Quizá no sea bueno ni conveniente que sigamos comparando en todo momento a esta Real con la de antes del confinamiento, pero esto es un poco inaguantable. ¡Qué manera de sufrir! El equipo txuri-urdin se ha convertido en una continua y endiablada montaña rusa que pone a prueba a nuestros corazones. Un conjunto que puede pasar de completar una notable primera mitad, incluso recordando esa añorada puesta en escena imperial, sin complejos, con ganas de mandar y controlar la situación, a volver a las andadas tras la reanudación y vivir muy cerca de perder la igualada. Teniendo en cuenta que enfrente había un buen rival, que de haber ganado se hubiera convertido en el quinto mejor de la post-pandemia, el punto se puede y se debe dar por bueno, pero si nos ceñimos a las sensaciones vintage que paladeamos antes del entreacto, con esa Real que por momentos acorrala a su oponente, lo cierto es que la sensación final acabó siendo decepcionante. Más que nada, porque la jornada era muy propicia para dar un golpe de autoridad en la mesa y en las horas previas quisimos creer que todo había vuelto a la anterior normalidad. Y, por encima de cualquier otra circunstancia, Portu desperdició una ocasión imposible de errar al dejarle solo Isak disfrazado de Odegaard (el de inicio del año) ante Aitor y acabar rematando alto.

A Imanol no le tembló el pulso otra vez para rotar y oxigenar al equipo con seis cambios. Su apuesta por la cantera es firme e innegociable, por lo que no tiene ningún problema en apostar por los jóvenes con la misma facilidad que un mago saca un conejo de su chistera. Con la experiencia de Moyá a sus espaldas, la defensa entera tenía label de Zubieta formada por Gorosabel y Aihen en las bandas, como grandes novedades, y con Aritz, que también entraba en el once, y Le Normand en el eje. En el centro del campo, como director de las operaciones, Martín Zubimendi, que se ha ganado las oportunidades gracias a sus méritos adquiridos en entrenamientos y partidos. Su actuación en la segunda parte ante el Espanyol, plena de personalidad y talento en la distribución de balón, fue determinante para mantenerse en la hoja de alineaciones en detrimento de un Zubeldia que ha sido decisivo este curso, de los que más del plantel, pero que no ha vuelto bien tras el parón. Por delante, Merino, el de siempre, y Odegaard desafiando las molestias de su incómoda lesión. Y arriba, Portu y Oyarzabal flanqueaban al héroe Isak, que recuperaba el papel de ariete. Un tridente muy rápido, con mucho peligro a priori si le dejaban metros a la espalda de la defensa para correr.

El partido estuvo marcado desde el inicio por el calor, aunque Oyarzabal, con Moyá pendiente, ganó el sorteo y al menos consiguiera jugar con el sol de espaldas la primera parte. Un tema a tener en cuenta, ya que el cansancio empieza a hacer mella, no ya en lesiones, que también, sino en los bajones que sufren a veces los realistas en los minutos finales. Y, aunque para algunos hemos agotado el manual de excusas con los atropellos arbitrales, lo de la diferencia de horas de descanso es un desagravio hurdido en frío. Con premeditación y alevosía dada su escandalosa reincidencia.

En un duelo entre dos estilos contrapuestos, con un Levante que, al contrario que en Anoeta, no quiso el balón para nada y se dedicó a no parar de enviar servicios en largo a sus dos delanteros emparejados con los centrales visitantes, y una Real recuperada desde el primer minuto, con ganas de mandar y controlar el partido a través de la posesión. Y con una diferencia con la mayoría de los encuentros en crisis, que al inicio apretó mucho más fuerte arriba.

Antes del descanso los de Imanol fueron netamente superiores. Tuvieron la pelota un 78%, dieron más del doble de pases que los locales, remataron más a puerta y generaron un mayor peligro en sus continuas ofensivas, pero un error defensivo le condenó a acabar los primeros 45 minutos en tablas. Cabe destacar el magnífico rendimiento de Isak, que fue una pesadilla constante para la defensa local, a la que hizo sufrir con su velocidad y verticalidad. A muchos se les había olvidado lo bueno que es. Por algo acaparó tanto protagonismo y llevó a la Real hasta la ansiada final de Copa. Se trata de un futbolista diferencial. Y si el problema es que no es capaz de sujetar el balón de espaldas, algo que para muchos es clave en la propuesta txuri-urdin, aún está a tiempo de aprender. Nosotros le esperamos frotándonos las manos con sus carreras y su amplio repertorio de remates que tiene dentro del área.

Tras un primer acercamiento en una internada de Aihen calcada a la de Monreal en el gol anulado de Willian José ante el Espanyol, cuyo centro puso en aprietos a Aitor Fernández, a los once minutos el sueco adelantó a los realistas con un espectacular taconazo al más puro estilo Ibrahimovic. Ese del que tanto rehuye cada vez que le preguntan. Por fin se adelantaba la Real después de la pandemia, pero le duró muy poco, porque, solo tres minutos después, Rochina convirtió en asistencia un rebote en su campo tras un saque largo de Moyá y Morales hizo sangre en la espalda de Aritz. La Real pareció rehacerse bien del mazazo y poco después Portu perdonó la mejor opción txuri-urdin. Antes del entreacto, Odegaard, que nunca se escondió, pero a quien se le nota con dos marchas menos, no enchufó dos disparos con rosca.

En la reanudación, Imanol se olió lo peor cuando el Levante insistió con los balones largos a la espalda de su zaga y cambió a tres centrales. Su solución tenía un fallo evidente, que a la Real le estaba costando atacar y sacrificó a Odegaard. Los realistas ya no volvieron a estar cerca del triunfo. Su bagaje ofensivo se limitó a un chut de Merino. En cambio, el Levante mejoró mucho al hacerse con la posesión y Campaña, en dos ocasiones, Melero, Roger e incluso Clerc, en un córner en el que se nos encogió el corazón, pudieron dar el triunfo a los suyos. Incluso esta vez el VAR pasó por alto una mano de Isak, que no es clara, aunque dado el listón actual...

Muy desconcertante. El equipo físicamente ayer sí pareció tocado e inferior al Levante. Y de fútbol... Por momentos bien, pero si no aparecen tus mejores jugadores como contra el Espanyol siempre será complicado sacar partido a tu arriesgado y ambicioso plan (ayer menos). Nos quedamos fríos. Esperábamos más. Prepárense, porque vamos a sufrir mucho en estas cuatro últimas jornadas...

Isak, que completó una primera parte magnífica, adelantó a la Real con un golazo al rematar con el tacón un centro de Oyarzabal

El Levante empató a los tres minutos y, tras una clara ocasión de Portu, en la segunda mitad el Levante

se vino arriba y casi gana