i cuadrilla de toda la vida no es precisamente el mayor ejemplo de sentimiento txuri-urdin. Aunque les adoro a todos, en la misma anidan exponentes de muchos de los pecados futboleros. El renegado, el chaquetero, el que se acerca al sol que más calienta dependiendo del momento, el traidor que apuesta a caballo ganador... Al menos, sus desviaciones son con los dos abusones gigantes, ya que otras debilidades cercanas serían sin duda más dolorosas. El caso es que hace un par de semanas nos juntamos tres en casa de uno de los chaqueteros en una tarde de Champions, a la que por cierto llegué tarde, lo que les permitió pedir comida original y ligerita india que, como no podía ser de otra manera, me dio la noche (en cuanto el pedido llegó y comprobé que era verdad, mientras se partían de risa, les amenacé con llamarles uno a uno de madrugada desde la taza del water). A lo que iba... Uno de los chaqueteros, hoy socio del Madrid, me preguntó por el grupo que le había tocado a la Real. Le contesté que había tenido mala suerte, porque era uno de los más fuertes de la competición con el Nápoles, que este año lucha por ganar el Scudetto, y el AZ Alkmaar, además de unos croatas que no suelen ser nunca meras comparsas. Fiel a su vacilona personalidad, se partió de risa: "¿El AZ qué? Venga Mikel, no fastidies, ¡cómo no va a pasar la Real!". Se pueden imaginar que mi posterior explicación le dio completamente igual porque ya estaba en modo regocijo, pero no tardé en comentarle que habían caído de la previa de la Champions, a la que habían accedido al quedar anulada la Eredivisie cuando iban empatados a puntos con el Ajax (imagínense que dan por finalizada la Liga sin campeón antes de tiempo con la Real empatada a puntos con el Madrid pero con los dos partidos contra ellos ganados; estaríamos contentos...). No es ninguna broma y menos aún para tomárselo a risa. Imagino que mi amigo ni se enteró ni quiso hacerlo, pero 48 horas después ganó en San Paolo 0-1 con una alineación en la que tuvo más influencia el COVID-19 que su propio entrenador.

La verdad es que lo siento por su incultura futbolística, pero el AZ es un club con muchos atractivos. No me considero ningún especialista de fútbol internacional e imagino que si les hablo de Kees Kist (nombre de pistolero) se quedarán igual. Este mito del club de Alkmaar fue el primer Bota de Oro neerlandés (que no es poco) y su gran mérito residió en que lo hizo en un modesto al que llevó con sus goles a lograr su primer título de Eredivisie en 1981, año en el que alcanzó la final de la Copa de la UEFA ante el Ipswich Town de Bobby Robson. ¿Les suena el año? En la Liga también estrenaba ese curso su palmarés un modesto equipo con todo canteranos... Más tarde también defendió su camiseta John Bosman, el punta que sentó a Van Basten en el primer partido de la Eurocopa 1988 en la que el ex del Milán acabó arrasando y llevando a su selección al trono continental.

Hablando de delanteros. Una de las cosas que más me convencen de Imanol es su ambición y su inconformismo. Me encantó su rueda de prensa tras el baile al Celta en Balaídos: "Podíamos llevar más puntos, me faltan goles". Ahí la dejó. Los goles son un trabajo de todos, pero, a pesar del doblete de Willian el domingo, la Real necesita que sus 9 ajusten su punto de mira. Y cada entrenador tiene su librillo para motivarles. El oriotarra escogió ese certero dardo en la rueda de prensa. A Cruyff, por ejemplo, le gustaba apostar con sus jugadores. Un día le dijo a Stoitchkov que si metía tres goles le daba 100.000 de las antiguas pesetas. El búlgaro marcó uno en la primera parte y otro en la reanudación. Cuando parecía lanzado a por el tercero, el holandés le cambió. Según él, porque le veía "algo cansado". Ni qué decir tiene que el extremo se marchó hecho un basilisco.

Los futbolistas suelen ser egoístas y ególatras. Los delanteros aún más. Di Stéfano, que fue el primer jugador total, box to box que se dice ahora, también contaba con un reputado instinto matador. Por algo lucía el 9 y fardaba de ello: "Meter goles es como hacer el amor, todo el mundo sabe cómo se hace, pero ninguno los hace como yo". Confirmado, Cristiano Ronaldo es un imitador.

La pareja de delanteros centro de la Real me parece estupenda. Isak es oro puro. "Una gacela", como le definió Portu en Movistar+, "rapidísimo, con una calidad extraordinaria, muy joven, completo, con toda la carrera por delante y olfato de gol". Me sigue extrañando que algunos duden de él, porque sinceramente creo que el día que se vaya será con una larga lista de millonarios pretendientes que afrontarán su cláusula. Y luego está Willian. Al margen de patinazos que no merece la pena recordar, nadie puede discutir que es un 9 (y Luis Enrique medio enloquecido con su selección sin pegada...). Además, en un factor muy importante, es un magnífico futbolista para jugar de espaldas, ideal para un equipo que vive de la posesión. No quiero olvidarme, por supuesto, de Jon Bautista, que ha marcado hasta la fecha el gol más importante de lo que llevamos de esta extraordinaria campaña.

A veces echo en falta algo de mala leche. Un colmillo más retorcido. Incluso, aunque reconozca que es bueno para la salud de un vestuario con fama de ejemplar, no me convence la convivencia pacífica entre ellos (soy consciente y tengo en cuenta algunos feos del brasileño). La Real tiene tan buen nivel y produce semejante caudal de partidos que sus delanteros están obligados a decidir encuentros con cifras que, como el año pasado, superaron los dos dígitos. El fútbol ha cambiado y ya no tienen cabida frases como las de Cruyff, en las que decía que "mis delanteros solo deben recorrer quince metros, a no ser que sean estúpidos o estén durmiendo". En un conjunto como la Real, cuyo entrenador imita a su manera su modelo, el punta tiene que hacer muchísimas más cosas, empezando por exprimirse presionando. Pero en el fondo, en el efecto embudo del fútbol, la última palabra casi siempre la tendrá el 9.9 Ha llegado vuestra hora. Imanol ha hecho sonar la alarma. "Nos faltan goles". Hoy es un buen día para empezar a saldar cuentas... ¡A por ellos!