La vida tiene estas cosas. Una tarde te encuentras tan tranquilo en el trabajo y de repente te enteras de que Mourinho va a entrenar a la Roma. No había otro equipo, no... Siempre he declarado que me encanta el club giallorroso, donde jugaron dos de mis grandes ídolos, Giannini y, sobre todo, don Francesco Totti. Me da rabia y me entra un poco la risa, porque mi detestado entrenador luso viene de dirigir a los Spurs, que también es mi equipo preferido en Inglaterra por culpa de otros 10 como Hoddle o Gascoigne. Espero de verdad que su siguiente etapa no sea sustituir a Imanol... ¿Se imaginan? Me da algo.

Como recordarán, Mourinho utilizó en su etapa en el Madrid una estrategia muy agresiva y belicosa para desafiar el mandato del Barcelona de Guardiola. Reconozco que su personaje llegó hasta semejante nivel de desfachatez que era la única etapa en mi vida en la que, cuando perdía su equipo, esperaba despierto para tragarme El Chiringuito porque me parecía un programa de humor. Con gracia quiero decir, no como ahora. Solo hubo una vez que, dentro del maquiavélico laberinto de estrategias psicológicas para generar dudas a su rival, me divirtió una de sus ocurrencias. Fue después de la famosa final de Copa del Rey de Valencia en 2011, en la que ganó contra pronóstico el Madrid. Estuve en la grada de Mestalla y me impresionó cómo el portugués había conseguido que un torneo que no le importaba en ese momento a casi nadie y solían llevarse más por inercia que por otra cosa los azulgrana, se tomase, sobre todo desde el bando blanco, como si fuese la madre de todas las batallas (cuando todos sabemos que la auténtica la ganó la Real el pasado 3 de abril). Tras el partido, que decidió Cristiano con un golazo de cabeza, Guardiola estuvo torpe y rabioso por criticar al colegiado que había anulado un tanto a Pedro (quien, por comentar, juega en la Roma) al señalar un offside milimétrico. La reacción de Mou, que por fin comprobó que entraban en su retorcido juego, no se hizo esperar: “Hasta ahora teníamos dos grupos de entrenadores, uno muy, muy pequeñito, que no habla de los árbitros (en el que ahora está con letras mayúsculas Imanol); luego un grupo grande, donde estoy yo, que critica a los árbitros cuando tienen errores importantes, gente que no controla su frustración y los critica, pero también que estamos felices de halagar un gran trabajo. Ahora con las declaraciones de Pep entramos en una nueva era, la de un tercer grupo, que en estos momentos solo tiene una persona, que es criticar el acierto del árbitro, esto nunca lo había visto”.

No deja de ser curioso que, como manifestó el luso, se abría una nueva corriente que, sorprendentemente, ha ganado más adeptos en las filas y en el entorno merengue. Ya está bien. No puede ser que siempre que pierden se justifiquen en decisiones arbitrales. Ese sí que fue un pesado legado que dejó el de Setubal. El tener excusas para todo. Yo es que ya tengo la impresión de que en los duelos clave festejan casi tanto como un gol que se produzca una jugada polémica en la que se sienten agraviados para desviar la atención y que no se hable después de sus fracasos. A nosotros no nos pueden pillar de sorpresa los surrealistas llantos por el irrebatible penalti de Militao. Hasta cuando acierta el colegiado, ahí está la hemeroteca para recordar acciones parecidas o mucho más discutibles (que se lo pregunten a Le Normand), se quejan e inventan campañas y manos negras, porque tenemos muy presente la que nos montaron en la famosa acción de Rulli y Vinicius, en la que a casi nadie le importó que, ya en frío, una cámara demostrara que el meta había tocado antes el balón. ¿Para qué? Recurro a un comentario muy mío en la redacción: que un dato no te fastidie un reportaje. ¡Si hasta salió el presidente de los colegiados y no lo hizo el del Gobierno de puro milagro para comentar la jugada! En resumen, da tanto asco como pena. Y así, con las trampas y los gigantes abusando de su poder, es como de verdad la juventud se cansa y pasa de este fútbol. Porque, entre otras cuestiones, no les apetece ver un deporte tan corrupto y viciado, como es normal. Si de verdad están interesados en robos y en atracos del ínclito González González, que se comuniquen con Anoeta y se lo contamos por fascículos. Que tengan tiempo para escuchar, eso sí.

Hace un par de semanas, me llamó un buen amigo periodista de Barcelona, y su mensaje fue literal: “¿Qué podemos hacer para que la Real llegue muy caliente al Wanda? Hay que rescatar el espíritu Aitor Zabaleta o lo que sea”. Porque le quiero mucho, que si no me escucha. Era lo que nos faltaba, que se acuerden de nosotros cuando nos necesitan para sacar rédito de un resultado nuestro. Primero de todo, espero y confío en que, con la gran cantidad de canteranos que nos vanagloriamos de contar en nuestro primer equipo, se recuerde siempre la memoria del aficionado txuri-urdin más querido e inmortal cuando se visite al equipo cuyos radicales le asesinaron a las puertas de su anterior estadio. Así, sin más, por ser vasco y de la Real. Y segundo, y que quede claro, nosotros aprendimos hace tiempo que la Liga la disputan nuestro equipo, los de txuri-urdin, y 19 enemigos. Ni más ni menos. Lo que opinen y hagan los demás nos da completamente igual. Y al margen de lo que pueda pasar y de quién se puede beneficiar, lo único que nos importa esta noche en el Wanda es ganar y acabar quintos. Y si nos pueden abonar otro de los plazos por Griezmann, mejor, que ya se está haciendo tarde y no estamos precisamente sobrados de dinero... Real y solo Real en un campeonato con el egoísmo por bandera. Qué bonito sería asaltar por primera vez el Wanda a falta de tres jornadas para el final. Una nueva gesta muy de este equipo de Imanol. ¡A por ellos!