Militao y Alaba, los dos centrales del Real Madrid, firmaron en Anoeta una exhibición defensiva de primer nivel. El mejor zaguero blanco en Donostia fue, sin embargo, un tal Vinicius. Pinchado en banda izquierda, esperando a que su replegado equipo robara el balón y le lanzara en carrera, el brasileño acreditó una capacidad reservada solo para los mejores del mundo: condicionar por completo el partido y al rival. Imanol apostó por la dupla Isak-Sorloth, pero con muchísimos matices respecto al 4-4-2 de septiembre contra el Sevilla. Si aquel plan consistió principalmente en buscar la espalda de la retaguardia hispalense, el del sábado trató de encontrar superioridades entre líneas a los costados de Casemiro, utilizando al noruego, interior derecho a menudo, como cebo para sacar de sitio al pivote blanco. ¿Qué ocurrió? Que los de Ancelotti poseen oro puro en la figura del citado Vinicius, cuya profundidad les otorga por sí sola licencia para replegarse como lo hicieron. La Real, osada en las contadísimas fases de bloque alto visitante pero cohibida en ataque posicional ante el contragolpe que podía esperar tras una hipotética pérdida, se lo pensó muy mucho a la hora de filtrar balones dentro. Y ni siquiera esas precauciones le libraron de correr hacia atrás en contragolpes liderados por la joven estrella rival. Por ahí se escapó buena parte del resultado. Resultó una lástima, porque la contienda, en casa, un sábado por la noche, con el campo a reventar y ante un adversario de tronío, era de las grandes.

Final europea

De partidazo a partidazo. Este jueves aguarda a la afición una de esas citas de las que todos queremos disfrutar. La Real juega en Anoeta. Contra un buen equipo como el PSV Eindhoven. Y con un objetivo complicado pero a su alcance. Si gana a los neerlandeses, se clasificará para la siguiente ronda la Europa League. ¿Existe mejor cóctel de circunstancias para vivir una noche memorable? De antemano, el derroche habitual del equipo blanquiazul nos asegura una cosa: saldremos del estadio orgullosos de ser txuri-urdin, esa meta inicial que se plantea siempre Imanol. Desde ese punto de partida, resultará mucho más sencillo ubicar el encuentro en un lugar preferencial de nuestros recuerdos futboleros, se gane, se pierda o se empate. Ojalá ocurra lo primero, ante un rival que conserva muchas de las características que le apreciamos en septiembre: tiene un más que aceptable funcionamiento colectivo y calidad a raudales en sus filas, sobre todo en la parcela ofensiva. Sin embargo, los de Roger Schmidt ofrecen también la sensación de moverse ahora en ritmos algo más pausados que el imprimido en aquella primera jornada de la liguilla. Es lógico. Entonces andaban como motos, beneficiados en lo físico por su exigente verano, con seis partidos de previa de Champions desde el 21 de julio hasta el 25 de agosto. Pero ya han pasado casi tres meses desde la visita blanquiazul a los Países Bajos. Se dice pronto.

Derrota o igualada

¿Y si la Real pierde o empata? Quedará relegada a la tercera plaza de grupo y disputará las eliminatorias de la nueva Conference. Me imagino que, si se da el caso, abundarán los comentarios de desprecio hacia la tercera competición continental y surgirán teorías acerca de tirarla a la basura para centrarnos en la Liga y en la Copa. ¡Como si nos sobraran las alegrías europeas! Tras una liguilla de seis jornadas, nuestro equipo obtendrá el jueves lo que merezca, ni más ni menos. Ganando, habrá acreditado nivel para avanzar y eliminar al PSV. Perdiendo o empatando, recibirá un nuevo recordatorio internacional: "Real, mejoras pero sigues sin estar para determinados trotes", le lanzarán los dioses de la UEFA. Llegará el día en que estos sean más benévolos con nosotros. Quizás el mismo jueves. Quizás más adelante. Para conseguir su beneplácito, el equipo txuri-urdin debe olvidarse de todo lo ajeno y seguir centrado en lo que le digan los de casa: los dioses de Zubieta.

Filosofía Imanol

No hace falta ser muy avispado para pronosticar que entre hoy y mañana concluirá la Champions para terceros de grupo muy potentes, configurándose para la Europa League un panorama sumamente complicado. Y me adelanto aquí también a los acontecimientos vaticinando teorías diametralmente opuestas a las del párrafo anterior: visto el flamante cartel de eliminados, habrá igualmente quienes pidan tirar el partido contra el PSV para caer a la Conference, donde existen más opciones de tocar chapa. ¡Ni lo uno ni lo otro! Los mencionados dioses de Zubieta han creado en nuestro equipo una filosofía clara y sin dobleces, una idea adoptada de lleno por Imanol Alguacil y que, al fin y al cabo, nos ha traído hasta la notable situación que vivimos: el próximo partido es siempre el más importante, se juegue contra el Becerril, el Panadería Pulido, el Betis, el Mónaco o el Flora Tallin de Estonia. El jueves, la Real batallará a muerte para ganar a su rival neerlandés y continuar viva en la segunda competición continental. Bien hecho. Y si no lo consigue, a partir de febrero pondrá toda la carne en el asador para llegar a la final de Tirana. Bien hecho también. Pensar y actuar así, con el pedal del acelerador pisado siempre a fondo, obliga a pagar determinados peajes, en forma de lesiones principalmente. Pero semejante actitud supone también, más allá incluso de los resultados, la clave de que Anoeta luciera como lució contra el Real Madrid. No sé cómo acabará la semana, desconozco también cómo terminará la temporada, ignoro hasta cuál será el balance final de este ilusionante proyecto. Da igual. Yo me siento siempre muy bien representado por esos once tipos de blanco y azul, acierten o se equivoquen.