- La nada no es el origen. Porque las banderas de la Real, cuando el equipo ha afrontado citas decisivas, nunca han faltado en los balcones de Gipuzkoa. La tradición de engalanar las fachadas en clave txuri-urdin de forma masiva, sin embargo, data de 2003, de la recordada temporada del subcampeonato. Mientras los Westerveld, Xabi Alonso, Aranburu, De Pedro, Kovacevic, Nihat y compañía pugnaban por conquistar la tercera Liga en la historia del club, el modo extra que encontró la hinchada para apoyarles residió en pintar de blanco y azul todos los rincones del territorio. ¿Cómo? Pues recurriendo a las mencionadas banderas, que entonces agotaron sus existencias y contribuyeron a empujar a los de Denoueix hasta la segunda plaza. No obtuvieron el título, pero sí se clasificaron para la siguiente edición de la Liga de Campeones.
Desde entonces, aquel apoyo espontáneo se ha convertido ya en tradición. Si la Real afronta encuentros decisivos, si el cuadro txuri-urdin se encuentra inmerso en una fase importante de la temporada, afloran las enseñas blancas y azules en los edificios del territorio. Sucedió en 2008 para intentar ayudar a ascender, propósito fallido. Ocurrió en 2010 cuando la plantilla de Martín Lasarte regresó a Primera. Y pasó también en 2013, con Philippe Montanier, durante aquel recordado sprint final hacia la celebrada cuarta plaza.
Por todo ello, no es de extrañar que la final de la Copa del Rey que enfrentará a la Real y al Athletic dentro de tres semanas haya hecho florecer de nuevo esta consolidada tradición. El pasado 18 de abril de 2020 (fecha inicialmente prevista para el partido antes de que irrumpiera la pandemia), las aficiones de Real y Athletic lanzaron un guiño al duelo pendiente decorando sus balcones con los colores pertinentes. Y ahora todo apunta a que va a suceder lo mismo, al menos en lo que respecta al bando blanquiazul. El miércoles, la asociación Realaren Lagun Taldeak emitió un comunicado invitando a que los seguidores realistas decoraran sus balcones con los colores del equipo entrenado por Imanol Alguacil. "Una final no se gana todos los años y llegar a una cuesta mucho, nosotros y nosotras lo sabemos bien. Muchas generaciones no saben lo que es llegar a la final, otras ya no podrán verla. Por eso hacemos un llamamiento a todo y toda seguidor o seguidora txuri-urdin a poner su bandera en el balcón", indicaba el anuncio, hecho extensible a colectivos como los de "comerciantes, hosteleros, empresas, ayuntamientos y sobre todo a colegios". "Os animamos a engalanarlo todo de ambiente txuri-urdin, ya que en esta final tan especial y esperada no vamos a poder estar".
Poco a poco, a 21 días de la final, el espíritu de esta llamada va calando ya en la afición blanquiazul. Pese a que la confirmación oficial de que la final se disputará sin público en la grada no se ha producido, es de dominio público que nadie podrá desplazarse hasta Sevilla para presenciar el duelo, por lo que el hecho de colgar banderas en el balcón cobra más sentido que nunca. Será la forma de apoyar al equipo desde decenas y decenas de kilómetros de distancia. 33 años después de aquel disgusto de 1988 en el Santiago Bernabéu contra el Barcelona, la Real volverá a disputar una final, esta vez sin aficionados animándole in situ. Pero en manos de la hinchada está dar a los futbolistas todo el calor necesario durante las tres semanas que restan aún para que el histórico derbi de Sevilla escuche su pitido inicial.
La asociación Realaren Lagun Taldeak ha pedido a los aficionados que decoren sus edificios con emblemas blanquiazules