- La nueva normalidad en el fútbol va más allá de los terrenos de juego. Uno de los activos principales del fútbol desde hace más de un siglo son los artífices de que recordemos aún hoy las gestas y equipos que fueron protagonistas antaño. Hablamos, lógicamente, de los fotógrafos.

Los reporteros gráficos que cubren habitualmente los partidos de la Real para los diarios y las agencias de noticias están pudiendo entrar a los estadios de La Liga, a pesar de que, de primeras, Javier Tebas no estaba muy por la labor. Finalmente, cedió y a Anoeta acuden cada jornada una decena de profesionales. Este periódico se ha puesto en contacto con varios de ellos, que explican cómo es el protocolo de la máxima división del fútbol estatal en esta siempre incierta nueva normalidad.

Lo primero que deben hacer los fotógrafos es llegar a tiempo. Tienen dos turnos para entrar al estadio: el primero se introduce en el feudo txuri-urdin 70 minutos antes del encuentro; el segundo, diez minutos más tarde.

Antes de acceder al campo, segunda novedad: deben elegir uno de los dos fondos de Anoeta. Y eso sí, no les queda otra que tirar de intuición para acertar en qué área creen que se generarán más ocasiones de peligro, porque una vez escogida la zona no se pueden cambiar de ubicación durante las casi dos horas que se alargan los partidos.

Ni siquiera pueden ir al servicio solos. "Cuando queremos ir al baño, nos acompaña hasta la entrada un guardia de seguridad del campo", explican los reporteros gráficos.

En cada fondo se ubican media docena de fotógrafos, y con ellos, siempre, un operario de seguridad está pendiente de cualquier movimiento.

La regla de oro es que haya, mínimo, tres asientos de distancia entre los fotógrafos. Si se acercan más de lo estipulado, llamada al orden; si no tienen puesta la mascarilla perfectamente, otro toque de atención. Una situación que contrasta notablemente con las imágenes que vemos cada jornada con jugadores y el cuerpo técnico de los equipos.

Los fotógrafos se muestran satisfechos con el protocolo. Entienden la situación excepcional actual y agradecen, por ejemplo, el neceser con un gel y una mascarilla que reciben a la entrada al campo en cada partido. Además, como sucede con toda persona que se adentre en Anoeta, les toman la temperatura.

Lo que les llama la atención es que "cuanto menos gente hay en el campo, percibimos más control que nunca hacia nosotros". De hecho, la presión alta que ejerce LaLiga sobre ellos repercute incluso a la propia seguridad del estadio, cuyos actos están siendo más vigilados que nunca. Por si acaso, estos profesionales, parte fundamental del fútbol, pues dan vida con sus imágenes a lo que aquí se escribe, ni siquiera tocan los balones cuando caen balones a su lado en los calentamientos. Cualquier precaución es poca para ellos. Saben que hay un Gran Hermano vigilando. A ellos, los mejores inspectores del fútbol. Paradojas de la vida, y de esta nueva normalidad.

Al acceder al estadio se les toma la temperatura y reciben un gel y una mascarilla: "Estamos más controlados que nunca"