En el fútbol moderno, las pretemporadas ya no existen para hacer fondo físico y coger ritmo de competición mediante amistosos infumables. Ahora los encuentros de preparación suponen más que todo eso: son bancos importantes de pruebas, y ejercen de anticipo de lo que espera después cuando haya puntos en juego. Por eso el verano del Sanse avanza de forma perfecta, porque sus dos rivales hasta la fecha le han planteado preguntas de muy distinta naturaleza. Con matices, y en ocasiones por fases, el equipo ha sabido responderlas con acierto, sufriendo además la ausencia de jugadores importantes. Este martes ante Osasuna Promesas no estaban disponibles Sola, Turrientes, Pokorny, Urko González de Zarate, Olasagasti, Sangalli ni Karrikaburu. Poca broma.

Una semana después de medirse al asfixiante Toulouse de Montanier, rival que presionó sin descanso al filial realista en Tarbes, siempre en posiciones adelantadas, los de Xabi Alonso se enfrentaron a una prueba de características diametralmente opuestas. Ordenado en un 4-1-4-1 de bloque medio-bajo, Osasuna Promesas planteó en Zubieta un encuentro que obligó al Sanse a elaborar y a tirar de paciencia. Los potrillos ponían el cebo moviendo el balón atrás, pero rara era la ocasión en que el cuadro navarro saltaba con un segundo hombre. El pivote Gorrotxategi permanecía vigilado en la gran mayoría de las acciones, ante lo que no hubo otra que intentarlo por fuera.

Los laterales y los extremos trataron de repartirse los carriles exteriores. Lo intentaron también los realistas con salida de tres, retrasando al propio Gorrotxategi o incluso centrando a Ezkurdia. Y tocó Alonso la tecla del cambio de perfil de sus extremos, Lobete y un notable Ander Martín, mediada la primera mitad. Las ocasiones, sin embargo, se resistían, y encima el rival se adelantó, al aprovechar una transición rápida cuando los locales incurrieron en la precipitación. Cantero trató de filtrar un pase interior muy complicado a Garrido, y luego vino la contra de Osasuna, perfecta y culminada con un latigazo a la escuadra. Igualó después Martón al aprovechar un absurdo penalti cometido por un central rojillo, y el duelo se marchó al descanso sin que las tentativas txuri-urdin frente al repliegue visitante terminaran de dar su fruto.

Ante dificultades así, es oro tener a Xabi Alonso en el banquillo. El técnico halló una buena solución en el descanso, dando la banda derecha a Xeber Alkain y engañando con la posición de Blasco, teórico lateral que se metía dentro constantemente. El Sanse convirtió dicha parcela en una auténtica mina, con Roberto López aprovechando los pasillos generados, pero el asedio no se tradujo en gol. Con Osasuna tendiendo ya a ajustarse y a multiplicar las ayudas en la zona, Alonso le dio una nueva vuelta de tuerca a los suyos mediante el ingreso de Naïs en el extremo zurdo. El francés aprovechó esas coberturas del rival para recibir en el costado opuesto, entre lateral, central y pivote. Y en una de esas acciones nació el 2-1 de Martínez-Losa. El propio Roberto López culminó luego, gracias a un zurdazo lejano, una victoria cocinada a fuego lento y que implicó aprobar quizás el examen más complicado del fútbol actual: el repliegue del adversario. Este Sanse sabe agitar el árbol cuando la fruta no está madura aún.

Ficha técnica

REAL SOCIEDAD B Zubiaurre; Carbonell, Blasco, Cantero, Ezkurdia; Gorrotxategi, Kortajarena, Garrido; Martín, Lobete y Martón. Segunda parte: Ortega; Blasco (Ezkurdia, m. 67), Peru, Arambarri, Zoilo; Aldasoro, Roberto López, Magunazelaia; Alkain (Garrido, m. 67), Lobete (Naïs, m. 67), Martínez-Losa.

OSASUNA PROMESAS Ramos, Irurita, Grande, Dufur, Garriz, Rabadán, Boiro, Huarte, J. Rodriguez, Lorenzo y P. Martínez. También jugaron Mutilva, Yoldi, Azcona, Berruete, Soeiro, Muñoz, Bravo, Aguilar, Moreno, J. González.

GOLES 0-1, m. 18: Boiro. 1-1, m. 37: Martón, de penalti. 2-1, m. 79: Martínez-Losa. 3-1, m. 90: Roberto López.