s posible que durante el combate sientas una ligera punzada. Será el orgullo, que intenta joderte. ¡A la mierda el orgullo! El orgullo siempre hace daño, no te ayuda jamás. Lucha contra esa mierda. Porque dentro de unos años, cuando estés gozando de la buena vida en el Caribe, te dirás a ti mismo: joder, Marcellus Wallace tenía razón". Pocos reflejaron mejor el significado del orgullo que Tarantino en su obra maestra Pulp Fiction. Para los que no la hayan visto (no tienen perdón), una de las historias entrelazadas de la película la protagoniza un boxeador que ya ha enfilado la cuesta abajo al haber dejado atrás su esplendor en la hierba y es sobornado por el jefe de los mafiosos para que caiga a la lona en uno de los asaltos. "De esta forma, dentro de unos años, descubrirás que eres un hijo de puta muy feliz porque en este momento posees habilidad, pero por muy doloroso que sea, la habilidad no perdura. Y la tuya no tardará en desaparecer. Es una ley de vida muy dura, joder, pero es una ley de vida respecto a la cual vas a tener que ser realista. ¿Cuántas peleas más crees que podrás aguantar? ¿Un par? No existe el Gran Día para los boxeadores veteranos, estuviste cerca de conseguirlo. Y de haberlo logrado, ya lo habrías conseguido". Es el corrosivo mensaje que pronuncia Wallace detrás de la cámara (solo se ve su nuca y su mano con el sobre lleno de dinero) y que escucha herido en lo más profundo de su orgullo el púgil Butch (Bruce Willis). Hasta aquí llego para no hacerles spoiler, pero les puedo asegurar que el capítulo en principio parece el más convencional de toda la película y acaba con un giro de tuerca descomunal. Al más puro estilo tarantiniano.

El diccionario define el orgullo con dos acepciones. Una buena y una mala. "Sentimiento de satisfacción hacia algo propio o cercano a uno que se considera meritorio", y "exceso de estimación hacia uno mismo y hacia los propios méritos por los cuales la persona se cree superior a los demás". No cabe ya ninguna duda de que esta eliminatoria está probando el orgullo de la Real. Por un lado nos sentimos contentos por lo hecho hasta ahora y por la forma con la que se están ganando muchas batallas, pero por otro, desgraciadamente, estamos heridos de muerte porque ese 0-4 y la mínima sensación de que se podía haber evitado lo tenemos clavado en lo más profundo de nuestras almas.

Entiendo que Imanol necesite sacarse la espina y demostrar que la distancia real que separa a su equipo con todo un gigante europeo como el United no es tan grande. Conociendo ese carácter ganador que ha forjado, afortunadamente para todos nosotros, en clave txuri-urdin, tendrá sed de venganza. Por eso su mensaje de ayer me pareció certero, realista y sincero, algo que no abunda en la fauna de entrenadores de este país. Desde aquí, mi más absoluto reconocimiento. No tiene ninguna necesidad de vender ninguna piel de oso antes de cazarlo, porque nosotros hace tiempo que nos rendimos a su labor y que sacamos la cartera para comprar su proyecto.

Que el hecho de jugar en todo un Old Trafford nos deje ver el bosque. El ritmo de competición de esta campaña es tan exigente que se convierte en insufrible. ¿Y cuándo ha retomado el vuelo en la Liga la Real? En el momento en el que, tras otro mazazo que nos escoció, porque este equipo nos ha ilusionado tanto que no somos capaces de digerir bien sus derrotas, cayó eliminada en la Copa de este curso en el Villamarín, e Imanol comenzó a exprimir a su plantilla con semanas enteras de trabajo en Zubieta. Tenemos que medir los esfuerzos y la madre de todas las batallas aparece a la vuelta de la esquina, a poco más de un mes. ¡En guardia! Que todo el sacrificio desmedido o los pasos en falso ya se pueden pagar con un alto precio. Por lo tanto, en Manchester lo lógico es arriesgarse a sufrir otro correctivo que, aunque no nos guste verles pasarlo mal a los nuestros, lo lógico es recurrir a la unidad B porque en lo que hay que pensar es en nuestro trayecto sin que nada ni nadie nos haga desviarnos de nuestro recorrido. Y aunque el camino más largo sea quedarse parado (el famoso "no hay nada más arriesgado que no arriesgar" de Lillo), el nuestro marca una dirección, que es mucho más importante que un mero resultado (road to Sevilla).

Las dos veces que se ha enfrentado la Real al United en su historia hasta ahora no ha estado a su altura y ha acabado siendo atropellada (en Anoeta salvó un estéril 0-0). Pero existen unos héroes secundarios que en su día, horas antes del 1-0 del primer equipo, se presentaron en Manchester cuando eran juveniles y se llevaron un 0-1 gracias a un gol del hoy madridista Álvaro Odriozola que les otorgó la clasificación para los cruces de la Youth League. Entre los no habituales a los que puede recurrir hoy y que van a confirmar alternativa en la plaza de Old Trafford se encuentran Merquelanz, Guridi y Bautista. Los tres fueron titulares aquel mediodía en el que tumbaron a una de las mejores canteras del mundo con Roberto Olabe en la grada, tras pegarse la pechada de volar desde Doha hasta Manchester, maquinando ya su ambicioso proyecto futuro de la Real que se ha convertido en su particular Teatro de los sueños. Y ese triunfo sí que lo podemos gritar con el puño en alto y con orgullo. En el significado bueno, el que nos hace levitar con nuestras victorias, no el de la punzada en la cabeza de Bruce Willis en Pulp Fiction. ¡Que somos la Real y que, aunque suene frívolo, en algunas ocasiones muy excepcionales como la de hoy, durante el camino, no importa tanto que gane o que pierda! Porque, al contrario del boxeador veterano al que azota en su autoestima el mafioso Wallace, el equipo de Imanol sí que se encuentra a la espera de su Gran Día. Otra vez en Europa van a ver a la Real€ ¡A por ellos!