l Bofarull era un equipo de la División de Honor de balonmano cuando no existía la Liga Asobal y se disputaba el trofeo Carlos Albert. De eso, hace casi 50 años. Entonces, la contratación de jugadores extranjeros se hacía a cuentagotas porque la política, la economía y la cultura social caminaban por distintas rutas a las actuales. No existían ni Croacia, ni Serbia, ni Montenegro, ni Bosnia, ni€ Todo era Yugoslavia. Aquel país exportaba entrenadores y jugadores a mansalva en todas las modalidades deportivas.

A ese equipo madrileño llegó Darko Dragnic, un lateral corpulento. Se trataba de un cañonero que debía marcar goles. Llegó el día del debut en el pabellón del Buen Consejo y el chico logró un par de dianas. El día después, uno de los cronistas más conocidos de entonces escribía, en el diario deportivo al que pertenecía, la crónica del encuentro. La tituló "La recámara de Darko". Como no entendía ni papa de castellano, en el entrenamiento del lunes preguntó que significaba. Trataron de explicarle que se dejó guardados unos cuantos goles y que esperaban que los marcara. Con el devenir de los partidos no fue mucho más allá.

Si hablamos de fútbol, la temporada pasada concluyó por obra y gracia de las narices de unos y de otros. No cogía un catarro nadie, no se contagiaba ni el maletín del médico hasta que en el último compás a un pobre chico del Fuenlabrada le salpicó. Se montó un pollo y se fueron todos de vacaciones. Nada más volver, los afectados se repartían por la geografía en cantidades industriales. Tú, seis; yo, otros seis. En algún caso plantillas completas que han sabido guardar silencio y secreto y disimular para evitar desmayos entre sus seguidores y alboroto en la ciudadanía.

Por aquí, con Zubieta cerrado a cal y canto, han entrenado lo que han podido. A ducharse en casa, a comer en casa, a hacer la compra y a recogerse lo más que se pueda. Imanol Alguacil gestiona el panorama y tira del filial, que sigue siendo un arma colosal para defenderse. Esa es su recámara. La vacuna txuri-urdin llega desde el Sanse y los jugadores muestran su disposición y capacidades.

Luego, nos dieron un tarantantán con lo de Odegaard del que ya nadie habla. Los ojos están puestos en otro 21, heredero canario para las nuevas conquistas. Con los internacionales revoleteando por Europa, con los enfermos en sus casas, con las pruebas de PCR haciendo diabluras€ llegó el partido de ayer en Valladolid. ¡Matarile!

Como el mercado anda entre cabizbajo y meditabundo, salvo el conocido fichaje de Orellana, no controlaba los movimientos del equipo pucelano en el que sigue Hervías, con cuatro compañeros nuevos más, un portero y tres defensas. Casi nos da igual, porque, tal y como ha ido la pretemporada de amistosos, andaba con más dudas de las debidas.

El oriotarra se llevó a Pucela dos decenas largas de futbolistas y fabricó el cocktail con frutitas y hielos. Fresco, para la tarde que hacía. Si fuera Concha Piquer, a este momento le vendría bien aquella copla titulada Romance de Valentía. El entrenador no tiembla a la hora de tomar decisiones. Ubicó a Roberto López en el once titular y le mantuvo en el campo 80 minutos. A la hora de juego, el chico puso una falta en la zona de los líos y el que se lió fue el meta local. ¡Allez up! Y para adentro. El 28 txuri-urdin sintió el cariño de sus compañeros, los abrazos sudorosos y la alegría infinita de un gol que no olvidará nunca y que sirve para sumar un punto en el primer partido descafeinado, a las cuatro de la tarde que es horario de siesta en chaise longue.

Cuando, a falta de diez minutos, Imanol decidió sustituirle, aprovechó para meter en el terreno a Januzaj, Mikel Oyarzabal y Jon Bautista. Esa es la otra recámara, la que está abarrotada de inquilinos. Entre lesiones, contagios, partidos de selección y demás, el plantel lleva capitidisminuido desde que salimos del Metropolitano con la plaza europea en el bolsillo. Es una buena noticia que vayan asomando los impedidos y que el entrenador pueda abrir el abanico y elegir en un más amplio varillaje con ribetes y puntillas.

Por lo visto ayer, estamos lejos del momento espléndido de hace un año. No podía ser de otra manera. Lo comentaba Aritz Elustondo al final del encuentro. Queremos alcanzar aquel nivel para conseguir los objetivos. "Siempre salimos a ganar". A la vista de la mayor parte de los resultados de la jornada, marcar un gol se ha puesto caro. El juego ofensivo anda remolón y cojitranco. Imanol volverá a mirar a su particular recámara a ver si consigue lo que quiere. Necesita un Pogacar que revolucione más y mejor que aquel chico de apellido Dragnic. Porque nos visita una especie de Roglic para que no nos falte de nada.