ya ha entrado en los anales de la historia de la Real. Isak falló el penalti sin lanzarlo. El sueco dudó, tuvo miedo, e hizo una paradinha en el último paso. Esto, aunque no lo hayan visto y a pesar de que se señala muy pocas veces, se castiga con un libre indirecto en contra y amonestación. Increíble. De no creer. Momento legendario. Lo típico. Muy nuestro.

Pero la Real ya se sentía superior. A los 21 minutos, Zaldua buscó el gol desde lejos, pero se topó con Badía. Y poco después, Silva, el mejor, no encontró la portería con un recorte marca de la casa. El propio canario sirvió un balón con música a la media hora que Sorloth cabeceó a la red tras desviar en un defensa. Con el Elche tocado, Isak no encontró las redes tras una buena jugada de Sorloth. En el saque de esquina, otro servicio de Silva lo remató a la red con un violento testarazo Le Normand. Ya era hora. Se lo merecía. Un futbolista que con su potencial y la fe con la que emplea en cada acción debería acercarse a la decena de goles por curso.

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En la reanudación, los realistas continuaron con su dominio con opciones de Rafinha, Sorloth e Isak (terrible lo suyo), hasta que los cambios mejoraron notablemente a los locales, mientras que los realistas no acabaron de encontrarse cómodos. Salvo un cabezazo de Aritz en un saque de esquina, las mejores opciones fueron ilicitanas, con un disparo desde cerca de Ponce, que salió lamiendo el palo, y, sobre todo, con varios centros al área que cortaron el hipo a unos aficionados realistas más nerviosos.

En resumen, victoria grande. Otra más. Y aunque por nuestra cabeza siga pendiente el pase a la Europa League, lo cierto es que la Champions se encuentra a tres puntos y el Atlético debe cerrar la temporada en Anoeta, donde ya perdió en la Copa a partido único. Insisto, parece que no tiene valor lo de esta Real, pero su campaña es alucinante. Orgullosos.