No siempre somos capaces de descifrar las señales. Pero esta vez estaban por todas partes. Lo que pasa es que no queríamos verlas. Preferíamos agarrarnos al clavo ardiendo de que la Real había recuperado las constantes vitales en la Liga con la vuelta de sus jugadores clave. De que podía hacer daño actuando con seis futbolistas muy ofensivos, de primer nivel, pero que suelen brillar cuando imponen su fútbol de posesión. Las malditas señales regresaron con el inicio de la jornada europea. El Barcelona y hasta el Sevilla, que se encuentra a otro nivel físico como lo acredita siempre que se enfrenta a los de Imanol, habían sido arrasados por el músculo del PSG y del Borussia. Aunque en nuestro interior manteníamos esa batalla interna para no asumir el peligro que corría nuestra Real, lo cierto es que cualquiera que haya visto esta temporada al United sabía que cuenta con una de las plantillas más fuertes del mundo.

Citius, altius, fortius... Más rápido, más alto, más fuerte. Otra historia, otro mundo. No es que les falte calidad, que sin duda la tienen tanto o más que la Real (Bruno y Rashford, otra dimensión), es que el partido pareció en todo momento el clásico duelo en el colegio ante una clase dos cursos mayor. Los ingleses ganaron todos los duelos individuales, los saltos, presionaron como animales sin la menor señal de cansancio, protegían el balón con una insultante superioridad corporal y en carrera... ¡Madre mía en velocidad! Lo dicho, auténticos atletas que acabaron dando un baño de realidad humillante a la Real. Con decir que el resultado, un 0-4, fue una de las pocas cosas positivas del duelo... Porque los realistas se podían haber vuelto con un marcador parecido al que sufrió el Barcelona ante el Bayern. Decían que su defensa era lo más flojo del equipo, pero los donostiarras no llegaron ni a hacerles cosquillas. Nada.

Algo está cambiando en el panorama futbolístico mundial. Y todo parece indicar que la Liga no se ha enterado y va a pagar muy caro su retraso durante los próximos años. El fútbol de toque y de posesión está muy bien y es muy bonito, pero para competir en la elite necesitas jugadores físicos que no paren en 90 minutos y que hagan de todo. Dicen que a Monchi, director deportivo del Sevilla, y pionero en fortalecer el músculo de un equipo en la Liga le propusieron contratar a David Silva y lo descartó porque no encajaba en el perfil que buscaba para su plantilla.

No es cuestión de replantearse todo por una severa derrota que, hay que ser autocríticos y realistas, podía pasar al ser un choque de máxima exigencia, pero lo que se debe tener muy claro es que no se puede jugar siempre igual. Es evidente que demuestra una personalidad y una convicción en tu trabajo diario, cuestión que no es baladí, aunque el día que te enfrentas a uno de los gordos te expongas esto. Que te pinten la cara sin que te hayas enterado de qué va la historia... Se entiende que el United era el indiscutible gran favorito, por lo que lo lógico era pensar que el cuerpo técnico realista hubiese desnudado sus puntos fuertes. Y lo que vimos ayer, desgraciadamente, fue que Solskjaer tenía muy claro lo que había que hacer para anular a la Real. Presionar muy arriba para que no jugase cómoda, cerrar las líneas de pases interiores para tapar a Merino y Silva y, cuando pudiesen, balones largos para buscar la espalda de Zubeldia, que vivió su noche más dura desde que está en el primer equipo (eso y tener a Bruno Fernandes). Y la Real, ¿qué había preparado? Salió a puerta gayola, con la defensa adelantada como si se estuviese enfrentando al Alavés el domingo. Y pasó lo que pasó. Tampoco sería justo señalar solo a uno de los realistas, porque el descalabro fue general, pero el azkoitiarra, al que no ayudaron ni Zaldua ni Le Normand, quedó retratado por un Rashford descomunal que cuando comenzaba su carrera solo le faltaba ponerse la camiseta amarilla de Jamaica.

También es justo reconocer que a la Real le salió todo mal. Sufrió en su máxima expresión la implacable Ley de Murphy. Le tocó la peor bola posible en el sorteo; no podía contar con su afición, ni jugar en su estadio, pero la vuelta la disputará en Old Trafford; en el calentamiento se lesionó su defensa más importante; y eso fue solo el principio, lo peor estaba por llegar. Hay que constatar que la recaída del central era el tercer contratiempo en los minutos previos del inicio en lo que llevamos de Europa League. Algo tendrán que ver los nervios que han perseguido a la Real en toda su aventura. Ayer estaba como un flan. Superada por los acontecimientos, al igual que la noche en Old Trafford de 2013.

La esperanza txuri-urdin duró tres minutos con dos ocasiones de Januzaj e Isak. Eso sí, entre medias Rashford ya había hecho lo que quiso con Zubeldia antes de toparse con Remiro. El meta, que paró mucho, salvó a su equipo hasta en tres ocasiones antes de que llegase el inevitable gol en otro balón a la espalda del 5, que acabó estrellándose sin entenderse con Remiro y Le Normand. La Real pareció respirar y equilibró la contienda sin generar mucho peligro. En la reanudación, Le Normand protagonizó el único remate a puerta desde demasiado lejos y Silva no encañonó un centro de Monreal. El canario, desconocido, perdió un balón y en la contra letal Bruno anotó el segundo. Presa de la impotencia, la Real bajó los brazos, algo que habría que analizar, y el United logró dos dianas más que pudieron ser cinco porque su superioridad era abrumadora. Por momentos los blanquiazules nos generaron esa enternecedora sensación de lástima cuando lo está pasando mal alguien que quieres.

Una pena. Con el tiempo diremos que el partido sirvió de aprendizaje, aunque lo malo es que no parece que se haya evolucionado demasiado desde 2013. O eso pensarán los ingleses. Para jugar un partido de este nivel hay que ganar muchos otros antes. Una máxima del buen hincha reza que en la fatalidad más animará y estará al lado de su equipo ("en las buenas, voy a estar; en las malas, mucho más"). Aunque ahora duela en lo más profundo, a la Real le arrasó un endiablado huracán. Seguimos. Ya queda menos para la madre de todas las batallas.

Januzaj e Isak dispusieron de dos buenas ocasiones en los tres primeros minutos, pero la Real no volvió a generar ocasiones claras

El United sabía cómo descactivar a los de Imanol y también cómo causarles daño y no pararon de hacer sangre a la espalda de su defensa

Tras el 0-2, presa de la impotencia, la Real bajó los brazos, algo indigno de un equipo de Imanol, que no supo leer bien el partido