- La visita de Osasuna y los problemas que causaron rescataron viejos fantasmas conocidos en la Real. Regresó el equipo dominador de la posesión (65%), pero plano y previsible, sin apenas romper líneas pese a encadenar más del doble de pases que su visitante (536 por 237). Lo más inquietante fue su incapacidad para generar ocasiones de gol, algo que ha sido una de sus señas de identidad antes de la suspensión del campeonato.

En toda la primera parte, y a pesar de que los blanquiazules decían llegar como motos y sentirse más motivados que nunca, solo lograron generar peligro en dos ocasiones. El disparo alto de Portu a pase de Odegaard (casi su mejor acción en todo un encuentro para olvidar) y el de Aritz que salvó el meta Rubén, tras un buen servicio del extremo murciano.

En la reanudación, Imanol introdujo varios retoques y pasó a jugar con tres centrales, es decir, copió el esquema de Arrasate para emparejarse todos los jugadores. Y lo cierto es que en el primer cuarto de hora le salió muy bien. La Real pareció recuperar su versión de este curso y antes de que empatara Oyarzabal, al aprovechar una gran jugada de Willian, podían haber visto puerta los dos protagonistas de la acción del gol y Portu, con un chut demasiado centrado.

Lo más curioso es que, a pesar de haber hecho lo más difícil, que suele ser empatar, y cuando parecía que el partido lo tenían donde querían, los guipuzcoanos volvieron a sufrir un apagón que motivó que no volvieran a pisar con veneno los aledaños de la portería osasunista. Esta vez Imanol no dio con la tecla y no le funcionaron los cambios, ya que ni Januzaj, ni Isak, ni Aihen ni Llorente mejoraron a los titulares. La única realidad es que el partido murió en el área txuri-urdin y que Osasuna estuvo mucho más cerca de llevarse los tres puntos pese a tener peor plantilla.