donostia - La Real y el Tottenham siguieron negociando el traspaso de Willian José a lo largo del día de ayer sin alcanzar un acuerdo. Las sensaciones no son las mejores porque el futbolista y su agente han actuado a espaldas de la entidad donostiarra y no ha sido hasta después de apalabrar un acuerdo verbal, con un sueldo que dobla los más de dos millones de euros que percibe en Donostia, cuando se han activado las conversaciones entre los dos clubes. Un modus operandi que Daniel Levy, chairman de los Spurs, conoce muy bien, porque, por ejemplo, Florentino Pérez se lo ha hecho con Luka Modric y Gareth Bale.

La primera oferta inglesa fue irrisoria y rozando la falta de respeto, al no superar los 15 millones de euros; la segunda rozó los 22 millones y ayer se estaba intentando cerrar el acuerdo por una cifra que podría ser de 32 millones. Por mucho que la Real se pudiese sentir ofendida y hallarse en una situación de fuerza, dado el músculo financiero del actual subcampeón de Europa y su urgencia por encontrar un sustituto para su estrella Kane, lesionado para lo que resta de la campaña, todo parece indicar que no va a tensar más la cuerda intentando acercarse a los 40-50 millones, a pesar de que su cláusula es de 70 kilos, consciente de que el brasileño ya no quiere jugar en la Real y de que no interesa a nadie que vuelva a vestir la txuri-urdin.

La actitud de Willian José ha decepcionado a todos los estamentos del club donostiarra. Desde el despacho del presidente, pasando por el de los técnicos, como manifestó sin miramientos Imanol Alguacil en la rueda de prensa una vez acabado el encuentro de Copa, y llegando hasta el vestuario. Sus compañeros estaban muy molestos con su abandono de la concentración y con su negativa a participar en el encuentro. Aunque como es lógico, los jugadores son corporativistas y entienden que se pueda encontrar ante la oportunidad de su vida porque les puede pasar algún día a ellos, lo que no aceptan es que en su cuarta campaña en Donostia, siendo uno de los grandes ídolos de una afición que le vitoreaba en todos los encuentros, abandonase el barco a horas de disputar una final para entrar en los octavos de la Copa del Rey. Al parecer, fue Mikel Labaka quien se percató de que William José no estaba en la concentración previa y, cuando le llamó, le contestó que había telefoneado hasta en cuatro ocasiones a Aperribay y le dejó claro que si no hablaba con él no pensaba jugar. El domingo, en Sevilla, también pidió no ser titular, porque, según él, no estaba para jugar. Cuando fue a saltar al campo en el minuto 71, como tercer cambio y con un duro 2-0 en el marcador, Imanol le dio un fuerte abrazo para tratar de implicarle sin demasiada fortuna. Ayer, en la conversación que mantuvieron, el técnico le espetó que de haberlo hablado con él, y yendo de cara con el club, le hubiese dejado en el banquillo y no hubiera pasado nada, pero que ahora les había dejado vendidos.

Por si fuera poco, en el curso en el que más se ha hinchado el globo de la esperanza y la ilusión y siendo plenamente consciente del impacto que iba a generar su espantada. Eso sin entrar en el repaso de sus declaraciones en las que afirmaba una y otra vez que le daba mucha más importancia a lo a gusto que se encontraba aquí por el cariño que había recibido por parte de una parroquia que no dudó en catalogarle como un buen heredero del 9 de Agirretxe para este año.

Pero la cosa no quedó ahí. Willian José no acudió a Anoeta a ver el partido (tampoco lo hizo Januzaj) como están obligados todos los jugadores que se quedan fuera de las convocatoria, salvo por imposibilidad física. Por supuesto que una vez acabado el choque, los compañeros que no habían jugado y que estaban vestidos de calle en la grada acudieron a la caseta para compartir la alegría de los que habían superado la eliminatoria sin que hubiese rastro de los dos futbolistas en rebeldía. El club no se plantea sancionarles. Cuando un jugador pide marcharse es que ya se ha ido. Cuando un delantero se niega a jugar un partido decisivo después de cuatro años siendo un ídolo de la afición ya no tiene mucho más que hacer en ese club. Las horas de Willian José en Donostia están contadas y, salvo sorpresón, su adiós se sellará en breve.