El catalán Marc Menchén es un periodista especializado en economía, más concretamente en la economía del deporte. Así que no resulta extraño que la semana que hoy concluye haya supuesto una locura para él y para sus compañeros en 2Playbook.com. Se trata de una plataforma digital de contenidos que Menchén fundó el año pasado y que trabaja noticias sobre la vertiente más financiera de deportistas, clubes y competiciones. Frenada ya la catarata de entrevistas, intervenciones y colaboraciones que ha encarado desde el pasado domingo por la noche, Marc atiende algo más relajado la llamada de NOTICIAS DE GIPUZKOA. Se trata de hablar, cómo no, de la Superliga. Y de cómo afecta todo lo que está sucediendo a los clubes como la Real.

Imagine que tiene que explicar brevemente todo este lío a su vecino del quinto en el ascensor. En un minuto apenas.

"Los doce clubes de la Superliga creían tener más fuerza que la que después acreditaron"

-Este pasado lunes se tenía que aprobar y se aprobó la reforma definitiva de la Champions League para el trienio 2024-2027. Y un grupo de clubes que no estaban de acuerdo con ese futuro formato se vio en la necesidad de manifestar públicamente su oposición al mismo. En el momento en que dicho nuevo formato se aprobara, esos clubes, como miembros de la ECA (Asociación de Clubes Europeos) que son, estaban dando su visto bueno a los cambios, de forma implícita. Así que entendieron que, o se pronunciaban rápido, o ya no tendrían opción de moverse. Sintieron la obligación de adoptar públicamente una postura contraria a la reforma de la Champions planteada por la UEFA, antes de que esta recibiera luz verde. Pero lo hicieron de la peor manera posible.

¿Por qué?

-Bueno, ya ha trascendido todo lo ocurrido durante las horas previas al anuncio. Que si Agnelli (presidente de la Juventus) le dijo a Ceferin (máximo dirigente de la UEFA) que estaba todo en orden, que si de ahí pasó luego a no cogerle el teléfono, que si el comunicado oficial salió un domingo por la noche... Pero, por encima de todo, yo destacaría la desconexión que han mostrado los propietarios y los gestores de estos clubes con la realidad del fútbol europeo. Del fútbol europeo en su conjunto y de las entidades que ellos mismos dirigen, añadiría.

Todo este asunto viene de muy lejos, ¿verdad?

-Buf (suspira). Todo esto viene de la década de los 90. Entonces ya existía lo que se denominaba el G-14, un grupo que integraban los mejores equipos europeos de la época. Y para entonces empezó ya el tira y afloja con los cupos de Champions otorgados a según qué ligas (la edición 1997-98 fue la primera que contó, por ejemplo, con dos escuadras españolas). A ver, yo puedo entender la postura de estos clubes . Ellos dicen: "Somos actores claves en esta fiesta y consideramos que merecemos una porción más grande del pastel". Y puedo entender también la urgencia que han sentido ahora para reivindicar esto, en un contexto de pandemia que les ha hecho daño. Pero pienso que había otras maneras de gestionar la situación.

¿Le sorprendió la sucesión de reacciones contrarias a la Superliga el lunes y el martes?

-No. Y para explicártelo voy a poner un ejemplo que puede parecer extremo. Salvando todas las diferencias existentes, voy a comparar este asunto con el del procès de Catalunya. Los doce clubes están intentando independizarse de un ente, la UEFA. Pero a la hora de hacerlo se han encontrado con la oposición de todo el statu quo futbolístico. Opino que con su movimiento han cometido un error de cálculo: creían tener más fuerza que la que realmente tenían.

Varios dirigentes del grupo de doce clubes de la Superliga son estadounidenses. ¿Han intentado implantar en Europa un modelo de competición más norteamericano, con un torneo cerrado?

-Sí. Si tú te fijas, en Estados Unidos mueven las franquicias de una ciudad a otra sin problemas. Allí se entiende que el modelo de competición se basa en que cada mercado importante a nivel audiovisual y comercial debe estar representado. ¿Que en California caben tres equipos? Pues tres. Y si la franquicia de tu ciudad se traslada allí para completar el cupo, pues no pasa nada. Respondiendo a tu pregunta, pienso que esos dirigentes estadounidenses de algunos clubes de la Superliga (Arsenal, Manchester United, Milan y Liverpool) sí han podido afrontar el proyecto desde esa mentalidad suya que en Europa, sin embargo, no cuaja. Desde esa mentalidad y también desde esa necesidad.

¿Necesidad?

-Ellos ponen equis millones de euros en sus clubes y necesitan cierta estabilidad de negocio, justo lo que buscan con un formato cerrado de Superliga. Necesitan saber que, por muy mal que les vaya en una temporada, seguirán en la competición el año siguiente. Por todo ello, no es de extrañar que los equipos ingleses fueran mayoría en el grupo inicial de doce: en la Premier hay hasta seis clubes fuertes para solo cuatro plazas en la Liga de Campeones. Y claro, disputar la Europa League significa, respecto a la Champions, ingresar unos 50 millones de euros menos. Estamos ante el gran reto del fútbol europeo para los próximos años.

¿Me explica en qué consiste ese gran reto?

"El reto del fútbol europeo reside en combinar pirámide de meritocracia y estabilidad en la elite para los grandes"

-En encontrar una fórmula que combine dos circunstancias. Por un lado, el mantenimiento de la pirámide competitiva y de una meritocracia acorde al rendimiento. Por otro, la aportación de cierta estabilidad a la gente que decide jugarse su dinero cuando compra un club. Las ayudas al descenso en la Liga y en la Premier van en esta dirección.

¿Me explica esto también?

-Mira al Espanyol, que bajó el pasado curso y para la actual temporada recibió de la Liga una ayuda de 30 kilos. Con ese dinero, un club puede mantener su estructura en Segunda, conservar gran parte de la plantilla y contar con muchísimas opciones de regresar a Primera un año después de caer. Pero esto no se critica. O no se critica con la beligerancia que sí se ha dado respecto a una hipotética Superliga europea cerrada.

¿Qué sucedería con la Primera División española si tuviera que vivir a la sombra de una Superliga como la que se ha ideado?

-Sucedería que la Liga se devaluaría en lo audiovisual, obviamente. Ahora mismo, Movistar invierte cada temporada 984 millones para la emisión de toda la Liga, y 325 millones para la emisión de las competiciones europeas. Con una hipotética Superliga ya en liza, es muy probable que dicho reparto de dinero se viera modificado, en beneficio de la propia Superliga y en detrimento de la Liga española. Lógicamente, esto provocaría que la brecha económica ya existente hoy día entre Barcelona, Madrid y el resto se viera multiplicada. Hablamos de una brecha económica que, consecuentemente, se trasladaría también a lo deportivo, claro.

El tira y afloja entre los doce clubes y la UEFA apunta a prolongarse, ¿no?

-Esto no ha terminado todavía, evidentemente. Porque las necesidades que tienen esos grandes clubes y que ya hemos comentado van a seguir existiendo. Y porque el fútbol europeo no puede permitirse renunciar a estos equipos, al nacer de su presencia en las competiciones nacionales e internacionales buena parte de los ingresos televisivos.

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¿Qué prevé usted?

-Yo asumo que el punto de partida en las próximas negociaciones va a estar en aquel sistema de tres divisiones europeas cuya composición inicial venía dada por los coeficientes históricos de los clubes. Se trata de una propuesta que hizo en su día la ECA y que, a partir del punto inicial descrito, incluía un sistema de ascensos y descensos entre torneos.