si el Bidasoa hubiera perdido ayer por menos goles en Polonia, hoy disfrutaría de un plácido domingo. Todo salió a pedir de boca. La entrega de la insignia de oro y brillantes a Markel Bergara, la foto de familia con sus amigos, compañeros del alma, la alegría festiva de los habitantes de Becerril de Campos, las pelucas y disfraces que engalanaban, es un decir, la poblada grada, el partido, las jugadas, los remates y el gol de bandera de mi incomprendido amigo. ¡Dulce chocolate belga! Todo en orden, redondo, casi perfecto. ¡Estamos tan a gustito!

Lo primero es referirme al homenajeado. Nada que no sea agradecimiento a él y a quienes aguantaron al club en los momentos más difíciles de la reciente historia. Si la Real Sociedad no fuera una parte importante de sus vidas, si no hubieran sido los profesionales comprometidos que sabemos, a esta hora a lo mejor la entidad no existía. Markel Bergara, Mikel Aranburu, Mikel Labaka, Xabi Prieto, David Zurutuza, Ion Ansotegi, Carlos Martínez, Asier Illarramendi, Dani Estrada e Imanol Agirretxe pudieron coincidir en el acto y posaron juntos. Constituyen la reserva espiritual txuri-urdin. Una generación fantástica que soportó con entereza los avatares del crudo camino que les tocó vivir en momentos de máxima dificultad, cuando no se veía luz al final del túnel. Que Jokin Aperribay quisiera hacerse la foto con ellos no es una pose sino el refrendo de ese comportamiento exquisito. ¡Cuánta grandeza acumulada!

A Markel le entrevisté en un programa nocturno que presentaba cuando él vivía en Canarias, cedido en el Vecindario. Como allí se mueven con una hora menos, le pillaba casi siempre haciendo la cena, un cocinillas a su manera, sin lujos. Una tortillita a la francesa y plátanos de postre. Luego, muchas vivencias compartidas, muchos viajes agotadores, luces y sombras. Una de las pocas veces que he hablado con un jugador sobre la forma de comportarse en el terreno de juego fue con él. Traté de explicarle lo que me parecía su posición en la zona ancha, el ancla. Me miró y fue lacónico: "Iñaki, ¿tú también?". Desde entonces no se me ha vuelto a ocurrir comentar nada, respecto del juego, a ningún futbolista. Aquel día creo que no mostró la sonrisa que nunca le abandona. Prefiero verle feliz y contento. Como suelo escribir muchas veces, gracias por todo. ¡No cambies!

Luego, los de Becerril de Campos. Cuando estudiaba geografía en 2º de bachillerato, debíamos aprendernos todas las comarcas de las provincias españolas. Era un martirio o una pesadilla. Recuerdo que en Palencia se hablaba de la Tierra de Campos, la Montaña Palentina, El Cerrato y una cuarta que no recuerdo. Cuando nos emparejó el sorteo con el equipo de ese pueblo, me vino a la cabeza la referida comarca. ¿Quién nos iba a decir después que íbamos a congeniar tanto con ellos? Más allá del resultado, todo lo que ha sucedido posteriormente se relaciona con el agradecimiento, con la sencillez y la humildad de la buena gente. Para casi todo el pueblo ayer fue un día especial, impensable hace meses. Una alegría comunitaria que escuchó corear en la grada ¡Becerril, Becerril, Becerril!

Al principio, alguien pudo entender que la invitación del presidente era una pasada. Con el devenir de los días, viendo el disfrute de esas personas, la decisión mereció la pena. Buen tiempo, paseos por los sitios emblemáticos, degustaciones varias y un viaje de vuelta en el que cada cual contará sus impresiones. La próxima vez se organiza mejor. Montamos un mercadillo con productos de la tierra para que también hagan caja. Desde las mantas de lana hasta el vino de la tierra, pasando por el cordero y el queso formidable y esos postres dulces tan imponentes como los bollos tontos y listos de Frechilla, o las Marzas, o las cañas de las monjas, o los ciegos de Saldaña. El chocolate lo dejo en manos de Adnan.

En aquel partido de La Balastera, Januzaj marcó tres txitxarros. Ayer les dedicó uno, especial para ellos. Un golazo como la copa de un pino. Gol para los telediarios belgas y para relamerse de gusto el tiempo que sea necesario. Será rarito, especial, diferente, pero es imaginativo, imprevisible y con la mochila cargada de calidad a raudales.

No sé, porque no he preguntado, si anoche había cena de carnaval con disfraz incluido. Suelen camuflarse de tal manera que se tapan hasta el entrecejo para que no les conozca nadie. Hace un año por estas fechas se juntaron después de un mal resultado. Les sacudieron. Siempre existen opiniones contradictorias. Que si no hay derecho, que si son poco profesionales, que no importa que se diviertan de vez en cuando, que si? En este caso, ancha es Castilla. Meterle al Valencia tres goles, no encajar ninguno y ofrecer una imagen solvente a estas alturas de la película merece la pena celebrarse. Partido redondo de alto nivel que permite además superar el golaveraje particular.

Coincido con Nacho Monreal cuando al final del partido declaraba que el equipo había jugado bien, defendiendo con orden, dándolo todo ante un rival que, si hubiera logrado un gol, se habría metido en el partido. Estaba contento y aseguró que mientras al equipo le dure la gasolina seguirá tratando de conseguir los mejores resultados en las dos competiciones en las que siguen vivitos y coleando. Como dijo aquel señor que usaba muleta? ¡Estamos tan a gustito!