La Real arrasa con todo. El equipo realista encadenó su cuarta victoria a domicilio consecutiva, tres de ellas por goleada, algo que no conseguía desde la temporada 1987-88. En aquella ocasión alargó su racha un encuentro más; a ver hasta dónde llega esta, cosechada, además, mientras compite en Europa entre semana. El líder es una apisonadora. Aplasta lo que se va encontrando a su paso. Su sensación de superioridad ayer fue insultante. Desde el primer momento del partido se percibía con nitidez que algo muy raro tenía que suceder para que los donostiarras no se llevaran los tres puntos, como viene siendo habitual en los últimos encuentros, es decir, una cuestión que ya ha dejado de ser noticia. Es cierto que el Celta no estaba bien, que había pasado una semana complicada con mucha marejada interna por la degradación de Hugo Mallo, el futbolista que más veces ha defendido su camiseta; pero también lo es que la Real venía de competir contra un gigante de Europa el jueves, y que acumula mucho cansancio y desgaste porque el primer tercio del campeonato lo ha afrontado con una lista de bajas con la que ha llegado a poder confeccionar hasta una alineación completa. La victoria de la Real se podría resumir con el popular término perfect porque se goleó, se jugó bien y la amplitud en el marcador permitió a Imanol dosificar el esfuerzo de los suyos. Hasta el punto de poder dar descanso a Oyarzabal en el entretiempo.

Es una maravilla ver jugar a la Real. Sobre todo cuando David Silva toma la batuta y comienza a repartir juego para que suene una perfecta sinfonía. El canario luce más y asume más galones cuando no está Merino. Sus dos mejores actuaciones han llegado sin el navarro. Lo juega todo, cada vez está más inspirado y enchufado y, sobre todo, como tantas veces nos han vendido cuando se anunció su incorporación, hace no mejores, sino mucho mejores, a todos sus compañeros. Es tan extraordinario que incluso se atreve a marcar de cabeza con un remate picado de delantero centro, y tan competitivo que no puede estar mucho tiempo sin tocar la pelota, además de luchar como un peón y hasta protestar al árbitro camino de los vestuarios en el descanso por su esperpéntico criterio a la hora de mostrar tarjetas. ¿Pero qué esperábamos? Alguno pensaba que la Real no mejoraba con su cambio por Odegaard. Estamos hablando de David Silva, el del Mundial, el mejor del City en los últimos diez años. A quién le puede sorprender que en cuanto ha alcanzado velocidad de crucero se dedique a marcar las diferencias en casi todos sus encuentros.

No me olvido de Gorosabel. Dicen que Luis Enrique ya le está siguiendo la pista, y no me extraña. No es normal el paso adelante que ha dado. Pero es que su explosión es fruto de que Imanol ya le daba confianza el año pasado, primero quedándose con él en lugar de mandarle cedido, y después, aunque habitual reserva, otorgándole la titularidad en partidos clave como en el 3-4 del Bernabéu en la Copa. Ayer volvió a estar imperial por su banda, que por momentos se le queda pequeña. Va a tener que luchar mucho Zaldua para recuperar su estatus en el equipo. Y del resto, lo mejor de todo es que ninguno bajó el nivel de un conjunto ganador, con una confianza abrumadora que les hace sentirse capaces de todo y eso que era un once con un grado de inexperiencia mayúscula. Salvo Silva, Oyarzabal y Willian José, el resto apenas tiene bagaje en la elite. Y ahí están, líderes, como si fuera normal lo que están haciendo, y encadenando victorias consecutivas que alimentan un sueño que todavía seguimos mirando con prudencia y cautela, conscientes de que está casi imposible.

¿Cómo puede jugar tan bien Zubimendi y hacer todo tan fácil? Sagnan entra y parece que lleva dos años jugando todos los domingos. Le Normand es un líder que no necesita hablar. Aihen recuperó el descaro que le convierte en otro jugador. Guridi ya es un futbolista más, aspirante a disputar cualquier duelo. Oyarzarbal es lo que quiera. Barrenetxea, un puñal; y Willian José por fin marcó dos goles en sendos regalos de Portu, el jugador de lo que llevamos de Liga. ¡Cómo nos gusta esta Real y que margen de mejora tiene!

Imanol introdujo cambios en todas las líneas, con la entrada de Aihen por Monreal, Zubimendi por Guevara, Willian José por Isak y Barrenetxea por Portu. Tras unos primeros minutos de tanteo en los que, a pesar de no generar peligro, ya se vio que la Real era clara favorita para ganar incluso con comodidad. En la primera acción combinada con la que pudo poner un centro al área, llegó el gol. Guridi buscó a Barrenetxea, este abrió a Aihen y su perfecto centro lo cabeceó a la red, al más puro estilo Willian José, Silva. Beltrán intentó devolver el gol en la acción siguiente, pero Remiro detuvo sin problemas y en la contra Oyarzabal casi dobla la ventaja en un fuerte disparo que detuvo Blanco. Aspas, que estuvo bastante apagado, desperdició la mejor opción local antes del descanso, aunque su chut se marchó al lateral de la red. Pronto se lamentó aún más, ya que Willian proyectó a Gorosabel por dentro y su asistencia la convirtió en gol a la segunda Oyarzabal. Antes del descanso, otra vez Aspas, que aunque esté mal siempre garantiza ocasiones, volvió a disparar al lateral.

En el descanso, Imanol dio entrada a Portu para proteger a Oyarzabal y a los pocos minutos el murciano, en una acción marca de la casa, le robó la cartera a Murillo y le sirvió una invitación al gol a Willian, que solo tuvo que empujarla. El brasileño rozó el doblete en un testarazo a la salida de un córner, poco antes de que Cordero Vega, que completó un arbitraje denunciable e inadmisible, con un criterio escandalosamente dispar con las tarjetas; se inventara un penalti para darle un poco de emoción al asunto. Le Normand se fue al suelo para cortar un balón y casi tres cuartos de hora después, mientras se deslizaba por el césped mojado, acabó derribando a Brais. No sé lo que quería el trencilla que hiciera, ¿que si la hierba está húmeda y rápida los futbolistas no se tiren por si acaso? Insisto, lamentable, pero esto no ha hecho más que empezar, que se prepare la Real. Si alguien se puso nervioso, el estado solo le duró cuatro minutos, cuando Guevara abrió a Portu, que se internó y sirvió otra vez en bandeja a Willian para que empujara la pelota a las mallas.

Otro día en la oficina de la Real. Este líder no entiende de maldiciones ni de estadios que se le han dado mal históricamente. Es una máquina de ganar encuentros. La pregunta que sobrevuela por Gipuzkoa está clara: ¿Podrá aguantar y aspirar a luchar por la Liga? Complicado, muy difícil. Pero si hay un año en el que pueden suceder cosas extrañas e inesperadas es este. Por cierto, ese es el ambicioso objetivo que tienen marcado entre ceja y ceja aunque no lo vayan a reconocer jamás públicamente Aperribay y Olabe. Piensa en grande y tus hechos crecerán; piensa en pequeño y te quedarás atrás; piensa que puedes y podrás. La Real nos vuelve locos. Que pase el siguiente.

La superioridad de la Real fue insultante y el hecho de que marcara en su primera ocasión fue clave para lograr la victoria

Tras el descanso, Portu regaló dos goles a Willian José y el Celta solo marcó con un penalti escandaloso