- Una de las pocas alegrías que deparó el amistoso frente al AZ Alkmaar de este sábado fue ver de nuevo a Asier Illarramendi sobre un terreno de juego. Jugó la última media hora y lo hizo sin molestias y con muy buenas sensaciones. Atrás han quedado los problemas físicos que le han tenido fuera del grupo casi desde que comenzara la pretemporada, aunque su calvario comenzó mucho tiempo atrás, en concreto un 10 de febrero de 2019 en Mestalla. Desde entonces, el capitán blanquiazul no levanta cabeza.

Han sido dos años y medio para el olvido, en los que Illarramendi ha vivido el lado más amargo de este deporte. Las lágrimas con las que abandonó Anoeta el pasado 16 de mayo, fecha en la que jugó su último partido oficial hasta la fecha, reflejan bien a las claras lo mal que lo ha pasado. Frente al Valladolid solo aguantó once minutos sobre el terreno de juego por culpa de un pequeño esguince de tobillo. Pero ese leve percance fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de un futbolista que no pudo estar, por ejemplo, en el partido más importante en la historia reciente de este club, como fue la final de la Copa del Rey, por culpa de otro problema físico. En aquella ocasión se lo impidió una lesión en el gemelo interno de su pierna derecha. Su cara de alegría levantando el trofeo escondía un dolor interno por no haber podido ayudar a sus compañeros en el campo de juego. Llevaba soñando con ese partido desde el primer día que entró en las instalaciones de Zubieta siendo un crío.

La plaga de lesiones que ha venido padeciendo el capitán de la Real le ha hecho perderse una cantidad ingente de partidos. Echando un vistazo a los fríos datos estos dicen que Illarramendi solo ha jugado catorce partidos en los últimos dos años. La temporada pasada únicamente disputó nueve encuentros, seis de Liga (Villarreal, Cádiz, Getafe, Alavés, Granada y Valladolid), dos de Copa (Córdoba y Betis) y uno de la Europa League (Manchester United). En la anterior, la 2019/20, su participación resultó todavía menor. Desde que se lesionara aquel fatídico 10 de febrero en Mestalla, jugó los dos últimos partidos del campeonato 18/19, contra Real Madrid en Anoeta y contra el Espanyol en Cornella. Ya en la propia 19/20, participó los 90 minutos de los encuentros ante Mallorca y Valencia y otros 37, los últimos, en San Mamés. Allí sufrió una rotura del peroné izquierdo. Pasó por quirófano tres días más tarde, pero no solo por lo del peroné. También se le diagnosticó una lesión en los ligamentos del tobillo izquierdo. Tras un periodo de recuperación largo, hizo lo más difícil, entrar en la dinámica grupal de la que volvió a salir un 16 de junio por culpa de una rotura de fibras de grado dos en el aductor largo de la pierna izquierda. Pocas semanas después, el 5 de julio fue operado en Londres del aductor derecho, fijándose una recuperación de unos cuatro meses. El 20 de enero redebutó contra el Córdoba en Copa hasta que su cuerpo dijo basta en la previa a la final. Y para finalizar, el esguince de tobillo ante el Valladolid.

Pero todo esto ya es historia. Asier Illarramendi está de vuelta. El sábado dio el primer paso. Toquemos madera.